rebote
06/08/2012, 22:47
Bueno amiguitos, creo no equivocarme si comienzo esta crónica diciendo que no va a tener tantos lectores como la crónica siberiana de Indarktm ni va a levantar la admiración de las fotografías que nos enchufa Carlber, por nombrar a tan sólo uno de los magníficos reporteros gráficos que suelen adornar sus crónicas con preciosas instantáneas que te transportan al lugar y te hacen sentir partícipe de la salida.... Repito, va a ser que no. Pero haremos tooooodo lo posible por que paséis un buen rato.
Por empezar por el principio, diría que todos llegamos al punto de encuentro puntuales y con un cosquilleo en la barriga digno de las mejores ocasiones. Yo iba más contento que un niño con zapatos nuevos (estrenaba botas!!!) aunque mi aspecto friki trailero me hizo agradecer que no hubiera cámaras que inmortalizasen el momento. Qué le vamos a hacer, pero mi esquizofrenia entre la pasión trailera y mi natural austero (en el sentido aún no secuestrado de la palabra) me proporcionan un aspecto cuando menos curioso, en cuanto a que si me parase un forestal no sabría si multarme, o pensar que soy un payés que voy a una fiesta de distraces improvisados.
Describiré muy brevemente al grupo. Raky, el organizador de la cosa, se le nota un desparpajo encima de la moto que denota ya galones; amable, atento y buen piloto. Mauro, un auténtico zorro del desierto, literal, pues ya ha bajado ocho veces a Marruecos según tuvimos ocasión de conocer durante las distendidas charlas que mantuvimos. Lagartoktm, un enfermo de las motos, casi diría que una institución en el mundillo: Marruecos, Paddock, 24h en Montmeló...etc... ¿os hacéis una idea, o sigo? Xemari, un presunto novato trailero que sabe saltar, derrapar y subir pedrolos con mixtas como si fuese por la rampa del parking. Sólo su modestia superaba su buen hacer encima de la moto. Vamos, que con este personal, estaba claro que el desayuno no iba a ser el objetivo de la salida. Nada de butifarras ni tocino ni judías ni allioli. No voy a decir fríamente que nos avituallamos con proteínas, hidratos de carbono y algún lípido, pero la gastronomía tampoco fue la protagonista, precisamente. Y digo tampoco, porque de la fotografía, ya hemos hablado suficiente.
Como consecuencia de este planteamiento, nuestro compañero Mirko, a quien no he presentado aún y que mantuvo el tipo heroicamente con su ktm 990 adventure durante varias decenas de infernales kilómetros, pistas borradas, campo a través, troncos caídos, pendientes del copón bendito de absoluta piedra suelta del tamaño de balones de fútbol que hacían que la rueda delantera pareciese la plumilla de un sismógrafo japonés, optó por retirarse en el siguiente enlace asfáltico, ya que la ktm daba síntomas de calentamiento excesivo y el sufrimiento era demasié incluso para este compañero que demostró sobrada pericia al manillar. Os juro por lo más gordo que yo no hubiera pasado NI DE COÑA, por donde pasó él con la vacaburra. En una paradita para echar el cigarrín y descansar la mente, me salió del alma:"la husky me lleva donde yo no llego". Si no, de qué estaría yo escribiendo la crónica! Estaría mirando a ver qué contaban los que siguieron hasta el final.
Bueno, pues eso. Que a lo mejor exagero. Que la intención no fue una salida hard, eso seguro. Que lo hard es relativo. Que el tiempo es relativo. Que la vida también lo es. Pero los primeros kilómetros, los flipé bien. Después, la cosa mejoró, las pistas se fueron haciendo más amables. Pero la velocidad también aumentó, con lo que la concentración y la adrenalina no cejaron. También es cierto que uno, tonto del todo no es, y le va cogiendo el tranquillo y eso hace que aumente también el goce y el disfrute de conducir off-road (si se me permite el anglicismo). Es que si digo, por lo marrón, aún resaltaré más el cariz inicial que tuvo la salida :-)
Todos coincidimos en que Mirko, hubiera hecho las pistas de regreso con la punta del gas, y que era una lástima que se hubiera retirado. Desde aquí sólo puedo decir que quedé encantado con su humanidad y simpatía y que espero coincidir pronto en otra salida.
