Debéis tener en cuenta, los que leáis esto, que pertenezco a una “generación anterior” de motoristas, de los que a principios de los 80 comenzamos a hacernos llamar “moteros” para remarcar que lo nuestro era por amor a las dos ruedas y un motor. Algunos ya sabéis lo que opino ahora del término…


Ángel Nieto con la Derbi 125…

…¡con una Honda 500 en Jarama!...

… y llevando a Valentino, el 2008, en Le Mans.

En aquella época todo era parecido, pero muy diferente. Motos justas en carreteras (muy) malas. Monos de cuero ligeramente coloreados. Cascos de fibra, botas finas, guantes con tachuelas. Nada de protecciones, ni espalderas, ni deslizaderas, ni fibra de carbono o titanio. Mucho barbour de lona engrasada, pantalones peto, botas militares, chubasqueros de plástico fino. Bolsas agarradas con gomas, nada de móvil, ni de gasolineras cada diez kilómetros. Kilos de herramientas. Saludo en V o pulgar en alto a cada motero con el que te cruzabas, los mismos que se paraban si te veían parado en la cuneta.


Freddy Spencer en 1980, antes de llegar al Mundial …

… en 1988…

… y en la actualidad, de profesor de conducción.

Yo, entonces, solo leía revistas, imposibilitado por edad y dinero a tener moto. Pero viendo ese ambiente, una de las cosas que más me llamó la atención es que los pilotos de competición se distinguían, sobre todo, por el dibujo de sus cascos: españoles como el gran Ricardo, Nieto, Grau, Reyes, Morante, Aspar, Champi, Cardús… Vila, Mas, los hermanos Elías, Colomina, Otero… podría poner muchísimos más. Y si miramos al extranjero desde Agostini o Hailwood hasta Shenne (ese pato Donald), Roberts, Spencer, Mang… la lista sería casi interminable. Cambiaba el color de la moto y el mono, cambiaba el número (que honor era llevar el resultado del año anterior… sobre todo cuando era bajo), pero a distancia distinguías su casco. Es más, incluso los probadores de las revistas hacían lo mismo: Noyes, Díaz, López… aunque el que más me llamó la atención fue nuestro primer participante en el Dakar, Juan Porcar, con el mismo dibujo tanto en el de carretera como en el de campo.






Antón Mang cambiaba el color según el patrocinador, pero no el dibujo.

Pero ahora ya sabéis. Casco cada año, y mejor si saco alguno especial por el medio… más ventas para el suministrador. Todos encantados de llevar el último modelo de su piloto favorito. Y si no, con que haga juego con la moto listo. Por supuesto, totalmente loable… cada uno con su dinero hace lo que quiere.

Mi problema fue que con apenas trece años ya aboceté lo que sería mi dibujo… y la verdad es que, con unos ligeros cambios, así fue mi primer NZI road en 1987. Pintado y rematado por mi tío Salva en el hueco de su ascensor con un spray y algo de adhesivo.





Unos pocos años después y unas cuantas caídas obligaron a un cambio, un Shoei RGV, pintado por un carrocero en Vic (Barcelona) en 1990. Pese unos problemillas, la verdad es que quedó estupendo… y marcó el diseño definitivo de todos los siguientes.





En 1995 otro Shoei, un X-8. Este lo encargué a un afamado pintor local, que lo hizo divinamente… pero un poco a su bola, por lo que tuve que ponerme pesado en que lo retocara.





En el 2000 debuto en Cross-Clásicas, con un viejo FM regalado… un poco de lija, pintura blanca ¡y decorado con iron-fix! La idea era arreglar los estropicios de las caídas… pero sigo teniendo suerte y no me caigo mucho.





En 2004, con la XR 600 me hacía falta un casco en condiciones. Así llegó un HJC CL cross, decorado totalmente por mí con vinilo adhesivo y muchísima paciencia. Por cierto, que lo retoqué el año pasado de unas rascadas y le puse el dorado que le faltaba… ahora está como todos.





Y el 2008 cayó el último (por ahora) otro HJC S-Max abatible que decoramos “a pachas” David de AutoAldaia con pintura y barniz, y yo con adhesivo y remates.





En fin, os invito a que, simplemente, lo penséis, sin pretender convenceros de nada. Es una manía más, de esas que los médicos no curan. Ni pretendo que lo hagan.

Y si hay alguno de los que comparten mi pequeña locura, le invito a que lo cuelgue… me haría ilusión saber que no estoy solo en este mundo global…


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