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Tema: Un paseo a Praga

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  1. #1
    Veterano mototrailero
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    Un paseo a Praga

    Me hallo convencido que su hubiera tenido que buscar Praga entre mi listado de lugares a donde me gustaría ir en moto, no la encontraría entre los cincuenta primeros. Ya dijo el docto Ortega aquello del “yo y mis circunstancias”, y en verdad para liarme en este viaje se me han acumulado un buen numero de ellas. Os pongo en antecedentes. En verano pasado tras regresar de Jhon O´Groats (Escocia) le comenté a mi paciente esposa como habíamos comentado el acercarnos a la costa oeste de Irlanda en este 2019. Su respuesta me desencajó pues fué: Bien, vamos.
    En el transcurrir del tiempo mi anciana suegra había ido requiriendo una mayor atención y cuidados, y el inesperado diagnostico de un tumor cerebral a mi cuñado echó por tierra nuestros planes irlandeses para antes de navidades. En estas estábamos cuando a inicios de junio y con apenas quince días de diferencia inesperadamente ambos fallecieron, dejándonos enormemente consternados aunque con la libertad recuperada. Transcurridos los primeros momentos de duelo llegó la hora de mirar para alante y pensar en hacer alguna escapada. Nuestra hija se nos había adelantado pidiendo julio entero para ella puesto que se iba a Asia junto con su pareja, y esto no hubiera importado en exceso si no conllevara que Harri, su Strafordshire, y Roy, un inquieto perrito raton de Praga, pasarían todo el mes de julio con nosotros para alegría de mi doberman, e inquietud de las dos gatas de casa. Fue por entonces, durante una comida familiar cuando surgió lo de irnos a Praga.
    Desde casa a Praga no es que haya demasiados kilómetros, alrededor de 1.800, vamos, como desde Bilbo a Hamburgo; kilómetros que de haberlos realizado en compañía de unos colegas ya trotados no hubiéramos dudado en realizarlos en un par de intensas jornadas, pero viajando con una compañera quien se sube a la moto muy de vez en cuando, y para estas fechas hace ya tiempo que dejó de ser una bella jovencita y andar más próxima a lo de una dulce abuelita, nos obligó a tomárlo con más calma.
    Busqué por la web algunos lugares que pudieran justificar las paradas intermedias, y el cinco de este agosto arrancamos hacia Bordeaux para desde alli continuar al este, a Brive la Gallarda, con idea de pernoctar en Clemont Ferrand.

    Pese haber pasado por las inmediaciones esta urbe unas cuantas veces, nunca antes nos habíamos detenido y en verdad poco sabíamos de ella. Ubicada en la base del archiconocido Puy de Dóme, el col mas veces ascendido en el Tour de France, el cual por cierto es un volcán extinto como el resto de elevaciones que lo rodean; Clemont Ferrand es tambien la base u origen de Michelin, quienes cuentan con un museo; además de estos dos ya mencionados los otros puntos turisticos de atracción son la enorme estatua del caudillo Vircengetorix, quien rindió la Galia a las legiones de Julio Cesar, una catedral gotica “negra”, al ser esta de piedra volcánica, y otra iglesia, la basilica romanica de Notre Dame du Port, “blanca” al hallarse pintada de ese color. Bueno esto esta muy bien, aunque tanto o mas interesante, para mi al menos, es que en Clemont tienen tres denominaciones propias de queso reconocidas (AOC) y claro está tras haber contemplado al caudillo galo, paseado un buen rato por sus estrecha calles y visitado ambas iglesias, no iba yo a perderme la oportunidad de reconfortarme con una tabla de quesos locales en las inmediaciones de la popular plaza Jaude.

    Arrancamos de Clemont Ferrand afortunadamente sin lluvia, y a unos veinte grados de temperatura, algo de agradecerse tras la treintena y pico soportados la víspera. Guiados por mi veterano Garmin 660 fuimos transitando por carreteras nacionales hacia Lyon. Tras realizar el primer repostaje, a la altura de Macon, entramos en la autopista y empezamos a comer kilómetros. Los paneles informativos no cejaban de anunciar “Oraje” y recomendaban escuchar una emisora de radio. Mi AT1000, cuenta con su Dct, maletas y defensas aunque no he encontrado aun el botón de la radio, asi que no muy lejos ya de Friburgo, durante el segundo repostaje, consulté el significado de la palabra en el traductor de mi móvil confirmándome lo que ya sospechaba, anunciaban tormentas eléctricas.

    Llegamos poco rato después a Friburgo de Brisgovia, la alemana, lo indico puesto que también existen Friburgos en Suiza y Francia, afortunadamente sin mojarnos aunque con el cielo encapotándose por momentos. Teníamos allí reservada habitación en una tradicional gasthause (posada) no muy lejos del centro. La recepcionista no tuvo problema alguno en facilitarnos un sitio a cubierto para la moto en un almacen junto a la ropa sucia y un montón de sillas plegables, y tras la habitual segunda ducha y el cambio de ropas, no tardamos en partir a patear por su casco histórico. No era la primera vez que andábamos por allí. Tiempo atrás recorrimos Alsacia y la Selva negra en una auto-caravana en compañía de otra pareja, y entonces nos detuvimos brevemente en Friburgo.

