oscaryrut
02/10/2017, 09:50
Puesto que hoy hace otro dia de perros y ya son unos cuantos en los que desoigo la racionalidad, hoy me he tomado el dia de fiesta.
Y lo voy a aprovechar para escribir la crónica, aunque si os digo la verdad, no se ni por donde empezar. Voy tarde, ya que muchos recuerdos se han disuelto en la memoria y es que, esta vez, me ha costado muchísimo entrar en la magia del viaje y esa misma tardanza se ha traducido en apetito por escribir.
Quizá la premura por marchar, quizá un destino no soñado, o posiblemente la segura y inquebrantable desazón de despedirte de la persona que más quiero, han hecho que hasta muy tarde no halla conseguido disfrutar de este gran viaje.
Pero aquí estoy, al Sur de Georgia, en un día más que gris,viendo el cielo llorar y siguiendo en dos aplicaciones, la evolución meteorológica del país y de la vecina Turquía, si todo va según la predicción mañana entra un anticiclón que me acompañará en mi vuelta a casa.
Y no deseo una vuelta apresurada, no hay porque, viendo como estan las cosas, lo único que me azuza a volver, son las ganas de volver a ver a mi otra mitad, y iniciar nuestro proyecto común.
Pero vamos a lo que vamos, que no es nada más que la historia de un viaje increible a un lugar no menos increible, oculto entre grandes montañas y entre grandes incognitas y donde su pasado y su presente se han visto siempre salpicados de interrogantes, los cuales le han llevado a ser un país no reconocido, a enfrentarse en guerras modernas a su vecino y a ser un culo del mundo apetecible para macarlo como destino para un viaje en moto.
Hablo de Nagorno Karabaj, un pedazo de Armenia independiente de esta, con un combulso pasado y un delirante presente que lucha por olvidar y mirar hacia el futuro con esperanza de no volver a tener que tomar nunca más las armas
Y lo voy a aprovechar para escribir la crónica, aunque si os digo la verdad, no se ni por donde empezar. Voy tarde, ya que muchos recuerdos se han disuelto en la memoria y es que, esta vez, me ha costado muchísimo entrar en la magia del viaje y esa misma tardanza se ha traducido en apetito por escribir.
Quizá la premura por marchar, quizá un destino no soñado, o posiblemente la segura y inquebrantable desazón de despedirte de la persona que más quiero, han hecho que hasta muy tarde no halla conseguido disfrutar de este gran viaje.
Pero aquí estoy, al Sur de Georgia, en un día más que gris,viendo el cielo llorar y siguiendo en dos aplicaciones, la evolución meteorológica del país y de la vecina Turquía, si todo va según la predicción mañana entra un anticiclón que me acompañará en mi vuelta a casa.
Y no deseo una vuelta apresurada, no hay porque, viendo como estan las cosas, lo único que me azuza a volver, son las ganas de volver a ver a mi otra mitad, y iniciar nuestro proyecto común.
Pero vamos a lo que vamos, que no es nada más que la historia de un viaje increible a un lugar no menos increible, oculto entre grandes montañas y entre grandes incognitas y donde su pasado y su presente se han visto siempre salpicados de interrogantes, los cuales le han llevado a ser un país no reconocido, a enfrentarse en guerras modernas a su vecino y a ser un culo del mundo apetecible para macarlo como destino para un viaje en moto.
Hablo de Nagorno Karabaj, un pedazo de Armenia independiente de esta, con un combulso pasado y un delirante presente que lucha por olvidar y mirar hacia el futuro con esperanza de no volver a tener que tomar nunca más las armas