***** AVISO IMPORTANTE: Esta crónica es 100% asfáltica. A los que seáis alérgicos a esta superficie no continuéis si no tenéis las medicinas cerca, tampoco es aconsejable a los que sufren “lecturofóbia”, en ese caso, se recomienda que la leais en varias veces, o os limitéis a ver las fotos, que hay alguna que no está mal *****
Un río siempre es sinónimo de vida, de gente que durante su recorrido comparten algo que les une, que les hace iguales entre ellos y diferentes a los demás, el río impregna sus caracteres dejando huella en ellos. Si además este río es navegable, este nexo se acentúa, y si por ende estamos hablando de un río que ha sido protagonista de la historia de un país no cabe duda que forma parte de los genes de los que habitan en sus orillas.
Este fenómeno se produce de manera tremendamente acentuada en la Val de Loire (Valle del Loira), y es que una escapada para visitar sus castillos, sus encantadores pueblos, sus gentes, su gastronomía… se convierte en un viaje por el tiempo, que nos traslada a la Francia renacentista entre finales del siglo XVI y la Revolución s.XIX. Y es que fue precisamente esta la época dorada del Loire, que acogió en sus dominios reyes, cortesanos y todo el séquito que conllevaba. Todo este legado se ha convertido en orgullo de sus habitantes, que siempre se muestran atentos, cordiales y educados de indicar, mostrar e incluso aclarar dudas sobre su patrimonio y su historia. Gastronómicamente, Francia es Francia… o sea, se come bien pero caro!!! Aunque no es una zona especialmente cara, (sobretodo si lo comparamos con la costa o con París) sí que es una zona donde se come especialmente bien. (100% recomendable el Cue de Vache a la Monsoreau, y todo lo que lleve foie gras…)
El Valle está considerado patrimonio de la humanidad, ya que en los 300 km. que separan Angers y Blois hay mas de 50 castillos dignos de ser visitados, evidentemente no pudimos verlos todos, por lo que decidimos seleccionar unos cuantos.
El primer día fue exclusivamente de viaje, 700 km. la mayor parte de autopista, y saliendo de casa demasiado tarde, nos hicieron llegar a destino a las 2 de la madrugada. En definitiva, un palo!, pero con la llegada de la mañana siguiente cambiaron los ánimos en cuanto pusimos a planear las actividades (íbamos sin un plan preestablecido, lo único que habíamos planeado era el alojamiento). Nos decidimos hacer “campamento base” en Tours, pues al estar justo en medio de la mayoría de los castillos a visitar parecía la opción mas lógica, si hubiese de volver hoy, seguramente lo plantearía con dos (o tres) alojamientos diferentes. Tours es una ciudad estudiantil, y por tanto con vida nocturna, lo cual se agradece en Francia, con una restauración de buena calidad y como he dicho antes con unos precios razonables. El albergue es decente y tranquilo, pero deja bastante que desear en aspectos como la pintura y la higiene en general, y la higiene de los baños en particular (esto último es una constante en prácticamente toda Francia), pero es barato (18€ X persona, incluido el desayuno), lo que te hace compensar un poco los sablazos que te meten en la autopista (tanto en peajes como en gasolina).
Decidimos empezar por el oeste, y tras unos cuantos kilómetros transcurridos por la general que recorre la orilla norte, allí nos esperaba Angers, una ciudad con tres grandes atractivos; el castillo, que es el mas “marcial” de la zona y que data del siglo XV, la catedral, erguida el siglo XII sobre la misma planta de su predecesora, del s.XI se encuentra en un enclave estratégico en el que se han hallado pruebas de la existencia de una antigua edificación religiosa des de por lo menos el año 490 D.C.. El otro gran atractivo es el casco antiguo de estilo medieval que se conserva la misma estructura desde el siglo III, y en la que destacan la casa de “La Tour”, una de las pocas casa “laicas” de la zona y la “Maison d’Adam” que fue edificada por un rico mercader antes del año 1500 con motivos esculpidos en madera de Adán y Eva. Esta casa es un ejemplo del mas puro estilo medieval francés.
