Asier_
04/06/2007, 21:07
Comenzó la mañana en un Saloon al que llaman “gasolinera de la ESSO”. Me había quitado de encima al Sheriff y sus secuaces que me llevaban persiguiendo varios días con ayuda de rastreadores Apaches. Allí me cité con el vaquero casicasi que llegó puntual. Dio de beber a su caballo e iniciamos la marcha por inhóspitas tierras.
Llegados a un punto de la marcha, el vaquero casicasi miró desafiante una subida que se antojaba dificultosa. Terreno muy blando, piedras raíces y troncos caídos nos cerraban el paso. Tras escupir un trozo de tabaco, me miró desafiante y dijo: “¿Subimos por ahí?”. No lo dudé un momento y comenzamos la trialera.
La subíamos por etapas sin excesivas complicaciones, cuando el último tramo se le resistió ligeramente a casicasi, así que dejé a mi caballo atado y me lancé a pié cuesta arriba para prestar ayuda. Tras un par de movimientos, casicasi consiguió superar el repecho y hacer cima.
Inicié la bajada cuando me percaté de que mi caballo se había tumbado en el barro a descansar. La pata de cabra se había hundido en el blando terreno dejando la panza hacia arriba.
Levanté a mi caballo con bastantes dificultades y tremenda sorpresa me llevé al ver la maneta del embrague colgando del manillar. Se había roto el soporte. La herida no era mortal, pero si muy grave en esas condiciones (en medio de una trialera y con el sheriff siguiéndonos los pasos).
Comencé a gesticular para que casicasi bajase a conocer el percance. Una vez lo hizo, se sacudió el polvo de la ropa, levanto su viejo sombrero y masculló unas inteligibles palabras.
Comenzamos a divagar sobre la manera de entablillar la fractura de mi caballo cuando escuchamos el trote de unos jinetes. Raudos echamos mano a nuestras colt 45 pensando que el sheriff y sus secuaces se presentarían de inmediato con sus Winchester apuntándonos, pero por suerte eran dos buscadores de oro a lomos de sendas WRs.
Tras darnos unas bridas de electricista, intentamos curar la herida de mi caballo sin resultado. La primera brida la rompí apretándola y las dos siguientes en cuanto apreté el embrague. Por suerte, estos buscadores de oro experimentados nos dieron la idea de utilizar un trozo de alambre para entablillar la fractura.
Miré al cielo acordándome del Altísimo y lo único que vi fue media docena de buitres que volaban en círculo esperando el fatal resultado. Finalmente nos lanzamos trialera abajo en punto muerto y con el motor parado en busca de una alambrada de la diputación.
Encontramos una a los pocos metros y el vaquero casicasi desenfundó su alicate. Con la maestría digna de un samurai, asestó dos certeros cortes a un alambrey nos pusimos manos a la obra. En pocos minutos, mi caballo volvia a trotar y nos dirigimos rumbo al bar para tomar un merecido refresco.
Pasado el susto inicial y con calma, inicié rumbo a mi rancho para dejar a mi maltrecho caballo en sus establos. De camino pensaba: “Con compañeros de ruta como estos... ¿quién coño se queda en casa un domingo por la mañana?”.
Las fotos de la avería y la ñapa:
http://fotos.subefotos.com/bd28b3443fda6513f59c4aa66d8d5687o.jpg
http://fotos.subefotos.com/ad25783e240a6edd52dd7e2c2cbbd07bo.jpg
http://fotos.subefotos.com/9d12e622e03cc09b4e56bf1a81fdd89bo.jpg
Un saludo a todos y perdón por el ladrillo.
Llegados a un punto de la marcha, el vaquero casicasi miró desafiante una subida que se antojaba dificultosa. Terreno muy blando, piedras raíces y troncos caídos nos cerraban el paso. Tras escupir un trozo de tabaco, me miró desafiante y dijo: “¿Subimos por ahí?”. No lo dudé un momento y comenzamos la trialera.
La subíamos por etapas sin excesivas complicaciones, cuando el último tramo se le resistió ligeramente a casicasi, así que dejé a mi caballo atado y me lancé a pié cuesta arriba para prestar ayuda. Tras un par de movimientos, casicasi consiguió superar el repecho y hacer cima.
Inicié la bajada cuando me percaté de que mi caballo se había tumbado en el barro a descansar. La pata de cabra se había hundido en el blando terreno dejando la panza hacia arriba.
Levanté a mi caballo con bastantes dificultades y tremenda sorpresa me llevé al ver la maneta del embrague colgando del manillar. Se había roto el soporte. La herida no era mortal, pero si muy grave en esas condiciones (en medio de una trialera y con el sheriff siguiéndonos los pasos).
Comencé a gesticular para que casicasi bajase a conocer el percance. Una vez lo hizo, se sacudió el polvo de la ropa, levanto su viejo sombrero y masculló unas inteligibles palabras.
Comenzamos a divagar sobre la manera de entablillar la fractura de mi caballo cuando escuchamos el trote de unos jinetes. Raudos echamos mano a nuestras colt 45 pensando que el sheriff y sus secuaces se presentarían de inmediato con sus Winchester apuntándonos, pero por suerte eran dos buscadores de oro a lomos de sendas WRs.
Tras darnos unas bridas de electricista, intentamos curar la herida de mi caballo sin resultado. La primera brida la rompí apretándola y las dos siguientes en cuanto apreté el embrague. Por suerte, estos buscadores de oro experimentados nos dieron la idea de utilizar un trozo de alambre para entablillar la fractura.
Miré al cielo acordándome del Altísimo y lo único que vi fue media docena de buitres que volaban en círculo esperando el fatal resultado. Finalmente nos lanzamos trialera abajo en punto muerto y con el motor parado en busca de una alambrada de la diputación.
Encontramos una a los pocos metros y el vaquero casicasi desenfundó su alicate. Con la maestría digna de un samurai, asestó dos certeros cortes a un alambrey nos pusimos manos a la obra. En pocos minutos, mi caballo volvia a trotar y nos dirigimos rumbo al bar para tomar un merecido refresco.
Pasado el susto inicial y con calma, inicié rumbo a mi rancho para dejar a mi maltrecho caballo en sus establos. De camino pensaba: “Con compañeros de ruta como estos... ¿quién coño se queda en casa un domingo por la mañana?”.
Las fotos de la avería y la ñapa:
http://fotos.subefotos.com/bd28b3443fda6513f59c4aa66d8d5687o.jpg
http://fotos.subefotos.com/ad25783e240a6edd52dd7e2c2cbbd07bo.jpg
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Un saludo a todos y perdón por el ladrillo.