Santoalla: Películas, Crimen y ruta trail

[Carlos75]

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Es complejo contar al detalle todo lo que ha ocurrido durante los últimos años en una remota aldea del sureste galaico a la que nos dirigimos con las trail.




Pasar por Castro Caldelas y divisar su castillo es casi lo mismo.




Ahora bien, encontrar en Trives el mirador Penas de Rome es algo muy difícil. Sin señalizar, sin inaugurar y estando oculto tras una pista de tierra, es una tarea de exploradores dar con él. Pero vale la pena el esfuerzo.










Abajo esta la garganta del río Navea y en la falda de la montaña su pueblo homónimo.




Entretenida carretera y llegada al valle de Valdeorras. Petín y A Rúa se asoman al río Síl







Una cuaternaria línea de asfalto nos acerca a nuestro destino. Pero antes tomamos un desvío a la nueva aldea de San Fiz pues la construcción de una presa provocó un corrimiento de tierras en la antigua que en principio no estaba afectada por el embalse.










Y allí una pareja tuvo el gesto de prestarnos su comedor (cuando solo le habíamos pedido el banco exterior) para tomar nuestras vituallas. El perteneció a un grupo de Harleys catalán, tipos duros por lo que me comentó. Muchas cosas interesantes de variados temas nos quedaron por hablar. Gracias Sara y Manuel por vuestro buen rollo.







Ahora si tomamos dirección a Santoalla (Santa Eulalia) que es la aldea donde se rodó allá por 1989 el primer largometraje en gallego. Fue un todo un hito. Gustó en su estreno.




Una indómita y serpenteante carreterilla -con buenas perspectivas- lleva a un alto desde donde se divisa la aldea. Margo Pool es su única habitante.










Al descender pasamos por A Pedralta, peñasco significativo que también aparece en un par de ocasiones en el film “Sempre Xonxa”







Los barrios de la aldea son todos una ruina, salvo la iglesia, y un par de casas.










En una de ellas vivía la única familia residente cuando en 1997 una pareja de holandeses arribó a tan remoto lugar y sintieron que era la Ítaca que buscaban.







Martin y Margo eran espíritus libres que buscaban una vida alejada y autosuficiente. Compraron una casa, la repararon y se convirtieron en residentes de Santoalla.




Al principio se llevaron bien con la familia originaria, pero cuando surgió el tema económico (pues tenían derecho como empadronados, al usufructo y rentas del monte comunal) se creó un ambiente insoportable. Martin solía grabar las amenazas de sus vecinos. Temía por su vida.




En enero de 2010 después de salir a la capital municipal para realizar unas compras, nunca regresó a casa. Durante cuatro años se investigó el caso. Unos cineastas americanos supieron de la desaparición y rodaron un excelente documental que incluía imágenes grabadas por el holandés.








En 2014 se encontró el todo terreno de Martin semi calcinado y unos pequeños restos humanos que eran los suyos.




Se estrechó el cerco sobre los dos hermanos de la otra familia y los detuvieron como sospechosos. El documental se utilizó como prueba en el juicio. Juan Carlos confesó haberle disparado dentro del todo terreno y Julio, el hermano llevó el coche 15 km por pistas sin querer saber si Martin estaba muerto o malherido. Luego intento quemar coche y pruebas.




Margo nos recibió muy bien (la habíamos avisado) y nos cuenta que pese a todo, ese es su paraíso. Tras un café y algo de charla, la acompañamos mientras da de mamar a sus cabritillos y allí nos despedimos tranquilamente.







Volvemos a nuestras motos con una extraña sensación. Seguimos camino y este nos devuelve diversión al manillar.













En medio de ninguna parte un agrietado puente nos detiene. El rodeo que tendríamos que hacer es de unos 30 km. Salimos de dudas cuando un tractor cargado de leña pasa como si tal cosa. Dejamos (con razón) de ser buenos ciudadanos y cruzamos el río Xares.










Un par de miradores en el camino y otro mas frente al santuario de As Ermitas para estirar las piernas.














Ya de camino de regreso, O Bolo con su torre centenaria y Pumbariños con su castaño milenario, dan por rematada esta ruta.







Ha sido una jornada tan emotiva como placentera. Como bien sabéis, es intenso lo que aporta rodar en moto.