-
Por Oceño y mucho trail.
Sin madrugar en absoluto, y tras un opíparo desayuno, arrancamos la Africana y ponemos rumbo hacia Oceño con la odea de encontrar el Tesoro otra vez (juego que tenemos en el foro de moterosastures.com).
Aunque la verdad, viendo el nivel de competitividad que hay, y que era casi de dominio público la localización del mismo, temía muy mucho no hallar nada allí, o tal vez encontrarme con una romería de buscadores de Tesoros, jur jur jur...
El caso es que disfrutando del hermoso día y del viaje, nos vamos acercando a destino.
Cuando pasamos por Cangas de Onís, veo un par de motos aparcadas a las que se acercan sus ocupantes, que se quedan mirándome a mi paso, y me pareció oir la expresión "mierda!".
"Estos también vienen a por el Tesoro", pensé. El caso es que no los conozco.
Fuimos juntos hacia el desvío de Oceño, y cuando vi los intermitentes de que me seguían, no me quedaba ninguna duda.
Subimos las tres motos por la bellísima (y reparada) carretera con unos precipicios impresionantes, disfrutando tanto del trazado como del paisaje.
Al coronar, me encuentro a Doménicux merodeando cerca de un cartel, y nos dice que ya estuvo en la iglesia sin éxito. El resto resultaron ser Lah, Keru y SergioVFR (un placer haberos conocido).
Le decimos a Domenicux que entre todos será más fácil encontrarlo, y subimos hacia la iglesia por una pista recién embreada y llena de grijo a más no poder.
Aparcamos las motos y empieza a búsqueda, tras las presentaciones de rigor.
Por encima, por debajo, delante, detrás, en diagonal, dentro, fuera, el cementerio... la baliza no aparece.
Rastreamos lo indecible y la baliza se niega a aparecer.
En una de estas, cuando estoy encaramado en un contrafuerte mirando debajo de unas tejas, oigo a Eva decir que ya apareció.
El amigo LaH lo encontró en un hueco de una esquina dentro de la entrada hacia el templo.


En ese momento doménicux, que tenía quehaceres, se despidió rápidamente. Nosotros, tras charlar un rato con LaH, Keru y SergioVFR, también nos despedimos para ir a trailear y conocer la zona a fondo.
Así que arrancamos y enfilamos la moto hacia las alturas. Y nos hicimos pistas. Muchas pistas. Y lo pasamos bomba.
Encontramos lugares idílicos. Solitarios. Sólo para nosotros...





Aquí estuvimos un buen rato descansando la mente y cuerpo.





Seguimos pisteando un buen rato por la zona, no dejamos sendero por recorrer, y marchamos de allí convencidos de volver con más tiempo y equipaje necesario para hacer allí noche.
Hubo algunos apuros en ciertas maniobras, pero ya me voy haciendo a la Africota, a su peso y dimensiones.
Y en la bajada, me entró un bicho en el ojo que me estuvo dando la tarde por las molestias y escozor. Esto me pasa por no llevar las gafas adecuadas 
Por lo que vimos, los habitantes de este pueblo no saben lo que es el stress ni las prisas. Ni los perros te ladran, están tirados al sol o a la sombra, según sus preferencias, dormitando. Dan ganas de quedarse a vivir aquí. Aunque me acuerdo de que en circunstancias normales en estas fechas estarían en sus casas con la chimenea a toda máquina y una grandísima capa de nieve sobre los tejados y las calles...
Tras salir otra vez al asfalto y bajar al nivel del rio, curveamos un rato dirección oeste, pero un pueblecito me invita a desviarme para recorrerlo.
Y una vez allí, vemos que al final empieza una pista.
Así que [mode]OFF-ROAD[/mode] otra vez. Vaya cantidad de pistas. Kilómetros y kilómetros, subidas, bajadas, varios ramales, al sol, humbrías, bosques, praderías, e incluso nos llevamos una sorpresa al ver esto:

Una pasada, sin contar con ello te encuentras al Urriellu ahí tan cerca.

Aquí aprovechamos para hacer un pic-nic a la sombra, junto a una fuente de agua fresquísima.

Y seguimos, con algunos patinazos y mucha piedra suelta. Los perros que cuidan el ganado salen a saludarnos a nuestro paso.


Volvemos al asfalto. Y kilómetros más allá, llega el momento de sacarme una espinita que tengo clavada de hace tiempo: siempre quise adentrarme por una sugerente carreterilla que sale hacia el norte, cerca de las cuadras de Don Gabino, y ahora es el momento.
Bonita zona, y relajante paseo. Pasamos por unos lugares en los que los kilómetros resultan balsámicos.


De regreso, pasamos frente un desvío que a través de cierta pista accedes a un paraje que me gusta muchísimo y al que hace tiempo que no iba, así que nuevamente nos desviamos hacia el monte.
Yacob, si lees esto, es la pista de la que hablamos hace tiempo de ir a hacer, pero lo dejamos para otro día por la falta de tiempo.
Cojo la pista en cuestión, y vamos ascendiendo. Tras una bajada (que no recordaba) la pista se termina en una fuerte pendiente. Para dar aquí la vuelta las pasé canutas, pero para un trailero esto no es nada nuevo. Eva me ayudó empujando la moto, lo que realmente me facilitó mucho la labor.
Desandamos lo recorrido, y cogemos la pista correcta. Ahora si: ya recuerdo ciertos detalles que voy viendo, aunque ahora han puesto un paso canadiense que antes no existía.
Disfrutamos del paisaje y de la ruta. Parada en una de las fuentes a refrescarnos.
Y nos cruzamos en varias ocasiones con rebaños de cabras, cabritos y cabrones (de cuatro patas).

Durante la ascensión hay fuertes pendientes con vertiginosas caídas que para nada invitan a ir fijandote en el panorama y si a centrarte en ir por tu sitio. Bastantes piedras en el camino. De vez en cuando paramos para poder disfrutar del paisaje. Desde aquí tienes una extensísima visión, desde pocos sitios tienes la misma sensación.

Pasada de valle...



Final del trayecto


La nieve cerca

Contraluz



Eva, descansando

Yo, descubriendo América

No, por aquí no pasa la Africota. Temdremos que dar la vuelta.

Por aquí pasamos con el motor apagado para no melestar demasiado a las cabritillas.



Y como colofón, una imágen que a muchos nos trae buenos recuerdos...

Una vez en el asfalto, bajamos otra vez a la civilización, y dimos por terminada la jornada exploratoria de hoy.
Rumbo a casa. En el camino, durante un rato nos acompañó en el viaje una moto igualita a la nuestra. Que guapa se ve en el retrovisor!
Llegamos al garaje tras 320 km y 8 horas de ruta. Estuvo bien. Entré en casa con una gran sonrisa.
Permisos de publicación
- No puedes crear nuevos temas
- No puedes responder temas
- No puedes subir archivos adjuntos
- No puedes editar tus mensajes
-
Reglas del foro