A unos escasos 30 Km. de Angers, se encuentra una pequeña joia; el “Chateau de Plessis-Bourré” este castillo que no destaca por su historia, pero su enorme foso y su piedra clara le dotan de una belleza serena, y paseando alrededor apetece sentarse a contemplarlo durante horas. De hecho, en 1997 “La Poste” eligió este castillo como imagen de un sello. Su construcción data de 1468 y se prolongó durante 5 años, y fue el hogar de Jean Bourré, consejero y tesorero del rey Luis XVI (… si, el decapitado…).
La jornada concluyó con la visita a uno de los platos fuertes el “Chateau de Saumur” este precioso castillo de “cuento de hadas” nos ofreció un fabuloso atardecer, y el restaurante que se halla justo en el parking de éste, una magnifica cena (todo productos de la zona), y como no hay regla si excepción, en este caso el precio no fue excesivo. Este castillo ofrece unas fabulosas vistas del puente de Saumur, y de toda la zona, pero desde el puente la vista del castillo se alza fuerte, altiva, casi arrogante, desde su posición predominante sobre el valle.
El tercer día decidimos poner rumbo al Este, con tres objetivos prioritarios; El “Chateau de Chambord”, el “Chateau de Cheverny” y el “Chateau de Blois”. De los cuales el primero y el último tienen la consideración de “Reales”.
Chambord es el castillo más grande de la zona, y fue construido por Francisco I en medio de una enorme reserva de caza, que todavía en la actualidad se conserva como reserva nacional. Es una construcción espectacular muestra del renacentismo francés, pero con claras influencias italianas (de hecho se sospecha que Leonardo da Vinci fue invitado a trabajar en la concepción del edificio), y su utilidad fue la de residencia para ir a cazar. Otros reyes y personalidades que aquí se aposentaron fueron; Enrique II, Luis XIV, Estanislao I Leszczynski (Rey de Polonia en el exilio)… entre otros.
Atravesando las llanuras por carreteras estrechas que van de pueblo en pueblo llegamos al castillo de Cheverny, del cual no os puedo contar gran cosa, ya que por un lado el enorme calor que hacia ese día, y por el otro el elevado precio de las entradas nos hicieron decidir en pasarlo de largo… solo comentar a los “fans“ de Tintin que és en este castillo donde se inspiró Hergé para hacer el cómic “Las Joias de la Castafiore” …y de eso le sacan gran provecho (…).
Las mismas fascinantes carreteritas nos iban a llevar a uno de los enclaves que nos hacia mas ilusión visitar; el “Chateau de Blois”. Pues, cuando estábamos decidiendo si hacer este viaje o no, casualmente por la tele hicieron la película “La dama de Monsoreau”, y este era uno de los castillos que mas veces salían en pantalla, y se nos acabó de meter el gusanillo dentro. Este “Chateau”, se ubica en el centro de la ciudad de Blois, y no destaca por su aspecto exterior, pero si por su historia, ya que entre otros, hechos acaecidos dentro de estos muros decidieron la sucesión al trono de Francia en varias ocasiones.
Sus muros han sido residencia y refugio de varios reyes; Luis XII, Francisco I, Enrique III que fue allí refugiándose de las guerras de religión y acabó haciendo asesinar al Duque de Guisa (que a fin de cuentas era su anfitrión), Enrique VI, también la famosa Maria de Medicis, donde murió… y hasta 7 reyes y 10 reinas de Francia habitaron sus paredes. Además, en la capilla de este Castillo fue bendecida Juana de Arco a su partida hacia el asedio de Orleáns. En las salas de este castillo hay cuadros y antigüedades que sirven al visitante como referencias claras para hacerse a la idea de la historia que encierran sus paredes. Entre ellas, me gustaría destacar dos; Juana de Arco recibiendo la bendición por parte del Arzobispo de Reims y el asesinato del Duque de Guisa. (Aunque hay muchos mas y seguramente mejores….)
