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En la localidad pontevedresa de Arbo nos citamos dos amigos. Saludos, cafecillo y a las motos. Juán mira con lógica envidia a la moto que no es suya…
Al poco rato ya rodamos por asfalto portugués. Oteando el valle, resulta imposible definir los límites de ambos países. Así debería ser en todos los lugares.
Una breve parada en el monasterio de Fiaes para luego entrar en ese otro mundo que es el Parque de Peneda-Gerês.
Tras explorar el destino de alguna fácil pista pasamos por Aveleda. Allí se sitúa la ermita mas pequeña que conozco: Nossa Senhora da Guia.
Seguimos disfrutando de moto y entorno. La branda de San bento do Gando nos espera. Las “brandas” son poblaciones solo habitadas en verano para pasto de ganado y pequeños huertos.
Se conjugan las restauraciones actuales y arquitectura tradicional de montaña.
Es la hora de la comida y no hemos coincido con nadie. Nos despedimos del único ser vivo que vimos, un pequeño roedor ocupa y bajamos al pueblo de Roucas para tomar los correspondientes bocatas.
Dos cervezas, dos cafés y un pequeño postre por 4,40€. Un visitante habitual de San Sebastian -por ejemplo- al pagar pensaría que está robando. Seguimos. La carretera que nos lleva hacia Lindoso es excepcional de trazado y paisaje.
Un pequeño camino nos hace ir algo más concentrados lo que no impide tener buenas vistas del Parque Nacional.
Mezio es una zona muy rica en restos megalíticos. Abundan los dólmenes, mamoas y petroglifos. Un incomodo chaparrón nos quitó las ganas de visitarlos. Sin embargo nos pareció oportuno seguir la pista hasta la cima del monte. Se ve que teníamos más ganas de moto que de piedras viejas.
Y como no, las vistas desde la cima abarcan nuestro país y el vecino.
Unas carreteras terciarias pero sosas nos permitieron llegar a Sistelo. Los portugueses lo llaman “el pequeño Tibet” por sus bancales. Pero este fin de semana de Agosto parece que está saturado de tibetanos, las huertas y prados están amarillentos, y un incendio cercano lo emborrona todo.
Las veces que aquí estuve era primavera o invierno y era otra cosa. Le explico esto al amigo mientras caen unas cervezas en un siniestro bar de carretera. Volveremos a esta zona en mejor época.
Rodamos juntos unos pocos kilómetros pues en Barbeita, junto al medieval puente de los Moros (todavía en Portugal) divergen nuestros caminos de vuelta.
Nos hemos divertido. Se le ha sacado partido a las motos, a la ruta y al día.