Este finde he tenido la suerte de poder probar la F1 de las trails.
Cuando lo he publicado en las redes he leído de todo: absurda, ilógica, excesiva...
Probablemente sea así pero al que se la compre le dará igual. Lo hará porque puede, porque quiere lo mejor y sobre todo por puro capricho.
Esta es una moto de sensaciones brutales, como ninguna de las que he probado hasta ahora. Una moto que es capaz de dejar una línea negra de goma de 50 metros al acelerar en asfalto, de poner en aprietos a cualquier super deportiva por curvas y al mismo tiempo mantener un ritmo altísimo en offroad. Increíble.
Y por si fuera poco tocando unos botoncitos se convierte en una tranquila y cómoda viajera.
Pero no hay que engañarse, los kilos y el volumen están ahí y cuando la pista se convierte en sendero y el sendero se complica hay que tener muy buenas manos para salir airoso.
Obstáculos que con la 790 pasaba como si nada, con la 1290 eran todo un reto.
Ha sido toda una experiencia y un privilegio poder gozar de esta moto todo un fin de semana, merece un post más exhaustivo que espero poder escribir lo antes posible.
Ya os contaré.
De momento unas fotos de esta maravilla.
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