Cómo salir en moto gratis
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- 28/10/2012 a las 11:24 (79769 Visitas)
La crisis agudiza el ingenio y aprieta el bolsillo. Como es sabido, la moto es un deporte caro, y si le añadimos una buena tripada por todo lo alto, como es de menester en las salidas memorables, su precio puede llegar a ser prohibitivo. Unos llevamos la falta de dinero con dignidad y tiramos de salidas sin pernocta, bocadillos en ruta y/o picnic, o bien teniendo la suficiente personalidad para aclarar de antemano que solamente pensamos pagar lo (poco) que pensamos consumir, mientras otros consiguen importantes descuentos en el precio de la salida, o lo que ya es el colmo, directamente consiguen gratis gasolina y comida con el viejo truco del “simpa” y es cuando sucede "Lo Imposible".
Que alguien se vaya sin pagar. Que nos obligue a organizarle la salida e invitarle a todo porque él lo vale.
La mecánica es fácil: te apuntas a un foro e intentas pasar desapercibido sin participar demasiado. A la que te resulte posible vas a alguna salida lo más multitudinaria posible, y se te olvida pagar la cuenta. Si repites mucho la gente con la que vas te acaban “calando” y sacando cuentas a tus espaldas, y te fastidian el invento porque te llaman gorrón, primero de forma tímida y discreta y finalmente abierta y ruidosamente, al hacer memoria de las veces que ha coincidido que tú venías y pasó lo que jamás en años había pasado.
En general los que organizan la ruta no piensan que puede suceder “Lo Imposible”, que alguien tenga tanta cara dura como para que en un grupo de 10-15-20 personas no pague su cuenta y prosiga la ruta sin que se le note aunque sea un poco. “Lo Habitual” es que en el bar o restaurante se pague a escote comida y bebidas y todo el mundo abone su parte, y que salgan los números a la primera, y que si alguien se ha equivocado de buena fe al coger las vueltas falten algunos céntimos.
“Lo Imposible” es que falte íntegramente el precio de un menú, o una parte importante, y que haya problemas en la gasolinera cuando se va a repostar porque quien es despistado para pagar en un restaurante también lo es al llenar el depósito. Y quien es despistado en una salida lo es en dos y en tres.
Tienen la habilidad de poner el dinero cuando nadie les mira, o si se dan cuenta de que alguien tiene la mirada fija en ellos poner solamente una parte confundiendo su dinero con el de dos o tres personas más al pagar simultáneamente, y de afirmar con toda seguridad que han pagado e incluso de hablar de cantidades cuando luego miras la calderilla y ves como la relación billetes-calderilla-participantes no cuadra. Frente a comentarios de “esto es una vergüenza”, “todos somos mayorcitos” y “hace falta tener cara” miran hacia otro lado sin inmutarse, de la misma manera que tampoco se inmutan cuando todo el mundo excepto ellos saca la cartera para poner el dinero que falta, o por lo menos hace la intención. Siempre hay quien hace el comentario de “si ponemos todos un euro se acaba pagando la cuenta”, algunos con la mejor intención creyendo que se ha tratado de un genuino despiste producto de la ingesta de alcohol, que podría ser, y otros también pero por otros motivos, que son los profesionales del “simpa”. ¿Quién es quién?, solamente la experiencia repetida y un control total de las cuentas dará y quitará razones.
Lo peor es que estas actitudes representan un desprecio absoluto no sólo por la gente que ha pagado religiosamente lo que debe, que es toda menos uno, sino que además lo es por los organizadores de la salida, que de manera altruista y de buena fe han preparado una ruta, se han puesto en contacto con establecimientos para obtener un mejor precio dejando tiempo y dinero, y se encuentran con semejante "agradecimiento". No veas la cara de pringado que se te queda y que te amarga el resto de la salida.
A mí desde luego se me quitan las ganas de organizar nada más frente a la perspectiva de tener que hacer cuentos y recuentos y pasar lista con una cuadrícula con nombres, calculadora y boli por la cuenta que me tiene, como si en vez de una salida con adultos se tratara de organizar una excursión con el desayuno de alumnos de ESO, siempre pendientes de comprar más chuches con lo que dejen de pagar por el preceptivo bocadillo que por quedar bien.
Por mi parte la solución está muy clara: frente a los abusos en los precios de la hostelería (increíble pero cierto todavía en estos tiempos de crisis), la pérdida de tiempo al esperar que te sirvan y estos problemas adicionales ocasionados por caraduras profesionales, lo mejor es que cada uno se lleve su bocadillo y su bebida de casa, se para un momento junto a una fuente y el café que cada uno lo haga por su cuenta. Más triste sería tener que pedir inscripción o peor todavía, dejar de organizar salidas por culpa de esta clase de gentuza.
¿Deberían hacerse públicos sus nombres?, yo creo que no. Llega un momento en que se confían, te la pegan, los pillas "in fraganti" y por el módico precio de un par de euros por persona o menos en un grupo grande puedes comprobar de una manera definitiva y sin ningún género de dudas con quién vale la pena seguir saliendo y con quién no.