Día 69. Lunes 26 de junio 2017. Mokshan (Truck stop) – Domodedovo (Moscú) 586 km.
Estoy en un motel en una parada de carretera, pero lo que me despiertan no son los motores de los camiones o el trafico de la carretera, si no el sol que entra por la ventana sin persianas. Las finas cortinas no logran impedir el paso de los rayos de luz que anuncian la salida del sol, que en estas latitudes a finales de junio sale a las cuatro de la mañana… demasiado pronto para levantarse.
El sol se escondió muy tarde, y hubo claridad hasta las tres y pico de la mañana, por lo que si a las cuatro ya es de día otra vez podríamos decir que he visto el sol de media noche sin tener que ir al mítico cabo norte, donde por cierto, cuando estuve por allí lo único que vi fueron ingentes cantidades de agua en forma de lluvias torrenciales.
Intento dormir un rato más, y finalmente un par de horas más tarde me dirijo a la cafetería a desayunar. Esta mañana tienen lo mismo que había ayer para cenar, y supongo que si hubiera llegado un rato antes habría descubierto que también fue lo mismo que tenían para comer.
Viendo el plato de otra mesa le pido dos huevos fritos, pero la amable señora me dice que no puede ser. Le insisto haciéndole entender que yo se lo he visto a unos paisanos, y tras el problema inicial de su lengua materna que yo no domino descubro que solo se trata de un error de concepto: yo le pido dos huevos fritos y ella me dice que no puede ser, que la ración es de tres.
Así que tras comerme tres huevos fritos a las seis de la mañana cargo los trastos y arranco de nuevo la moto,… suena bien, está de estreno de aceite y filtro, y eso ella parece que lo agradece.
Poco que reseñar en el día de ruta, mismos paisajes, campos de cereales, cultivos de patatas, bosques frondosos, obras en las carreteras… y radares, muchos radares de control de velocidad. Y como contradicción absurda encuentro mucho exceso de velocidad y agresividad al volante, así que toca ir con mucho cuidado con los energúmenos que me adelantan sin contemplaciones.
En una parada de gasolinera aprovecho para hacer un pequeño pic nic, pues por muy difícil que parezca aun tengo embutido que me traje cuando salí de casa.
Sí señor, tengo un fuet, aquel famoso fuet que quisieron cambiarme en Uzbekistan los chicos de Madrid (www.novolamos.com) que viajaban en una Nissan Vanette y se ofrecieron a llevarme a Barcelona una alfombra a cambio de aquel preciado manjar …y no quiero contaros en qué estado se encuentra tras 69 días en la maleta de la moto. Decididamente debí dejarme convencer y comprar una absurda alfombra para que dos tipos camino de Vladivostock me sorprendieran un día al llegar a casa con ella.
Pero no sufráis, mi estomago estaba curtido y aquello le pareció simplemente algo con lo que entretener al hambre hasta más tarde.
Las carreteras se van alternando, buenas… normales… obras… dos carriles… y pueblos, muchos pequeños pueblos, donde los coches que me han adelantado a velocidades estratosféricas reducen la marcha a paso de tortuga, para volver a ponerse en órbita tras dejar atrás la ultima calle con casas.
Llego a nosedonde, una enorme ciudad industrial, fea, gris, atascada, asfixiante, donde ayer me plantee hacer la parada de hoy. Por suerte decidí estirar el día y no me quedaré aquí, así que sigo con mi ruta monótona de hoy.
Me canso de la carretera M5, es la que según mi mapa me lleva directo a Moscú, pero como está cuajada de motivos que hacen reducir la conducción a 60 km/h decido buscar la autopista M4 que sorprendentemente sin pasar por peaje alguno me llevará a mi destino.
Finalmente entre un tráfico agotador llego al hotel, precioso, estoy de suerte. Anoche reserve por internet algo que me cogiera de camino antes de llegar a Moscú, para mañana poder dar una vuelta por la zona, peo no esperaba que fuera algo tan bonito por el precio que pagué.
Como estoy medio asilvestrado después de tantos días a mi aire aparco en la puerta sin ningún tipo de preocupación, pero no he llegado aún a la habitación que me vienen a buscar para que saque mi trasto del medio. Si, decididamente ya estoy en la civilización, y será mejor que me empiece a mentalizar.
Hoy el día me regala una hora extra, para mi tendrá 25. Estoy yendo de este a oeste, así que al igual que cuando llegué a Samara voy recuperando las horas que perdí semanas atrás.
Poco después empieza a llover a mares, aunque por suerte ya estoy a buen resguardo y veré caer la lluvia a través de las ventanas de la habitación.
Lo que queda de tarde lo pasaré comiendo unos deliciosos pistachos que traigo de Irán con unas cervezas locales y escuchando gracias a internet un estupendo programa de Toma Uno, en radio 3… qué grande es esto de viajar.
GASTOS.
GASOLINA 633 RUBLOS (10€) 16,5 LITROS
HOTEL 2250 RUBLOS (34€)