Ésta es una crónica de un viaje/salida aprovechando que el lunes 15 de Agosto era fiesta...
El caso es que después de tres semanas arreglando y probando la moto después de su chapuzón, tocaba probarla DE VERDAD. A finales de mes me volvía a Granada, y antes de bajar tenía dos objetivos claros: visitar a Mª Angeles en Nájera, y pasar por las pozas de Arnedillo. En principio, iba a ser todo ruta carretera, pero le propongo el plan a Trave y dice que, si no llueve, se apunta. Decidimos diseñar un paseo alternando off y on, y quedamos en salir el domingo y volver el lunes, ya que el sábado yo quería hacerle más chapucillas sin importancia a la moto.
Salimos el domingo 14 de Agosto a las 10.30h, ¡vamos que nos vamos!
Aunque no se ve, llevo un rulo en lo altolamoto. Según me monto en ella ya empiezo a notar su peso y le comento a Travesero que siento que la moto se me mueve mucho para los lados. No me gusta nada. Una cosa es que la moto pese más (por las maletas en los laterales) y otra que me cambien los pesos de tal manera que me tira todo para los lados cuando estoy en parado. La sensación es desagradable...
Ponemos rumbo Gordexola y Kobatas, para pistear hasta Quincoces de Yuso. Nada más pasar Gordexola y empezar a pistear, me siento mal. Lenta, sin seguridad,... poco fina. Ya no siento la moto como parte de mí. Es extraño que sólo tres semanas te puedan quitar ese dominio que has conseguido después de 8 meses de trailear, pero es lo que hay. Le digo a Travesero que vaya él por delante a su ritmo, que ya le iré pillando, porque me noto pez, pez, pez. Encima, antes de salir me dió por mirar las ruedas y ví que ya habían llegado al dibujo de seguridad. Así que entre la paranoya de las ruedas, las tres semanas sin trailear y la sensación de que mi moto va a explotar (iba escuchando cada ruido, señal, olor que desprendiera, asustada) comenzamos con el primer y (por suerte) único susto de la salida: mi moto empieza a echar humo. Encima, yo, en mi carácter optimista (o afán de ser una inconsciente) no me cojo ninguna herramienta para la moto. Mierda, mierda, mierda. Yo pensando que iba a ser algo del sistema de refrigeración (pensaba: “ya la he cagado tocando algo mal”) ya que la moto está muy caliente, y que se fastidiaba la salida y había que darse la vuelta. Tristeza, preocupación, ¡imaginaos! A la tercera arrancada para ver de dónde sale el humo, ¡¡¡empieza a salir fuego!!! pero por suerte, no es nada grave
Al desmontar el foco para limpiarlo y volver a montarlo en su día, puse mal la bombilla y del traqueteo se soltó y fundió el plástico. Sí, ya sé que eso implica foco nuevo (BMW=caro) y no tener luces en este viaje. Pero estoy feliz, ¡podemos continuar! Quitamos la bombilla y sigo con luces de posición. El fin de semana siguiente lo arreglamos Travesero y yo con un trozo de plástico que aserrucho del parabarros ese tan rar que llevan estas motos, un poco de loctite y bicarbonato. Ha quedado, como dicen en el sur, ¡pintiparao! así que no hace falta ni comprar uno nuevo, oyes... Seguimos,
Pues sí, mi moto estaba bien enfilada, pero dice Travesero que no, que por ahí no es, y nos damos media vuelta para coger por otro camino, y... ¡madre de diós! bajar una trialera...
Así que, seguimos, yo con la sensación de “necesito una moto más pequeña” y “me apetece más carretera que campo”, y llegamos a un punto ineludible para la orientación de Travesero. A la ida, no sabe escivarla, y a la vuelta, es incapaz de encontrarla, y esto es... ¡la susodicha trialera! Le digo: “va, venga, sí, la hacemos, no pasa nada...” ¡Pero! No es mi día... la teoría está clara: sin miedo, según empiezas a bajar, soltar embrague -sin miedo-, levantar el culo -rápido-, y dejarse caer -no hinques freno, ni loca-, tocando de vez en cuando apenas un poco los frenos cuando ves que te embalas demasiado. Encima, Travesero me dice que vaya por la derecha, que en la izquierda hay un salto. Yo, que estoy más pa'llí que pa'quí, empiezo a bajar por la izquierda porque hay menos piedras. Pero hay más arena... según veo el salto que me decía abajo, empiezo a frenar, se me cruza la moto, en vez de soltar freno para que enderece ella sola freno más, más, más, y ¡al suelo! Otro día te la bajo, mejor o peor, y con riesgo de caida, pero hoy, no era mi día, estaba claro. Así que bajamos la moto a rastras hasta después del salto, y seguimos hasta Kobatas, que me encanta:
Ya son cerca de las 13h, pero decidimos seguir hasta llegar al enlace con la parte de ruta de carretera. Este trozo me encanta: un buen tramo de nivel de dificultad medio -por lo menos pa'mí, no hay que despistarse, pero tampoco es tan difícil-, con mucha piedra suelta, botes, piedras chocando en el cubrecárter, que le obligo a hacer a Travesero a un nivel bastante lento debido a mi poca firmeza en la conducción (Diós! Se me había olvidado todo lo aprendido...). Justo llegando al final, paramos a abrir una verja, freno, tumba un poquitín la moto y ah! Ah! Ah! Al suelo! Esto me pasa por no llegar bien al suelo, ser débil y enclenque y el desequilibrio que provoca el rulo detrás. Caigo sobre un lecho de rocas y me hago daño en la mano. Me duele mucho, tanto que casi no puedo ni embragar, así que corriendo a por un poco de hielo a un bar, tomamos unas rabas, y cuando se me ha pasado un poco buscamos un sitio para comer. Ahí va, pero si hasta parezco una motera viajera y todo!
Volviendo a la carretera Trave me saca esta foto tan chula:
y llegamos a Frías...
Decidimos parar a turistear:
Las casas colgando
En teoría, más adelante ibamos a coger pistas para llegar hasta Nájera. Pero paramos en Frías a turistear
y para cuando miro el reloj ¡son las 19h de la tarde! Manchi y Mª Angeles nos van a matar!! o por lo menos acabamos así:
aún queríamos pistear un poco pero salimos enchufamos por carretera y nos encontramos con Manchi, MºAngeles y su GSX750 en Santo Domingo de la Calzada.