Lo dijo el alpinista Bonatti, y así es. La montaña nos avisaba que nos ibamos a encontrar con dificultades: primero el camino un poco húmedo, luego barro y charcos, y conforme ascendíamos hacia la cota 2.000, la cumbre nevada, los nubarrones negros y los amplios barrizales por el camino nos iban mostrando el genio de la sierra del Boumort, en el Pirineo de Lleida, que se había empeñado en que no siguiéramos adelante, y nos escupió de mala manera por donde habíamos venido con una tormenta de nieve que nos hizo bajar por piernas (“mariquita el último”).
La conclusión ha sido la de una excursión fracasada por culpa de los elementos, pero un éxito en cuanto a la diversión. Con la compañía de Isma, XTR, los Amoter@s, Manchi, GSX750, Juanmiroquai y Markesino es imposible aburrirse. Volveremos, pero cuando la nieve más cercana esté en Alaska por lo menos.
Por supuesto dar las gracias a los andorranos Snowbiker y Pat, que se marcaron el detallazo de bajar a aguantarnos y encima nos trajeron el bebercio. Nos tienen que querer mucho...
Montamos la base de operaciones en un par de bungalows de un camping con la intención de hacer un par de excursiones a partir de un pueblo de Lleida conocido por sus ricos embutidos.
Nosotros quedamos para ir juntos desde Montserrat hasta el punto de reunión por pistas (100 km más o menos)
Polvorientas y pasando por sitios tan bonitos como estos
Llegamos a nuestro destino felices y contentos. Hacía frío y viento, pero el sol brillaba que daba gusto. Aquí la Casa de la Pradera con sus caballitos y sus vacas
El pueblo donde estábamos y las montañas hacia las que ibamos. Quién iba a pensar viendo esta foto que detrás del valle nos esperaba otro infierno blanco…
Conforme ibamos ascendiendo por la pista el cielo se oscurecía más y más, y el firme tan embarrado delataba una nevada reciente.
Manchi y GSX750
Markesino flipando con lo que veía
Nina, ya adaptada a su nueva DRZ250, no se acuerda de la DT125.
Isma y XTR: unos traileros como la copa de un pino
Juanmiroquai y su Superténéré por la que no pasan los años
La BMW de Markesino se cagó cuando vio lo que le esperaba mientras caían los primeros copos de nieve. Pero tiró adelante sin pensárselo dos veces.
Glups…
Empieza a apuntar el infierno blanco. Aún queda para llegar a la cima y empiezan los primeros problemillas, pero se pasan sin grandes esfuerzos.
Llegamos a la cima a unos 2000 metros, y dejando atrás una tormenta de nieve que empezaba. Valió la pena por los paisajes que se veían.
Seguimos para bajar por la cara norte de la sierra, pero en vista de que el camino estaba bloqueado por la nieve y la tormenta que habíamos dejado atrás la teníamos de nuevo encima, decidimos que lo más sensato era no seguir y dar media vuelta.
Haciendo cola. Empezaba a helarse la nieve que habíamos pisado y el regreso se puso mucho más difícil.
Nina luchando con el hielo y el ciclista flipando… y nosotros con el ciclista.
La vaca de Markesino fue la que más costó sacar de la cubitera. Pero salió. La cara de Markesino lo dice todo.
En cuanto salimos del fregao, teníamos la tormenta encima y la nieve iba cuajando por el camino, así que pusimos pies en polvorosa y no paramos ni para caernos. Al llegar abajo estaba lloviendo y aquí se acabó la ruta, porque lo que queríamos era comer. La nieve nos frustró la travesía y el pic-nic al solecito. Así que volvimos al camping donde los Amoter@s nos esperaban con la logística.
Se me ha quedado una espinita clavada que pienso sacarme volviendo… pero sin nieve.
Valió la pena. Todo era así de verde.
La sonrisa que no falte.