Saludos a todos.
Este es el reportaje de la gran aventura que tenido la suerte de compartir con tres compañeros tan locos como yo, durante nuestro viaje por el Atlas.
Al final hemos sido cuatro los que hemos ido, JOSERRILLA ( del foro de Embarrados, de Ciudad Real, con una DRZ 400 E), SAMUELSON ( Club Trail Andalucía, Sevilla, XR 400), SERA ( Club Trail Andalucía, Sevilla, XR 600), y yo con mi DRZ 400E.
Hemos tenido mucha suerte durante todo el viaje, sin complicaciones serias y siempre muy buen rollo entre nosotros.
Esta crónica que os pongo a continuación no la he escrito yo, sino mi compañero Sera, y lo ha hecho tan bien, que no quiero cambiarla para nada, os la pongo tal cual:

LOS MOTONAUTAS EN EL ATLAS.

20 de octubre de 2007 sábado

Nos levantamos a las 5:30 horas y sin embargo cogimos el Ferry en Tarifa por los pelos. En la Gasolinera de Vejer de la Frontera, mientras repostábamos siendo sobre las 8:30 de la mañana , vimos pasar a nuestros compañeros de viaje Joserra y Vito, acoplados a sus suzukis con macutos amarrados en la parte trasera de la moto, solo podían ser ellos a esas horas y con esas pintas.

En la frontera de Tánger coincidimos con varios 4x4, que tiraban de carros cargados de motos de enduro KTMs. El trámite en la frontera se hizo largo, e hicieron ir y venir a Samuel por un error en la numeración de la Visa.

En nuestra primera jornada hemos llegado hasta Meknes, todo carretera, ¡Que miradas echábamos a las pistas y caminos, que nos salían al paso! En el trayecto, tuvimos que agarrarnos bien a las motos, ya que había un viento huracanado que prácticamente nos tumbaba. Hemos decido quedarnos en el Hotel IBIS, un lujazo que nos permitimos en previsión de penurias que pasaremos en días posteriores.


En el Hotel hemos coincidido con un grupo de moteros portugueses, llevan motos Maxi-Trail, Varadero, V-Strom (2), GS1200 Adventure, calzadas con unos espectaculares neumáticos de tacos. Nos comentan que han estado en el Atlas y al parecer les ha llovido bastante y las pistas han tenido bastante agua.



































































































































21/10/07

Pusimos rumbo al Atlas en una etapa de carretera hasta la ciudad de Midelt, puerta de entrada a los tracks con los que nos recorreremos el Atlas. A la altura de Azrou, nos paramos para hacer la típica parada con los monos del bosque de cedros. Son unos monos inteligentísimos, expertos en el manejo del turista, comprobamos su sagacidad y que solo responden ante un buen puñado de cacahuetes, de lo contrario se van, no valen piedras, papeles, plásticos u otros objetos que Samuel y Joserra trataron de encaramarles. Mientras tanto Vito recordaba a los monos de Gibraltar y su afición por lo ajeno y el latrocinio.


Quizás por tener nuestros pensamientos en las pistas y tracks que nos esperaban, el exceso de puño en un tramo señalizado a 60 como velocidad máxima, hizo que unos gendarmes marroquíes nos cazaran con su radar. Estaban escondidos detrás de un muro, confundidos con el terreno y salieron de inmediato a darnos el alto. En un primer momento se mostraron celosos de su trabajo, con semblante serio solicitaron a Vito y Joserra la documentación de la moto. A Samuel y a mi nos conminaron a continuar la marcha, al parecer no habíamos rebasado la velocidad estipulada. Unos obsequios, unas risas y unos chistes, bastaron para atemperar la rigurosidad en la aplicación de las normas legales y salir indemnes del incidente con la gendarmería.



Ese día debíamos quedarnos en Midelt, era el final de etapa estipulado, eran las 17:00 horas, pero decidimos avanzar en la etapa del tercer día, internarnos en el Circo de Jaffar y dormir a mediación de la etapa del día siguiente. Estábamos deseosos de pisar la tierra de las pistas que veíamos desde la carretera. En vez de quedarnos descansando, decidimos arriesgarnos y comenzar la ruta del día después, nos establecimos como objetivo llegar a Tagoudit, situado a mediación de etapa, aparecía en los mapas como un pequeño poblado, sin garantías de tener un albergue, de esta forma ganábamos medio día y pisábamos las pistas que con tanto anhelo habíamos observado desde la carretera.


