Hace mucho que no participo, pero es que voy de cráneo con el trabajo, que me absorbe todo el tiempo disponible y el que no dispongo. Ahora las salidas en moto son para mí más necesarias que nunca, las necesito mucho para desconectar y poder descansar de verdad.
Así que esta la necesitaba como agua de mayo... muchas gracias por organizarla, Fazer, y muchas gracias a los participantes por acompañarnos, y sobre todo por arreglarme el pinchazo y estar a mi lado para hacerme sentir como una princesa en todo momento, obligando a más de cuatro a volver a casa a las tantas de la noche por mi culpa (que mal suena... ). Nadie sabe la ilusión que me hizo volver a encontrarme con Yeyo, Cuadrus y Trencaterros, no necesariamente por este orden, al cabo de diez años sin verlos, y también a Motocross, a Guillen, a Jesustrom, a Africanero... y conocer a Wolf y a los de Tarragona con los que no pude apenas hablar. Nos dividimos en varios grupos para cumplir con la normativa, y de paso facilitar que cada uno vaya al ritmo que más le guste.
El día estaba precioso y el terreno, perfecto para la moto tras las lluvias de los últimos días. La primera parte de la ruta es una de mis favoritas, atravesando caminos que pasan por masias y granjas en explotación por bosques espesos en los que no da el sol en todo el día. Cada uno de esos bosques tiene una leyenda de duendes llamados Manairons (no perderse la feria del libro pirenaico del primer fin de semana en Organyà), pero no estábamos para dar la tabarra con las imaginativas putadas de los Manairons a los sufridos antepasados de aquellos payeses, sino para dar gas... no hay fotos de ese tramo.
Llegamos al Pic de l'Orri, a más de 2000 m. y mientras arreglan el primer pinchazo del día, disfrutamos de las impresionantes vistas del Alto Pirineo. A un lado tenemos Andorra, y al otro el Aneto y el Valle de Arán.
Me permito hacer una pose en plan Instagram ya que no sé arreglar pinchazos y la cámara es a prueba de rotura
Llega el segundo pinchazo del día... ya se sabe, cuantas más motos, más posibilidades de pinchazo... matemática pura.
Llegamos al lugar de encuentro para comer, y tras negociar con los dueños de Sant Joan de l'Erm que nos pongan unos bocadillos (recomendado llevar comida de casa para no molestar demasiado), seguimos ruta. Está todo impresionante y llegamos al paso de vehículos de Santa Magdalena, más lleno de agua que nunca...
para continuar camino hasta la ermita románica, donde nos reagrupamos y volvemos a dividirnos
Hasta llegar a la frontera andorrana. Por cierto, el precio de la gasolina ya no es el que era...
y me convierto en protagonista de la tarde por un pinchazo. Gracias a mis amigos y mi marido que me tienen como una princesa y casi no me dejan bajar de la moto, que ya tienen las herramientas y la cámara de repuesto preparadas. Mil gracias por arreglarme el pinchazo in-situ, por pegaros el trabajazo, y sobre todo por fastidiaros durante tanto rato para ayudarme, en algunos casos llegando a casa a las tantas por mi culpa.
Y vamos a por otro de los trozos más espectaculares dela ruta, el camino al Pic Negre y Bescaran. Este es el nacimiento del río
Los más valientes intentan la ascensión del Pic Negre, mientras los demás nos relajamos. Y aparece de la nada un madrileño que intenta subir también. No sabemos si lo consiguió.
Y finaliza la ruta en Organyà. ¡Hasta la próxima!
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