Ahora vamos con la gastronomía: cuidada, ligera, preparada con esmero; cocina de fusión, osea. De fusión porque se mezclaba lo de ayer con lo de hoy al no limpiar la cacerola. Una vez al día solíamos comer en algún bar/restaurante y por la noche y al desayuno preparábamos nosotros lo que comprábamos. Siempre juntos y regados con algo espirituoso para matar la bacteria, gástrica o mental. Allá vamos.
Patatas fritas. Pa fliparlo!!
El aperitivo antes de la cena.
Brandy albanés, oh yeah.
El horno.
Yogur y salchicha para desayunar con su toque de rakia digestiva. Y con eso te ahorras tener que calentar antes de subir a la moto.
Merienda
El mejor restaurante estaba en la localidad montenegrina de Bar. Normal.
Y burek
Preparado aquí, en las afueras de Sarajevo.