Retrocedimos unos kilómetros por la carretera que nos había conducido a Midelt, y tomamos una pista en buen estado que salía a izquierda conforme al sentido de nuestra marcha, con unos kilómetros iniciales asfaltados que preferimos no usar siguiendo en paralelo a la misma por una pista anexa. Veíamos las montañas nevadas en la pista que nos conduciría al Circo de Jaffar.



En la pista nos detuvimos junto a unas niñas, que no tardaron en solicitar obsequios, primero unos caramelos y después algo de ropa. Su padre se acerco a pedir unas pastillas para el resfriado. Tantos caramelos como pastillas les fueron entregadas, percatándonos en ese momento de que uno de los tornillos del trasportín de Joserra se encontraba suelto, tuvimos que repararlo in situ.


El circo de Jaffar es un desfiladero pedregoso, de conducción muy técnica y atenta, ya que el firme lo componen piedras de diferentes tamaños, con escalones, arena y agua, flanqueado por dos paredes laterales y frecuentes giros a izquierda y derecha revirados y acompañados de un hilo de agua y charcos dispersos por la pista.


El sonido de nuestras motos retumbaba en el desfiladero, avanzar se hacía duro y lento, alertados por el ruido de nuestras motos y multiplicado por la orografía del desfiladero, bajaron dos personas de aspecto bereber corriendo por la pared del desfiladero, eran pastores deseosos de acercarse a aquellos turistas osados y de que durmiéramos en sus hogares. Estuvimos charlando con ellos y Vito les invitó a unos cigarros.


Saliendo del circo de Jaffar, empezó a anochecer, momento en que nos perdimos al no tomar la pista correcta, afortunadamente una vez que se hizo noche cerrada, ya habíamos encarado la pista correcta y conducíamos cual si estuviéramos en un rally nocturno, navegando con nuestros GPS. El camino tenía frecuentes charcos y tramos embarrados, por lo que eran frecuentes las sensaciones de perdida de adherencia en los neumáticos y el golpear del agua en las botas.
Yo tenía la sensación de estar perdido en medio de una cordillera de montañas y pensaba en la posibilidad de tener que conducir toda la noche o tener que dormir a la intemperie, de todas formas ello no era un problema ¡ya estábamos haciendo las pistas que tanto habíamos deseado!

Tras circular casi una hora por pistas curvas propias de ascensión en pista de montaña y alcanzar las cumbres, pasamos por un par de poblados, que podrían haber sido lugar de morada para aquella noche, si no llega a ser por el comportamiento de sus habitantes. Jóvenes y menos jóvenes al escuchar nuestras motos nos rodeaban entre griterío y solicitudes, tocando nuestras mochilas con el objetivo de obtener algún trofeo entre nuestro equipaje mal acondicionado. Recuerdo como le decía a Samuel, que iba el primero. ¡No te pares no te pares! Y terminábamos entre los nativos dando vueltas en círculo hasta decidir cual era la pista que mas se asemejaba al track del GPS. Los habitantes de mayor edad sin embargo, muy al contrario que los jóvenes exaltados nos servían de guías en los cruces de las calles de los poblados.

Recuerdo que me puse nervioso cuando Joserra dio un traspiés, tratando de evitar que le abrieran la riñonera y a punto estuvo de irse al suelo dando un manotazo a un chico que trataba de agenciarse su riñonera de las herramientas y utilidades varias.

Esos no eran pueblos para pasar la noche, y fue entonces cuando después de unos kilómetros de pistas rápidas en medio de la oscuridad de la noche, apareció un cartel del Albergue “Gited´etape” en un cruce de pistas, cambió nuestras frías caras, indicaba que estaba a cuatro kms y dentro de nuestra ruta. Situado junto al pueblo de Agoudim telf.061082043, hubiéramos pagado lo que fuera para quedarnos allí a dormir.



Dormimos en colchones sobre el suelo que nos supieron a la cama de un hotel de 5 estrellas, y aunque el lugar era muy austero, resultó ser el albergue más auténtico de todo el viaje y al precio de 400 dírham, alojamiento, cena y desayuno (los cuatro).



Llegamos con el frio en los huesos, ya eran más de las 23:00 horas y debieron ver el frio en nuestros semblantes y entender las peticiones de Samuel, por que encendieron una estufa de hierro, que nos falto tiempo en rodear para calentarnos.

Haciendo recuento de nuestras pertenencias en el Albergue, Vito se percató de que le habían hurtado una bolsa de mapas, afortunadamente el más importante no iba en la bolsa.