Y qué decir del entorno. Me maravillé con los paisajes, disfrutándolos en las paradas o si me daba tiempo a mirar sin meterme un galleto. Pistas elevadísimas, desde donde se dominaban valles enteros, pueblos, ríos, embalses... Las aves rapaces volaban por debajo nuestro. Desde mi éxtasis espiritual las califiqué de águilas, pero algún compañero, acertadamente, me puso los pies en el suelo y me señaló que eran buitres. Me quedé pensando en las connotaciones morales y personificadoras que tienen ciertos animales, pero al final, le vi la utilidad a la cosa. Si me desmayo, esos bichos señalarán mi posición mejor que un GPS.
En fin, también quiero decir que en el último tercio de recorrido, cuando mejor lo estaba pasando, un tornillico de la estribera derecha de mi amoto quedó guillotinado en un salto y me quedé con un pie colgando. Cagontó, tanto clamar por el retorno del invento de Monsieur Guillotin, en estos tiempos en que se necesita algo más que votos para sacudirse de encima tanto caradura, ladrón y explotador, y lo único que se me guillotina es un pobre tornillo que bastante trabajo tenía en aguantar mis 94 kg en cada salto que pegaba (Snowbiker, te he echado de menos, pero quiero que sepas que he puesto en práctica lo aprendido!!). Tengo que agradecer tanto la generosidad como la habilidad mañosa del compañero Lagarto, que en un plis plas, cual McGyver cualquiera, hizo un apañico que me permitió seguir la ruta como si tal cosa, con la única salvedad que me tuve que tragar todos los saltos que quedaban sin levantar el culo del asiento, ya que la estribera no estaba católica. Podéis imaginar como fue el viaje de regreso, más de cien kilómetros en el comodísimo asiento de la Husqvarna te610, con el trasero castigado por los botes y ese final de ruta que me hicieron ensayar posturas poco ortodoxas, pero que resultaron efectivas para paliar el incómodo dolor de glúteos acumulado en el recorrido. Dolor que, por otra parte, no me restó ni un ápice del disfrute que experimenté en esta salida pirenaica. Volvería a hacerlo, como dice la canción...
Total, unos 170 km de pistas (me he pasao???), tramos que me recordaban la literatura española que me enseñaban de crío en la escuela (polvo, sudor, hierro...) y que dentro de poco volverán a enseñar a los críos de ahora, si es que alguna vez se dejó de hacer.
Yo, por mi parte, sólo agradecer la oportunidad de aprender con gente como la que me he topado. De natural reflexivo, encuentro en el trail, y más cuando es un poco rapidillo, la oportunidad de dejar el instinto libre, decidir rápido, pensar poco y actuar mucho. Tal vez sea eso lo que me acercó al mundillo éste.
Que lo disfrutéis.
Por empezar por el principio, diría que todos llegamos al punto de encuentro puntuales y con un cosquilleo en la barriga digno de las mejores ocasiones. Yo iba más contento que un niño con zapatos nuevos (estrenaba botas!!!) aunque mi aspecto friki trailero me hizo agradecer que no hubiera cámaras que inmortalizasen el momento. Qué le vamos a hacer, pero mi esquizofrenia entre la pasión trailera y mi natural austero (en el sentido aún no secuestrado de la palabra) me proporcionan un aspecto cuando menos curioso, en cuanto a que si me parase un forestal no sabría si multarme, o pensar que soy un payés que voy a una fiesta de distraces improvisados.
Describiré muy brevemente al grupo. Raky, el organizador de la cosa, se le nota un desparpajo encima de la moto que denota ya galones; amable, atento y buen piloto. Mauro, un auténtico zorro del desierto, literal, pues ya ha bajado ocho veces a Marruecos según tuvimos ocasión de conocer durante las distendidas charlas que mantuvimos. Lagartoktm, un enfermo de las motos, casi diría que una institución en el mundillo: Marruecos, Paddock, 24h en Montmeló...etc... ¿os hacéis una idea, o sigo? Xemari, un presunto novato trailero que sabe saltar, derrapar y subir pedrolos con mixtas como si fuese por la rampa del parking. Sólo su modestia superaba su buen hacer encima de la moto. Vamos, que con este personal, estaba claro que el desayuno no iba a ser el objetivo de la salida. Nada de butifarras ni tocino ni judías ni allioli. No voy a decir fríamente que nos avituallamos con proteínas, hidratos de carbono y algún lípido, pero la gastronomía tampoco fue la protagonista, precisamente. Y digo tampoco, porque de la fotografía, ya hemos hablado suficiente.
