Este lunes y martes teníamos libre por fiestas de Quito, y como no me gusta mucho a mí la gente y la fiesta, decidí irme a Cuenca, a unos 400 km de Quito dirección sur, con varios motivos en mente: pasear la camioneta porque allí hay mucha afición a ese tipo de vehículos, para ver si la vendía; escalar con mi amigo Juan Gabriel que vive en Cojitambo, e ir el lunes a Guayaquil a hacer unos papeles de la LML que tengo ilegal. Aquí mis vehículos en Ecuador:
Al final, por motivos varios (y obvios) me fui en la moto, y encima como con las prisas me olvidé los papeles de la vespa ni fui a Guayaquil. Y vaya si salí con prisa: los jueves se juntan los de las KLR por la noche a dar un paseo; ese jueves no fue una excepción, y nos fuimos a hacer una pequeña ruta trail por detrás del Ilaló (un antiguo volcán prehistórico con la caldera caída, en los valles). Luego cervecita y a las doce a casa... imposible preparar el viaje!! teniendo en cuenta además que fue esa misma noche (o sea, a partir de las seis que es cuando se hace de noche aquí) decidí irme en moto.
Aquí va la crónica del viaje que me eché entre pecho y espalda... espero que la disfruteis. Ya sabeis, como siempre, mucho blablabla
PRIMER DÍA: viernes, Quito-Cojitambo, 450 km
El viernes me escapé de la universidad en cuanto pude, a la una de la tarde; voy a casa, preparo un batido de frutas, me lo tomo mientras preparo las cosas, y a las tres y media estoy saliendo de casa después de ajustar el freno trasero y dejarlo bien sensible, que a la mínima que le tocas ya está frenando... pero aún me faltan dos cosas: tensar la cadena donde el Pedro e ir a por mis gatos de escalada al búlder. Con todos los deberes hechos, a las cuatro y media pongo rumbo a Cuenca, con una leve llovizna:
Aquí se hace de noche sobre las seis y media... ¡¡¡para algo estamos en el Ecuador!!! Por suerte nada más salir de los treinta kilómetros que me llevan a la salida sur de Quito, en Tambillo, milagrosamente deja de llover y puedo subir el páramo del Cotopaxi (sí, ese volcán que si erupcionaba se llevaba por delante a todo Quito y parte del extranjero jajajaja) tranquilamente. Por suerte también aquí el frío no es muy frío, y me puedo secar en el trayecto. La única novedad en este tramo es que... bueno, que casi me mato, jajajajaja. Esta será la primera de dos en este día de viaje. Hasta donde yo sabía en Ecuador las motos no pagan peaje... Simplemente pasan por un ladito. O al menos eso he hecho yo siempre . Además, aquí en Quito hay unos túneles, los túneles de Guayasamin, que unen Quito con los valles y tienen un paso para la gente que tiene una especie de control remoto para pagar. Este paso (el telepeaje) no tiene barrera. Así que llego yo al peaje de Machachi, me pongo en el carril de telepeaje y me pongo a acelerar... si no iba a 80 iba a 100... follada... pensando bah! esto ha de ser como en los túneles de Quito... Hasta que me doy cuenta que de hay barrera y me toca clavar freno doblemente: pisar freno a saco hasta que la moto culea hasta casi tumbar, cuando veo que se va a ir, soltar freno hasta que se endereza, y volver a clavar para, mientras derrapa meterme por la esquina de la valla. Por suerte esta experiencia me ha hecho darme cuenta que puedo hacer una frenada de emergencia a altas velocidades sin matarme jajajajaja Da cierta seguridad saber que puedes hacer algo bajo adrenalina que crees imposible Con el corazón a cien paro en una esquina a coger aire y dar gracias porque no me ha pasado nada.... y me vienen los guardias a reclamar que no he pagado, en fin.
A la altura de Ambato me llueve lo justo para volver a mojarme lo que ya se me había secado. Ya es de noche, se nota el frío; sigo hasta Riobamba. A las ocho de la noche ya he cruzado la ciudad y estoy dirección a Cuenca. Este tramo del trayecto Quito-Riobamba no es muy agradable porque bueno, es autopista, hay mucho tráfico, no hay señalización y la gente aquí conduce muy mal. En Riobamba paro a cambiarme de guantes y ponerme los de invierno, y cuál es mi sorpresa cuando descubro que se me ha caído el carenado derecho de la moto Que puta mierda. Sí oí algo medio raro por Ambato, incluso me giré, pero creo que el ruido era un coche pisando mi plástico... en fin, ya nada Mi pobre moto... Una pena....
Una de las características de este viaje es que iba sin GPS, aquí las señalizaciones en las carreteras no son muy buenas, más bien no hay, y me tocaba parar muchas veces a preguntar. Fue muy triste comprobar cómo la mayoría de las mujeres no sólo no saben explicarse, sino que encima son super inseguras y no se atreven ni siquiera a intentarlo. Los hombres también se explican de pena, pero por lo menos lo intentan. Imaginaos una explicación del tipo "siga largo la calle y luego suba hasta la tinaja". Traducción: tienes que continuar la calle por la que vas hasta algún desconocido momento en que tienes que girar no se sabe si derecha o izquierda, pero para arriba, ¡obvio!, hasta (uno deduce que) llegar a una rotonda con una tinaja gigante encima. ¿La solución? preguntas, avanzas dos calles, vuelves a preguntar, y así hasta dar con alguien que te explica bien y llegas al camino correcto.
Una vez cruzado Riobamba es cuando uno empieza a disfrutar del viaje. El clima... aceptable. La moto... una bestia. La carretera... curvosa, vacía y entretenida, la niebla... la justa, y yo... ¡¡feliz!!! Llegué a las 12 de la noche, y ¡no es para menos!
