Es claro el malestar general que afecta en mayor o menor grado a todo el planeta por las consecuencias del Covid. Dejando de lado lo más doloroso, aunque creo que la tristeza en mayor o menor grado ha aumentado si o si en todo el mundo, también nos encontramos con los protocolos que nos han impuesto para evitar los contagios, que limitan nuestra movilidad y relación con los demás. Para colmo, el tiempo se está comportando como debe en invierno y aumenta mucho el hastío.
Así me está afectando esta situación.
Ayer vi que hoy podía brillar el sol, de un forma bastante regular. Teniendo en cuenta que cualquier plan hay encajarlo como una pieza del Tretris, he superado la pereza, he vuelto a ser un poco yo, y he tirado "palante" en horas donde no podía perjudicar los planes del día.
Con parte de mis trastos, he cogido la autovía y en 25 minutos estaba en el lugar pensado. He tomado asiento, y a disfrutar desde el primer minuto del sol, antes de que apareciera.
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No llevaba mucho abrigo. No hacía falta, pero, las manos se me han quedado heladas, y la braga ha ayudado a las orejas.
Después de la sesión de fotos y de escuchar los sonidos del amanecer - por supuesto con alguno cortando ramas por el fondo del valle-, me he puesto en marcha sintiendo como la ropa ya absorbía calor. Al poco rato las manos estaban bien con los guantes finos recién cogidos para andar por campo.
Ayer, en Madrid capital, no hizo demasiado sol. Además estuvo lloviendo toda la madrugada y dejó de jarrear a eso de las nueve. Por la tarde sí pudimos ver el sol de pleno, y, junto con la temperatura los caminos han secado algo y no he encontrado barruzo botijero, eso sí, más fácil con tacos que sin ellos. Las bañeras han sido una constante, y en el lavadero he retirado salpicones y algo de barro.
Se nota que las roderas son más marcadas, y que han aparecido muchas nuevas. El deshielo y el agua de las lluvias han hecho su trabajo. Igualmente he encontrado una zona muy descarnada y larga, con mucha piedra suelta. Ha resultado muy divertido: los tacos se clavaban, algún meneíto, leer el terreno por las zonas de piedras, pendientes con roderas traicioneras en las zetas, y algunos cambios en la moto han hecho que haya pasado un buen rato, encontrarme a gusto con la moto y disfrutar del ansiado campo.
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Poco antes del lavadero, me acerco a ver cómo anda una represa, localizada en un lugar que ya quisiera para mi; Efectivamente, la corriente ha hecho más salto, y baja agua que para qué.
Tranquilo lavado en un lugar de lo más curioso que me gustaría tener cerca de casa, y tras unos kms de curvas, autovía, 130, y en otros 25 minutos en casa, sin pisar lugares prohibidos.
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