Día 3. Smrika - Plitvice. 193 km. 6h30



Suena el despertador temprano y nos levantamos de un salto. Nuestro plan para estas vacaciones será madrugar bastante y hacer la mayor parte posible de la ruta durante la mañana. Así evitaremos calor y gentío.
Esta noche ha llovido mucho aunque cuando nos despertamos las tormentas habían cesado dejando un amanecer cubierto de nubes. Precioso e inquietante espectáculo.

Nos dirigimos a la carretera que discurre pegadita a la costa. Muy poco tráfico a estas horas, perfecto salvo por un detalle: el aire.

Nuestro plan para el día era hacer pocos kilómetros e ir parando donde nos pareciese a contemplar el mar, a echar fotos, meternos por caminitos o pueblecitos interesantes.

Todo esto se vio truncado por el viento que nos azotó durante todo el tiempo que pasamos junto al mar.

Pero qué vistas! No podíamos rodar ni medio rápido por la carretera porque mantenernos en nuestro carril ya era trabajoso.



Magnífico contraste de colores con el azul del agua, el verde del bajo monte, el blanco de la roca de las islas y las cambiantes tonalidades que tomaba el cielo en su baile con las nubes.









Se nos ocurrió parar a hacer unas fotos en este apartadero...



Y casi nos vamos al suelo. Al bajar de 10km/h la moto se volvía un peso muerto incontrolable por la fuerza del viento.



Si la suelto se va al suelo... Urmila, echa las fotos que quieras y continuamos!



Una pena, la verdad, porque era realmente imposible parar y disfrutar del entorno. Lo intentamos otra vez y casi nos vamos a tomar por saco.

Nos detuvimos en una gasolinera abandonada donde, orientando la moto con perspicacia y dejando la primera puesta, logramos que no se fuese al suelo y nosotros comimos algo.



Descuida, que el aire no parará, no...



En cierto momento cogimos una carretera que se adentra en el interior que suuube y suuuube y nos brinda unas vistas casi aéreas del mar. En pocos km el paisaje cambia y afortunadamente el viento cesa!
También la temperatura baja y paramos a ponernos los chubasqueros en las piernas porque estamos helados! Con térmicas y todo!

Nos vamos dirigiendo hacia Plitvice por unos puertos de montaña interesantes y la verdad es que nuestra intención de dormir de camping dos días en los alrededores se ve cuestionada por el evidente frío y el cielo amenazador.

Llegamos muy pronto a Korenica, donde pensábamos acampar. Nos entró la duda, así que decidimos acercarnos a los Lagos de Plitvice, que visitaríamos al día siguiente, para hacer un reconocimiento, ver los horarios y precios e ir pensando lo que hacer.

Nada cambió así que decidimos pasar los días en una casita muy maja al módico precio de 35€ la noche. Muy majos los Croatas. Nos recibió una chavalita que llamó a su padre para que bebiese con nosotros unos licores de bienvenida caseros. Uno fuerte (Rakia) y otro multi-frutas muy dulce . Todo un detalle.



Y como al que madruga Diox le ayuda, aun nos quedó tiempo de ir a comprar y hacer un largo paseo por sitios aleatorios para empaparnos del lugar.



Mañana más!