El viaje de este año estuvo en el aire hasta el final. Con un recién nacido en casa mucho se tiene que poner de cara la situación para que tu mujer te diga: venga, va, pesao. Además, dos se habían ido este año de rally a Grecia, otro se la había pegado hace poco. Así que quedábamos tres para organizar algo en una semana y se tuvo que improvisar.
Durante el invierno habíamos preparado un borrador de ruta desde el este de Eslovenia hasta Zlatibor en Serbia, en paralelo a la frontera con Hungría. Tenía unos 750 km y casi 400 eran por campo.
El primer día durmimos en Ormož en casa de un colega. Esta foto es a la mañana siguiente, ya habiendo cruzado a Croacia.
Esta es para el moñas de Ata, como todos los años.
La primera pausa la tuvimos a las cuatro horas de ruta. Primero la válvula se degolló. Bien. Pusimos cámara nueva. Pinchada. Chachi. Otra cámara nueva y ya le ponemos parche a la otra por la noche. Pinchada. Ya no quedan más, hostia. Parche. Hostia. Vuelta a montarla. Hinchamos. Pinchada. Japuta. Otro parche. Dejadme a mi que no tenéis ni puta idea. La monta. Hinchamos y no pierde. Déjame que te bese. Mariconeo.
Clase magistral.
Seguimos. Un (s)alto en el camino:
Mantecaaaaa! La ruta que habíamos preparado cruzaba zonas cerradas por vallas y nos tocó improvisar. Muchas veces exploramos y tuvimos que dar media vuelta y recortar por carretera. Otras hubo suerte y pudimos salir:
Para volver a entrar. Esta ya es en Bosnia antes de llegar a Lukavac, donde hicimos noche. Para este viaje éramos tres y uno de ellos no quería dormir en el campo, así que nos adaptamos. Tiene la ventaja de que puedes descansar y estar más pasivo, aunque hubiera molado acampar alguna noche como siempre hacemos. Otra ventaja es que el terreno estaba tirando a húmedo.
Eso de evitar dormir en el campo refina la gastronomía aunque tiendas a llenarla de grasas hidrogenadas y glutamato. Esto es un burek de carne, de lo más típico de aquí. Carne para desayunar, para comer y para cenar. Vegans welcome loscojones.
Postal típica de aquí. Pasamos de fotos de edificios con agujeros. Esta tierra es generosa en todo.
Una vez llegamos a Tuzla decidimos cambiar de planes. En lugar de seguir conduciendo hacia el sur, vamos hacia el oeste. Hemos estado los últimos tres años por la zona y es increíble rodar por allí. La zona de la fotografía es cercana a Foča, en el área de la Republika Srpska en Bosnia, entre Ulog y Nevesinje. No hay minas. Estuvimos aquí en el 2015 la primera vez y mi colega Roman la incluyó cuando preparó la ruta TET que cruza Bosnia. Es la polla. Lo mejor del viaje siempre.
Aquí estamos sobre Mostar. Para los morbosos, por aquí sí hay minas y las zonas están marcadas. Te limitas a no salirte del camino y listo.
Por la noche hubo jolgorio en Mostar y a la mañana siguiente madrugón. A las 11:30 empezamos ruta y continuamos por el TET hacia Knin, objetivo del día.
Llevaba lloviendo desde que salimos cuando se apagó la moto de Mitja. Resultó ser un corto en la zona de su mano izquierda.
Tras una hora de bricolaje nos pusimos las pilas para llegar a Knin. Ritmo, barro y piedras. Llegamos a las 12 de la noche.
Como ya estamos en Croacia, variamos el desayuno y viramos hacia los azúcares. Ríete tú del redbull si te pegas una de estas enteras.
A estas alturas de la historieta, hagámos las presentaciones:
Este es Peter, el violinista. El único que sabe de verdad reparar un pinchazo al estilo tántrico. Siendo uno con la cámara, sin desmontables, sólo con la lengua.
Este es Mitja, nuestro peluquero. Nuestro reclamo para ligar. El anzuelo. Le tira a todo lo que se mueve así que hay que imponerle criterio.
Y este soy yo señalando la niebla.
Ahí a la izquierda vive el abuelo y más abajo está Dörfli .
Donde por cierto también ha llovido.
Yo tuve una reparación preventiva de un rodamiento, qué digo reparación, cambio preventivo. Todos sabéis que la Teneré no se jode, es como la Himalayan.
Cuando huele a mar sabes que el viaje se está acabando. Esta es la vista desde Tulova Greda, al sur de Velebit.
5 días de ruta, 2150 kms.