    Esta es sin duda una ciudad de agradable paseo. Había bastante gente, aunque sin excesos; pudiendo contemplar por allí un par de puertas restauradas de la muralla original (la puerta de los suabos, la Marinstor), una lucida catedral gotica (Munster), dos ayuntamientos contiguos y varios edificios singulares (Kornhause, Kaufhause..), además de unos estrechos canales por donde fluye el agua. Regresados al alojamiento, mientras disfrutábamos de una típica ensalada con embutido de la zona y el socorrido schnitzel, llegó la lluvia que obligó a retirarnos a la carrera a nuestros aposentos.

    Antes de partir ya había andado consultando los previsiones meteorológicas de los lugares por donde pensábamos rodar y por ello nos hallábamos al corriente de lo de las tormentas eléctricas al igual de que teníamos un 80% de posibilidades de que nos lloviese a la altura de Nuremberg. Por desgracia acertaron de pleno. Arrancamos de Friburgo hacia las ocho de la mañana, con buena temperatura y el cielo totalmente cubierto, poniendo rumbo al norte por la autobahn que discurre pegada a la Selva negra, dejando al poco atrás Baden baden antes de alcanzar Manheim. Hicimos allí el primer repostaje de la jornada y le indique a Mila, mi esposa y acompañante, que seria mejor que se pusiera el pantalón de agua puesto que se podía poner a llover de un momento a otro. Se nos acercó un motero español que viajaba junto a su familia enlatado, quien según nos comentó solía correr en clásicas con una Montesa Crono 125. Apenas una veintena de minutos después las gotas fueran haciéndose mas persistentes asi que nos detuvimos en un área de descanso de camiones para equiparnos correctamente. A partir de allí el cielo se abrió y rodamos las siguientes cuatro horas bajo una intensa lluvia aguantando la Dios y madre, cayéndonos agua a cantaros, a jarras y barriles, circulando entre un trafico denso, rodando con la visibilidad notablemente mermada, y sin poder bajar de los 120 km/h para evitarnos problemas con los camiones u otros vehículos. No fue hasta un buen rato después, cuando ya nos encontrábamos algo mas allá de Nuremberg rodando hacia la frontera de Chequia cuando el agua amainó un poco pasando entonces a ser lluvia de “la de toda la vida”, consintiéndonos el poder disfrutar del paisaje colindante, un paisaje que por cierto nos recordó al País de los Vascos. Bordeamos Pilsen, antes de alcanzar Praga, mientras nos percatábamos que el tipo de conducción de los locales es parecido al de sus vecinos alemanes aunque siendo estos menos caballeroso, o lo que es lo mismo, olvídate de que te cedan el paso a la hora incorporarte o cuando pretendas adelantar. Coincidimos con una santa retención motivada por unas obras, aunque por suerte, también los checos, como los austriacos y alemanes tienen por costumbre en sus retenciones dejar un carril en el medio para facilitar el transito de vehículos de emergencia, por donde, sin vergüenza alguna, lo reconozco, nos colamos, librándonos así de una buena espera bajo la lluvia.

    Llegamos a Praga tras haber repostado por tercera vez, rondaban las cuatro y media de la tarde aunque aun tardamos cerca de media hora en alcanzar nuestro botel. Había reservado una camarote en una barco hotel flotante en el Moldava. Cuando finalmente llegamos a los muelles no dude en meterme por allí a buscarlo. Al nada nos pararon una pareja de polis que venían en sentido contrario en una furgoneta. Su nivel de ingles no era mucho mejor que mi checo, aunque tras un cruce de frases coincidimos en la palabra mágica: “Albatros”, dimos la vuelta, nos pusimos a su zaga, y nos guiaron hasta nuestro destino. Cuando llegamos se hallaban aparcando varias Harleys de un club checo. Una vez estacionada mi Africa junto a ellas, me acerque raudo a la pareja de polis para estrecharles la mano y darle las gracias: “Dékuji”. Parece ser que les hizo gracia puesto que se fueron sonrientes y saludándonos. Tras superar los tramites de recepción, tomar la segunda ducha del día y vestirnos de calle no tardamos en salir a patear por la capital de la república checa.

