Dia 70.Martes 27 junio 2017. Domodedovo – Pustoshka (truck stop) 580 km







Como ya viene siendo habitual amanece prontísimo, pero aguanto un rato para poder desayunar a las 7:30 cuando abre el comedor.


Ahí me espera una sorpresa cuando viendo las noticias rusas aparece Dalí en la pantalla. Como ya os he comentado que el ruso no es mi fuerte por supuesto no me entero de nada, pero luego veré en internet que hay una paisana que reclama la paternidad del susodicho artista, y eso ha llegado hasta aquí … que pequeño es el mundo!









Sigue lloviendo, así que más motivo aun para no tener prisa. Cuando el tiempo aclara cargo la moto y me dirijo hacia el centro de la capital Moscovita.

















parece que voy bien



















Como es lógico hay un tráfico acorde a la ciudad donde me muevo,












atravesando el rio Moscova que da nombre a la ciudad






















por aqui ya hay mucha gente, creo que voy bien,

















pero con algo de paciencia y toda la inestimable ayuda de mi GPS me planto en plena Plaza Roja. Toma ya!







Yo pensaba que con la situación que vivimos en estos tiempos estaría restringido el acceso de vehículos, por aquello de la seguridad, el terrorismo y los grillados de la cabeza, pero solo encuentro unas vallas metálicas junto a las que aparco sin problema para hacer unas fotos. Después muevo la moto para dejarla bien aparcada y me voy a dar una vuelta.





















Y a que me dedico en Moscú? Pues a lo típico, hacer las fotos de rigor, saludar al amigo Lenin que no dejamos descansar con tanto trasiego de turista en pantalón corto, ver el Kremlin, y como no, flipar en colores frente a la catedral de san Basilio con sus formas y, cómo no, sus preciosos colores.



















Los alrededores de la plaza, como es previsible, están dedicados al negocio del turismo de elite, vamos, cafés chupiguays a tropecientos rublos el expreso y galerías comerciales donde encontrar las últimas tendencias en alta costura francesa.


Como no tengo espacio en las maletas prescindo de comprar ese smoking tan bonito que me seduce desde el escaparate, y antes de que el de seguridad salga a quejarse de que le espanto la clientela doy una última vuelta por la zona.


Busco una casa de cambio para soltar los billetes kazajos que me sobraron ayer, pero con una tremenda simpatía por parte de las personas que me atienden tras el cristal blindado logro entender algo así como que me los meta donde quiera pero que no incordie. Y no me escupieron por no tener que limpiar luego el cristal.


Así que con mis billetes del Monopoly de nuevo en el bolsillo decido dar por finalizada mi esporádica visita al centro de Moscú y retomo mi camino a casa, del cual me separan más verstas de las que recorrió Miguel Strogoff.







































Retomo la autopista M9 dirección oeste, siempre hacia la puesta de sol, como Lucky Luck en la última viñeta de sus comics.


En mi caso me dirijo hacia Letonia, a menos de 600 km, pero los dobles carriles de la autopista duran pocos km, pues 80 km después pasa a ser una carretera de simple carril. Y eso que esa es la vía mas corta que comunica la capital con Letonia… estas cosas nunca dejaran de sorprenderme.



















Por suerte al alejarme de la ciudad el trafico disminuye, cruzándome solo con algunos camiones. Me dedico a disfrutar del paisaje de bosques y campos de cultivos bajo una intermitente lluvia que no para de incordiar y que hace bajar la temperatura hasta unos niveles aceptables de “fresco”.
























Tras alguna parada en gasolineras de ruta para estirar las piernas y comer algo voy pasando el resto de la tarde xino xano, tirando millas.






















Esquema de fronteras de los diferentes paises que puedes encontrar en la zona, la verdad es que me pareció muy interesante.









Según mi GPS estoy a unos 80 km de la frontera, y como no es buena idea intentar salir del país a estas horas, pues son las 7 de la tarde, decido plantar el campamento y me busco algún sitio donde pasar la noche.


Doy con un cruce de carreteras donde hay una parada de camiones, un gran descampado para aparcar y un local donde alquilan habitaciones. Tras no haber encontrado nada en los anteriores tropecientos km decido que no hay que pensarlo mucho y me planto en la puerta a preguntar.









Como a veces el idioma no ayuda mucho no logro entender que es lo que me dice la chica que encuentro sentada en la solitud del local, pero me insiste que me espere que ahora viene alguien.


Un rato después aparece un paisano que me enseña la sencilla habitación y le pone precio, lo que como ya he comentado antes debido a la carencia de ofertas y la hora de la tarde no le discuto.














Para mi sorpresa el restaurante no está abierto ni lo estará, pero gratamente se ofrecen a venderme toda la cerveza que quiera, que de eso si que están provistos.


Así que con unas cuantas de ellas y alguna cosa que llevo en la maleta improviso un picnic en la habitación, que todo sea dicho, donde he tenido que encender la calefacción, pues estaba helada. Si, ya sé que estamos a 27 de junio, pero que queréis que os diga…es lo que tiene estar en Rusia.









Un rápido vistazo al mapa me indica que lo que me queda es un “todo recto”, cruzar frontera de Letonia, seguir por Lituania y entrar a Polonia en busca de su frontera Alemana, para posteriormente seguir por Francia hasta llegar a casa …






GASTOS:


-GASOLINA 560 RUBLOS (8,4€) 13,5 L


550 RUBLOS (8,25€) 14 L






-HOTEL 1250 RUBLOS (18€)