Como consecuencia de este planteamiento, nuestro compañero Mirko, a quien no he presentado aún y que mantuvo el tipo heroicamente con su ktm 990 adventure durante varias decenas de infernales kilómetros, pistas borradas, campo a través, troncos caídos, pendientes del copón bendito de absoluta piedra suelta del tamaño de balones de fútbol que hacían que la rueda delantera pareciese la plumilla de un sismógrafo japonés, optó por retirarse en el siguiente enlace asfáltico, ya que la ktm daba síntomas de calentamiento excesivo y el sufrimiento era demasié incluso para este compañero que demostró sobrada pericia al manillar. Os juro por lo más gordo que yo no hubiera pasado NI DE COÑA, por donde pasó él con la vacaburra. En una paradita para echar el cigarrín y descansar la mente, me salió del alma:"la husky me lleva donde yo no llego". Si no, de qué estaría yo escribiendo la crónica! Estaría mirando a ver qué contaban los que siguieron hasta el final.
Bueno, pues eso. Que a lo mejor exagero. Que la intención no fue una salida hard, eso seguro. Que lo hard es relativo. Que el tiempo es relativo. Que la vida también lo es. Pero los primeros kilómetros, los flipé bien. Después, la cosa mejoró, las pistas se fueron haciendo más amables. Pero la velocidad también aumentó, con lo que la concentración y la adrenalina no cejaron. También es cierto que uno, tonto del todo no es, y le va cogiendo el tranquillo y eso hace que aumente también el goce y el disfrute de conducir off-road (si se me permite el anglicismo). Es que si digo, por lo marrón, aún resaltaré más el cariz inicial que tuvo la salida :-)
Todos coincidimos en que Mirko, hubiera hecho las pistas de regreso con la punta del gas, y que era una lástima que se hubiera retirado. Desde aquí sólo puedo decir que quedé encantado con su humanidad y simpatía y que espero coincidir pronto en otra salida.
Y qué decir del entorno. Me maravillé con los paisajes, disfrutándolos en las paradas o si me daba tiempo a mirar sin meterme un galleto. Pistas elevadísimas, desde donde se dominaban valles enteros, pueblos, ríos, embalses... Las aves rapaces volaban por debajo nuestro. Desde mi éxtasis espiritual las califiqué de águilas, pero algún compañero, acertadamente, me puso los pies en el suelo y me señaló que eran buitres. Me quedé pensando en las connotaciones morales y personificadoras que tienen ciertos animales, pero al final, le vi la utilidad a la cosa. Si me desmayo, esos bichos señalarán mi posición mejor que un GPS.
En fin, también quiero decir que en el último tercio de recorrido, cuando mejor lo estaba pasando, un tornillico de la estribera derecha de mi amoto quedó guillotinado en un salto y me quedé con un pie colgando. Cagontó, tanto clamar por el retorno del invento de Monsieur Guillotin, en estos tiempos en que se necesita algo más que votos para sacudirse de encima tanto caradura, ladrón y explotador, y lo único que se me guillotina es un pobre tornillo que bastante trabajo tenía en aguantar mis 94 kg en cada salto que pegaba (Snowbiker, te he echado de menos, pero quiero que sepas que he puesto en práctica lo aprendido!!). Tengo que agradecer tanto la generosidad como la habilidad mañosa del compañero Lagarto, que en un plis plas, cual McGyver cualquiera, hizo un apañico que me permitió seguir la ruta como si tal cosa, con la única salvedad que me tuve que tragar todos los saltos que quedaban sin levantar el culo del asiento, ya que la estribera no estaba católica. Podéis imaginar como fue el viaje de regreso, más de cien kilómetros en el comodísimo asiento de la Husqvarna te610, con el trasero castigado por los botes y ese final de ruta que me hicieron ensayar posturas poco ortodoxas, pero que resultaron efectivas para paliar el incómodo dolor de glúteos acumulado en el recorrido. Dolor que, por otra parte, no me restó ni un ápice del disfrute que experimenté en esta salida pirenaica. Volvería a hacerlo, como dice la canción...
Total, unos 170 km de pistas (me he pasao???), tramos que me recordaban la literatura española que me enseñaban de crío en la escuela (polvo, sudor, hierro...) y que dentro de poco volverán a enseñar a los críos de ahora, si es que alguna vez se dejó de hacer.
Yo, por mi parte, sólo agradecer la oportunidad de aprender con gente como la que me he topado. De natural reflexivo, encuentro en el trail, y más cuando es un poco rapidillo, la oportunidad de dejar el instinto libre, decidir rápido, pensar poco y actuar mucho. Tal vez sea eso lo que me acercó al mundillo éste.
Que lo disfrutéis.