El primer tramo desde Riobamba a Alausí me acompañaron las estrellas y Orión a la izquierda, con una tormenta de rayos allá a lo lejos, encima de la selva. El tramo, entre Alausí y Cañar, suele hablar neblina (que dicen aquí)... aunque en realidad no es neblina, sino ¡las mismas nubes! Uno sube tan alto los Andes ¡¡que se mete a nivel del cielo!! ¡Que maravilla! es una sensación indescriptible. Sólo se puede experimentar. ¿¿¿¿A qué huelen las nubes???? ¡¡¡¡A Ecuador en moto de noche!!!! jajajajajaja Una mezcla a azufre y ozono (no sé, me lo estoy inventando, no sé a qué huele el azufre y el ozono, pero era un olor especial) un mojarse sin lluvia, un achachay que frío tan rico, que no hay palabras. Ecuador de noche huele distinto a España. Aquí uno ve las nubes que ve en España allá arriba, a la altura de sus ojos... Intentaré explicar esto en el viaje de vuelta.
Tuve problemas con la combinación gafas+pantalla del casco+lluvia o niebla. Pero sí hubo un momento que había tanta niebla, estaba la nube tan densa, justo a la altura de la entrada al parque natural de Sangay, y justo cruzando un puente, que ni sin gafas y sin pantalla conseguía ver más de un metro por delante mío. Por suerte sólo duró un ratito. Las curvas son muy pero que muy abiertas, con lo que incita a ir a 80. Hasta que (mecagüen la puta) me pongo a acelerar en una recta y de repente veo que viene una curva cerrada, yo que no creo que pueda tomarla sin salirme de mi carril, y unas luces que veo que alumbran la niebla del otro carril... Hay que bajar el ritmo sí o sí. Leves toques al freno trasero sintiendo como baila un poco la moto de atrás (menos mal que lo había ajustado antes de salir) mientras voy metiendo la moto para mi carril, ayayayayayayay, ¡¡¡salvada!!! y menos mal porque ¡¡¡era un camion enorme!!! Después del susto bajo el ritmo y hago el resto del trayecto detrás de algún bus, algún coche,... alguien que se sepa el camino. Iba demasiado envalentonada para la niebla que había...
Desde Riobamba uno sube hasta Alausí, se mete en las nubes, las sobrepasa, conduce por encima de ellas, baja y sube hasta llegar a Cañar. En ese punto ya empieza el descenso. Curiosamente Alausí y Cañar están más bajos que Cuenca, pero no Biblián. Ya llegando a Biblián (casi en destino) apenas me llueve un poco para recordarme que en Ecuador, a veces, también llueve. Acabo de cruzarme un buen trozo de Los Andes, he dejado a mi izquierda unos cuantos parques naturales (Llanganates, Los Altares, Sangay), y por fin ya estoy bajando a mi destino. Recordaba que para ir a casa de Juan Gabriel tenía que meterme a la derecha en algún momento frente a Azogues. Me meto en tres salidas equivocadas, la tercera acabo traileando hasta que llego a una casa donde me toca dar la vuelta. Estoy tan cansada que a mitad del giro en U ¡pum! al suelo. Cagüenlaputa!! Sólo podía pensar como el jueves llevando a Alberto de paquete hice giros mucho peores en terreno peor y no nos caímos. Su puta madre, Por no hacerlo con decisión y por no poder sujetar la moto en parado, de la que se me inclina un poco. Tocó levantarla sola; por suerte ¡pude! Ya en la casa, tenía tal subidón de adrenalina de un viaje tan de puta madre, que no tenía sueño. Hasta que comí algo, y la digestión empezó a hacer efecto. Cierto, ¿no? no había comido nada desde prácticamente la mañana.
DIAS DE DESCANSO: sábado y domingo, escalada, 0 km.
En esta zona del Ecuador estaba, antes de la llegada de los Incas (y después de los españoles) la civilización de los Cañaris. Hay varias ruinas, unas se llaman Ingapirca en Cañar (las más conocidas) pero la montaña de Cojitambo también tiene sus ruinas. Es más, estos tipos se dedicaban a alisar las cimas para hacer planicies en ellas y usarlas para indicar las vías al oriente (la amazonía), a la costa, etc. Tenían trato comercial con la etnia de los Shuar en el oriente y distintas otras (no me acuerdo el nombre) en la costa. Fueron de las civilizaciones que más pelearon a los incas, creo recordar que incluso fueron los que ayudaron a los españoles en contra de los Incas (que llevaban 50 años de colonozación pre-hispánica en el Ecuador cuando llegaron los españoles), y se nota porque en esta zona hay mucho más mestizaje que en Quito. Quiero decir: si vas a un pueblo 100% indígena, algunos parecen europeos, cosa que no pasa en la zona de Quito.
La montaña de Cojitambo es una de las tres montañas sagradas de los cañaris de esa zona. La otra se llama Fasaiñan (camino de lágrimas) y guaguayumi o algo así. El pueblo de Cojitambo es pueblo de picapedreros, al estilo tradicional:
Este es el Cojitambo, y ese día nos subimos la vía que se ve limpia y clarita que empieza en la base, hace una curva hacia la derecha y sube hasta la cima. Aquí os presento a Juan Gabriel, una leyenda de la escalada en Ecuador, y uno de los primeros en incentivar el turismo de aventura allá por los años 80-90:
En la noche de celebración nos bebimos una botella de Pecho Suco! o sea, de tequila, podríamos decir, jajajaja y el domingo escalamos un poco más.