Salgo de casa sin un destino fijo y sin saber donde voy a acabar hoy, no tengo nada programado y estoy abierto a todo, como voy solo malo será que no llegue a un acuerdo conmigo mismo. Solo tengo una obligación, poner gasolina, tiro hacia la meseta castellana en busca de un gasolinera.







Después de repostar, en la misma gasolinera me meto por un camino desconocido en busca de ningún sitio.





Como me da igual, le hago caso a la señal.












Veinte caminos que cojo, veinte caminos que se acaban y hay que dar la vuelta, normalmente esto me jode bastante, pero hoy estoy de un pasota subido y no me importa mucho.
Atravesado el pequeño bosque de carrasca y en caminos más abiertos avanzo bastante más rápido.














Todo es pequeño o grande depende con que se compare.






La dirección hacia donde me llevan estos caminos desconocidos esta clara: sin duda alguna voy “Camino Soria”.








Por cierto, “al techo no le iría nada mal…… una mano de pintura”.






Hay veces que me parece estar perdido y alejado de la civilización y resulta que la carretera nacional está ahí mismo.






Con esta como referencia no tardo en llegar a la ribera del Duero, y como dice la canción: “a la ribera del Duero existe una ciudad…………………y en la misma ribera uno rincón muy guapo, la ermita de San Saturio.















Sigo sin un destino claro, dejo la ciudad a la izquierda y en cuanto puedo, me meto por carreteras poco transitadas hacia tierra de pinares.
Vinuesa a la orilla del pantano.





Antes de entrar al pueblo sale una carretera de montaña dirección a la Laguna Negra,
domingo, mes de julio………petao de gente, no me apetece, continuo subiendo el puerto.






Si la vista no me falla el pico Urbión al fondo (2.229 m.).








Poco después corono el puerto.















Continua………………………….