Como ya habíamos recorrido “los extremos” de la zona visitada el día siguiente se preveía escaso de moto… hasta que descubrimos la carretera que pasa al sur del Loira… estrecha, sin marcas en el suelo ni casi señales y con el encanto de ir lo mas cercano posible al río. De hecho, es una carretera tan poco frecuentada, que incluso encontramos pavimento de adoquines. Realmente el trayecto se convirtió en un paseo delicioso compartido con algunos ciclistas, paseantes y ocasionalmente algún coche.
Empezábamos el día tal i como habíamos terminado el anterior; con un plato fuerte, el “Chateau de Chenonceau”, También conocido como el “Castillo de las Damas”, por la enorme trascendencia que han tenido varias mujeres en su historia y su evolución. Este castillo merece, por si solo, todas las horas de autopista del mundo!... os cuento un poco por encima; Inicialmente era un castillo medieval situado en el margen derecho del río Cher, que es afluente del Loira, y del viejo castillo se conservó una torre (claramente separada del actual conjunto) y el resto fue derruido para mas tarde construir sobre su planta un nuevo castillo de estilo renacentista (…era lo que se llevaba por allí por el 1500), bajo el lema “sil vient a point me sowiendra” (ya sé que no esta correctamente escrito, es textual) algo así como, “si consigo acabar-lo, se acordarán de mi”. Este lema salió directamente del ego de Jean Marqués.
Al nuevo castillo se le fueron añadiendo primero un puente para cruzar el río, posteriormente una galería que cubriría todo el puente para posteriormente sobreelevar esta galería construyendo otro piso superior con tejado, que es el aspecto que tiene actualmente y que le aporta todo el encanto.
Este Castillo también tiene la consideración de “Real”, y desde sus salas siempre desafiantes a las aguas, Catarina de Medicis ejerció como regente de su difunto esposo Enrique II. Que años atrás había regalado este mismo castillo a su amante favorita; Diana de Poitiers… (en otras palabras, que casi se sacan los ojos la una a la otra, y al final la “casita del río” se la quedó la esposa oficial…). El castillo vio la subida al trono de Francisco II, Carlos IX y finalmente Enrique III. A la muerte de este último, su esposa Luisa de Lorena convirtió este castillo prácticamente en un convento por el duelo por la perdida de su marido; llenó las salas de monjas y eclesiásticos, trasladó sus aposentos al piso superior (bajo el tejado), puso un oratorio encarado directamente a la claraboya de la habitación y pintó las paredes y techo de un lúgubre color negro con finos ribeteados pintados en blanco. A partir de entonces Luisa de Lorena paso a vestir siempre de riguroso blanco (el color del duelo real) y por eso se la conoce también como “la dama blanca”. También digna de mención es la conocida como “Sala de las 5 reinas”, pues en ella moraron María Estuardo, Isabel de Austria, Margarita de Valois, Isabel de Valois i Luisa de Lorena-Vaudémont,
Pero no todo fueron penurias en sus aposentos, ilustres nombres de la historia occidental han recorrido y llenado de virtud sus salas; Montesquieu, Voltaire, Rousseau… enmarcados en un espacio idílico y con obras de fantásticos pintores de las mejores escuelas decorando las paredes; Rubens, Tintoretto, Murillo, Corregio… y uno que me hizo especial ilusión; Francesc Ribalta, Pintor nacido en Solsona el 1565 (yo tengo antepasados de Solsona… y es que el mundo es un pañuelo… quizá es antepasado mio… ).
Aunque en cuestiones artísticas Chenonceau es un espacio vivo, pues son habituales las exposiciones itinerantes en sus salas, nosotros coincidimos con una exposición de artistas actuales de todo el mundo sacados de los fondos de la UNESCO, fantástico!
