El unplugeed de las chicharras
nos anunciaba que tras un verdor
mas prologado de lo normal, el estío,
inexorablemente acaba vistiendo de secarral
los campos de esta tierra. Así que, en plena
canícula de la sobremesa de domingo,
tres aguerridos y quijotescos traileros:
Miguelo, Gustavo y Jesús (yo mismo),
ensillan sus rocinantes de metal para atravesar
el secarral con el polvo, el sudor y la diversión
como inseparables compañeros de viaje.
Las mieses brillan segadas al borde de los caminos
Los hombres están bregados, por los trechos recorridos
Huyendo de la llanura, avanzan hacia las lomas…
¡Me distancio en la aventura!, para que polvo no comas.
El agua de algún regato, ameniza este garbeo
Haciendo pasar un rato, de derrape y cachondeo
continuamos caminando
con alguna paradita…
uro:
Y con las piedras bregando
hicimos la subidita
Mas no terminaban las piedras
Porque había mas de mil…
por las veredas estrechas
del viejo ferrocarril.
Con trepadas escarpadas, casi propias de una enduro
el recorrido alternaba: piedras, camino y muro.
Y parando en una fuente con chorros y piedra esbelta
emprenden, no de repente, el camino de su vuelta…