    El botel donde nos alojábamos no se hallaba muy lejos de la zona visitable (Stare Mestro), y en apenas veinte minutos estabamos fotografiandonos bajo la Torre de la Polvora (Prasna brana) y nos fuimos en busca del famoso reloj Astronómico de Praga. No tardamos en percatarnos que el mapa que nos acababan de regalar no valía un mierda; para colmo los nombres de la calles eran difícilmente memorizables. Tardamos unas cuatro horas en regresar a bordo, sin haber conseguido localizar algunos de nuestros objetivos prioritarios y visitado otros (Plaza de Wenceslao, Clementinum..) que no teníamos intención de conocer en aquellos precisos momentos, aunque al menos lo hicimos con la tripa llena y bien regada.
    Nuestra segunda jornada, y día principal en Praga, iba a ser de pateo turístico sin contemplaciones, así que tras un madrugador desayuno nos encaminamos, sin prisa pero sin tregua, hacia el conocido Puente de Carlos por el que a esas tempranas horas se podía transitar sin agobios. Nos acercamos seguidamente al museo de Frank Kafka con intención de ubicarlo y de paso contemplar la simpática fuente que el praguense David Cerny emplazó frente a él. Faltaba aun una hora para su apertura así que sin dudarlo nos encaminamos al castillo para realizar la pertinente visita. Pese a ser temprano ya se iban formando colas. Dedicamos algo más de dos horas en visitar la catedral de San Vito, el callejón de oro y el antiguo palacio real, con sus colas incluidas, y superada esta obligada visita nos fuimos calle a bajo con idea de contemplar al conocido niño Jesús de Praga, el cual por cierto fue un regalo del Conde de Treviño, condado este ubicado a escasos quince kilómetros de Vitoria-Gasteiz y por el que llevan años los vascos litigando con los castellanos al ser una isla dentro de su territorio. Me parece que en Treviño cuentan con un gemelo de este Niño Jesus de Praga, asi que si no os apetece daros la panzada kilométrica ya sabéis en donde podéis contemplarlo.

    Tras un refrigerio emprendimos la visita al museo de Kafka. Si bien el personaje se las trae y sus obras son bastante sui-generis, en su museo recalcan principalmente su ascendencia judía. Parece ser que Frank se educó siendo un estudioso de la Torá y durante tiempo tuvo fuertes vínculos con sus profesores. Creció en diferentes lugares del barrio judío (Josefov), ubicado en la otra margen del Moldava. Kafka escribía en alemán y necesitaba de traductores para poder divulgar sus reflexiones en checo.

    Abandonamos Mala Strana cruzando por el puente de Carlos, a aquellas horas a punto ya de poner el banderín de completo por el elevado numero de los presentes. Nos dirigimos a la ciudad vieja con intención de contemplar las figuritas que aparecen cada hora en punto en el dichoso reloj del ayuntamiento. Llegar, llegamos, a la hora, aunque nuestro gozo en un pozo puesto que por la multitud allí agolpada no conseguimos ver gran cosa, así que malhumorados y bastante sudados, nos acercamos a curiosear por la contigua iglesia de nuestra señora de Tyn, la cual no nos dijo nada y tras un reconfortante rehidrate pilseniano nos colocamos a la sombra a la espera de que el dichoso reloj astronómico diera la hora y nos dejase contemplar sus evoluciones. Superada con notable la prueba nos dirigimos al Josefov con intencion de contemplar allí el antiguo cementerio judío y de paso, al estar estas incluidas en la entrada, también visitamos un par de sinagogas, lugares o templos los cuales no había tenido oportunidad de conocer con anterioridad. Con nuestro libro de deberes prácticamente completado pusimos rumbo a nuestro botel aprovechando el trayecto para localizar un buen sitio en donde cenar mas tarde.

    Hay un detalle que me gustaría comentaros, los checos motivados por su aun no muy lejana dominación soviética, no son precisamente gente muy simpática o cordiales, recuerdan a aquellos funcionarios que padecíamos en los setenta del “falta la póliza” y “vuelva usted mañana”, aunque la generación de treinta años para aqui, por contra, son tan alegres como en cualquier otra parte de Europa. Valga decir que tras terminar de cenar y habiendo ya abonado la cuenta nos rodearon dos camareros y uno de los cocineros del local interesados en saber de donde eramos, como habíamos ido hasta allá y a donde pensábamos ir..., y esto aconteció en un momento en que el restaurante se hallaba hasta los topes.
    Como he adelantado Praga era el destino elegido por mi mujer. Cuando me puse a preparar la ruta no tardé en percatarme que por las fechas en que nos había tocado viajar las opciones hoteleras se halaban bastante limitadas y no era fácil encontrar alojamientos económicos que satisficieran nuestras necesidades. Elegí ascender inicialmente a Praga al no tener claro la continuidad. Podíamos volver desde allí atravesando Alemania y aprovechar para visitar los tramos del Rhin y Mosela “románticos”, ascender a Berlin de la que apenas dista trescientos y pico kilometros, o bien irnos a rodar por los socorridos Alpes y asi poder tachar de mi listado algunas de esas visitas pospuestas con anterioridad. Finalmente salimos de Praga hacia el Tirol. CONTINUARÁ


    Última edición por mugire; 18/08/2019 a las 18:38

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