A las 09:30 nos juntamos en Foro, según lo previsto, Caleya, Jandro-GS y yo.

Tras concretar la ruta a seguir, nos ponemos en marcha.

La ruta, una vieja conocida del centro asturiano.

Disfrutamos del asfalto la primera parte de la jornada, con un tiempo menos soleado de lo que en un principio podía parecer.

Nos hacemos una Madera, Berrón, y de ahí a Nava.

Tras llegar a destino y tomar los desvíos correspondientes, nos adentramos en las faldas de paña Mayor, ya preparados para la ruta off.

Al inicio de la misma, una sugerente pista (no prevista en el orden del día) se desvía a la derecha, desafiante con un interesante vadeo a la vista.

Así que sin pensarlo, me meto de cabeza en el agua, buscando con la vista la salida más cómoda hacia el otro lado del río. Encaro a una pequeña rampa de hormigón que se ve al ltro lado.

La verdad es que no me sorprendión en absoluto verme metido de repente en un buen berenjenal. Había caído en la trampa: empieza a cubrir cada vez más, y en el fondo se intuyen unas rocas demasiado grandes para ser superadas por la moto. Así y todo... gaaassssssssss.

Pero de nada sirvió, tras un par de botes, la moto rebotó, quedó atrapada entre varias piedras y un tronco, perdiendo la estabilidad y buscando la horizontalidad a toda costa.

Afortunadamente no quedó sumergida, pues hizo tope sobre las rocas de los lados.

Al primer intento de levantarla, me di cuenta de que uno sólo era imposible de sacarla de allí. Afortunadamente enseguida aparecieron en mi ayuda Caleya y Jandro y entre todos, con mucho trabajo, y tras mover alguna roca, pudimos sacarla.

Desgraciadamente, no hay documento gráfico. Lo primero era rescatar la moto.

La moto salió hacia adelante (conducida por Caleya "Patas Largas" ).

Daños sufridos: ninguno. Las defensas y protector del plato cumplieron su cometido. Mi orgullo salió también indemne, y la espinilla derecha respada ligeramente.

Revisamos el rio buscando un buen camino para salir (tremenda mojadura) y así se hizo. Subí a dar la vuelta por el camino (y ver si tenía otra salida) y me preparé para el viaje de vuelta.

Encaré de pie en las estriberas la bajada al rio, y cuando noté que la rueda delantera había cogido, aceleré para pasar con brío al otro lado.

El agua me llegó hasta el casco y lavé toda la moto. Desde fuera tuvo que verse también muy guapo. Sin embargo, la grabación en vídeo no salió. Una verdadera pena.

Tras la pequeña aventurilla con la que empezó la jornada, empezamos a ascender hacia les Praeres, viendo al amigo Caleya aprovechar en la fuerte subida los surcos para hacer despegar la rueda delantera de la moto.

El traicionero rio que me engatusó:



La venta, donde teníamos pensado parar, estaba cerrada.

Así que paramos en un albergue que hay más abajo para sacar el agua de las botas y quitar algo de humedad y frio a los pinreles.





Seguimos la preciosa ruta, disfrutando de los tramos y del paisaje. Nunca me cansaré de recorrer estas pistas.

Cuando llegamos a la capital de Piloña, paramos en un supermercado, donde compramos conida, bebida y calcetines secos.

Seguimos camino.

Vamos a explorar ahora unas pistas que descubrí hace mucho tiempo y tenía ganas de volver a recorres desde hace años.

Tras confirmar el inicio de laruta con un lugareño, abandonamos de nuevo el asfalto para adentrarnos en el corazón de la montaña.

El volver a encontrarme con aquellas pistas y paisajes me produjo una placentera sensación: la del haberse quitado una espina que tenía clavada por haber vuelto a visitar unos de mis parajes favoritos.

Creo que todos disfrutamos del trayecto.











Y nos adentarmos en la espesura. Paisaje y ambiente inquietantes.







Fin del trayecto.





Aquí paseamos un rato, adentrándonos en la espesura, para admirar el sobrecogedor paisaje del cerrado pinar, que en su interior, parece anochecer antes de tiempo. Las setas abundan por estas fechas, y las copas de los pinos luchan entre si para llegar a la luz, mientras que las agujas más bajas mueren por falta de la misma, haciendo así formarse una mullida y triste alfombra con las mismas.

Volvemos a cabalgar nuestras monturas y desandamos el camino, volviendo a disfrutar de la ruta, con nuevas perspectivas del camino.

Llegamos así al desvío que anteriormente habíamos tomado hacia una dirección. Ahora lo tomamos hacia la otra, para recorrer la otra alternativa que, si cabe,, es más bonita aún. Uno de los parajes más bonitos que conozco.