Ante tal exuberancia de arte pude contemplar una de esas escenas que no dejan de sorprender; Habitualmente cuando en una sala hay una cama antigua y te dicen que allí durmieron durante años unos cuantos personajes ilustres, pues dejas de hacer un poco de caso a lo demás. Pero si en esa misma sala tienes un cuadro importante colgado, pues te lo tienes que mirar!!! Todo eso lo digo porque unas señoras, seguramente norteamericanas (lo digo por el extremado acento nasal, las exageradas gesticulaciones de sus abultados cuerpos y el elevado volumen de sus sobre-agudamente timbradas voces) estaban literalmente “flipando” con un jarrón de flores secas que había justo al lado de “L’enfant Jesús et Saint Jean” un “cuadrucho” de un tal Pierre-Paul Rubens!!!. Por lo visto no el cuadro ni la cama de Luis XIV no tenían ni el mas mínimo punto de comparación con ese maravilloso jarrón de flores secas…
El último castillo al que pusimos rumbo, el Chateau de Ussé, escenario donde se sitúa la leyenda de “La Belle au Bois Dormant” (La Bella Durmiente), es un castillo que ha pertenecido a la misma familia desde su creación. No es un castillo espectacular, ni tampoco grande, pero como el paso del tiempo ha dejado una importante colección de vestidos, muebles y enseres varios de época, han recreado la historia de la bella durmiente en sus habitaciones… a falta de grandeza, imaginación!
Acabamos la estancia en la zona bajo tierra… concretamente en las Grottes Pétrifiantes de Savonnières, unas grutas que tienen como interés la gran cantidad de agua con mucho calcio, lo cual usan para “petrificar” todo tipo de objetos y venderlos posteriormente como souvenirs a los turistas. Otro encanto es la barra que hay en el fondo de la cueva donde sirven degustaciones del vino de la tierra… Y es que cuando se mezclan las palabras vino y gratis, no podemos resistirnos!!!
A la vuelta queríamos hacer una parada intermedia, pero como no hubo ningún sitio que nos hiciese el suficiente “Tilín”, al llegar a Toulouse decidimos desviarnos hacia Carcassonne. Para los que no lo conozcáis, se trata de la joya cátara del sur de Francia. Allí dormimos en al albergue, este si que es 100% recomendable, ya que a parte de económico, limpio y bien cuidado se encuentra dentro de las murallas medievales, y por si fuera poco, tienen un pequeño patio interior donde dejar la moto sin incremento de precio!!!
La ciudad de Carcassona es también Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Sus 52 torres y barbacanas y su doble recinto fortificado impresionan al visitante a primer vistazo, se trata de un conjunto defensivo con mas de 2600 años de historia que nunca fue tomada por la fuerza, donde galos, romanos, visigodos, sarracenos y francos dejaron su huella. Pero la huella mas profunda la dejaron los Cátaros, quienes fueron amos y señores de la mas bella fortificación del lado norte de los pirineos. Fue su tiempo el del máximo esplendor de la fortaleza, que fue entregada el 1209 a los Cruzados por un tratado que evitó un baño de sangre en la guerra entre Cátaros y Francos. En ese momento pasó a ser la plaza fuerte de la frontera entre Francia y Cataluña. Años mas tarde, lo que no consiguieron las armas lo consiguió un tratado, el “Tratado de los Pirineos” que fijaría la fronteras entre Franceses y Españoles lejos de Carcassona. El declive y el consiguiente deterioro llevaría a esta magnifica belleza hasta el estado ruinoso.
En el siglo XIX, Carcassona fue restaurada por Viollet-le-Duc, célebre arquitecto que pasó a la historia por restauraciones como la de Notre-Dame de Paris. La restauración de la misma duró un centenar de años, y gracias a ello hoy podemos disfrutar de esta maravillosa obra.
En resumen, 2.500 kms en una semana que aconsejo a todos aquellos que os guste el “mototurismo”. La moto, simplemente impecable, la verdad es que la GS es una auténtica “Tragamillas” que nos ha llevado con extremada comodidad y solvencia por todo tipo de carreteras.
Fin.
Citar
Te lo has currao!!
Te atreverás a ponerle tacos?
