Si, la vendí.

Estaba harto de los problemas con el recambio, de tener que arrancarla a empujón si la paraba con el motor caliente, de las perdidas de aceite, de los talleres, de los concesionarios, de que mi mujer no quisiera montarse porque ya no se fiaba de ella.

Siempre voy a echar de menos esos perolos asomando por los lados. Fue la moto con la que he hecho más pistas y con la que más me he caído, con la que me he quedado clavado en la arena de las playas de la bahía de Cádiz y me he ido al suelo al quedarme dormido al aparcarla.

Una gran moto…de carretera, claro.