En esta pista el camino está mucho más roto, tal vez por estar semiabandonado, tal vez por las recientes lluvias.

Las piedras sueltas nos hacen trabajar duro, recordándome en cierta medida la ruta de los regodones (pero mucho más light).

Poco a poco, avanzamos por los ignotos dominios de Busgosu:







Desde esta zona hacia abajo, las cosas se complican un poco, piedras, barro, escayos traicioneros, más piedras, surcos y fuertes pendientes.

Nos vamos acercando cada vez más a las cotas más bajas de la ruta, aumentando la humedad, así como la frondosidad del bosque. Sigo ensimismado. Disfruto de la vida.

Tras varias curvas poco después de cruzar el rio, la ruta finaliza prematuramente ante nuestro estupor.

Un fuerte argayu cortaba la pista.



Trasinspeccionar detenidamente el terreno, descartamos la posibilidad de pasarlo rodando, por considerarlo suicida. piedras sueltas, agudas y con posibilidad de romper la crisma y la moto si tienes una caida hacia a la izquierda.

Así que intentamos pasar con las motos pero sin subirnos.

Adecentamos un poco el pedregal y hacemos la prueba con la que más lata nos daría: la Africa Twin. Pocos segundos después dimos por finalizada la maniobra y dimos la vuelta. Demasiado trabajo, demasiado arriesgado, y para tener que volver a hacer la misma operación a la vuelta.







Toca ahora subir lo que bajamos.

Alguna zona más técnica que me hizo tirar de brazos de lo lindo, y dar gas para superar cuertos pasos dignamente. Mola como trabajan las suspensiones de la Reina.

Tras coronar, salir a la pista principal y volver al asfalto, paramos a despedirnos de Jandro, que vuelve hacia Gijón.

Nosotros, quedamos a reponer fuerzas con los víveres que antes adquirimos: pan, chorizo, frutos secos, zumos, aceitunas rellenas y conguitos de poste. Nos pusimos como marqueses.

Desde el comederu:



Aquí recibimos la visita del indígena al que anteriormente me había dirigido para recabar info, y con él mantuvimos una amena conversación mientras ingeríamos con fruición las mencionadas viandas.

Y volvemos a ponernos en ruta. Como el itinerario que tenía en mente parecía excesivamente largo para el tiempo del que disponíamos, optamos por el plan B, bastante más corto, pero no por ello menos chulo: Infiesto, Collada de Arnicio, Caso, Rioseco, Laviana, SMRA, Langreo, Siero y Gijón de nuevo.

Así que arrancamos la Freewind y la Africota y a curvear. Después de tanta pista, el ir por asfalto es casi como ir flotando.

Disfrutamos de las curvas.

Amenaza lluvia. De hecho, me pareció notar alguna gota aislada en algún momento.

Sin embargo, tras coronar Arnicio, por la enrevesada carretera que al alto nos lleva, el sol empieza a abrirse paso entre las nubes anunciando una soleada tarde.

Paramos a descansar un rato, y Roberto me señala al cielo extrañado. Vemos sobrevolar unas aves que a priori nos resultan desconocidas. Cuando en un momento veo la cabeza de una de ellas, alucino al ver que se trata de una pareja de alimoches. La primera vez que los en libertad. Inolvidable. Aunque no pude sacar fotos, os pongo esta para que veais de lo que hablo:





Proseguimos camino, en busca de otra vez viejas pistas que deseo volver a transitar.

El paseo se hace muy ameno. Estamos apurando el día.

Y llegamos a destino. Confirmo con un vecino de la zona donde tomar la pista que nos llevará a otro lugar muy pintoresco.

Y nos ponemos en marcha. El camino está muy abandonado, muy distinto a como le recuerdo.











Investigamos a fondo todas las alternativas que teníamos, pero desgraciadamente al plato fuerte de estas pistas no lo pudimos ver: la pista estaba cerrada. Tendrá que ser para otra vez.

Y como colofón, la foto de una Freewind y una África Twin. Dos de las mejores motos del mundo. Sin duda alguna.



Aquí charlamos un rato de lo humano y lo divino, de vetustos autos, de que los tiempos pasados siempre fueron mejor, y tomamos una buena ración de rayos UVA.

Volvemos a hacer rugir nuestro motores. Y a un ritmo entretenido ponemos rumbo a la capital de la Costa Verde.

No sin antes una parada para charlar un rato antes de despedirnos y echar un trago.

De allí, cada uno a su casa.

Antes, fui a lavar la moto, que falta le hacía ya, y de paso a quitar las algas que de la aventura matina, habían quedado enganchadas en la moto.

Será hasta la próxima.

Vssssssss,

Chus.