Este domingo Cacheno nos retó a dar una vuelta por su zona, no muy lejos de la nuestra. El premio que nos había prometido si nos portábamos bien, merecía la pena.
Chato tiene la Xt en la UVI y tiene que coger la moto de repuesto, que no es otra que mi antigua djebel. Hasta las 11 de la noche estuvimos el sábado preparándola para la batalla y aunque el enganche de la cadena nos dio más problemas de los previstos, al final pudimos con ella.

Edu, Chato y yo, nos vamos en busca de Cacheno.







Ya los cuatro juntos empezamos por unos revirados caminos en las faldas del monte en el que pasaremos el dia.











La subida hasta la cima la hacemos sin ninguna parada por una amplia pista con mucha gravilla suelta y bastante polvo, se nota la época del año en la que estamos, el dia está fuerte y el calor aprieta.
Una vez arriba, es inevitable la parada para ver el paisaje.











Teniéndola tan cerca, también es inevitable volver a montarme en mi antigua compañera.





Ahora toca tirar para abajo en busca de una fuente a la sombra.















A estas no les importa estar al sol.







Seguimos adelante, a pesar de ser territorio Cacheno, esta zona si que la habíamos andado y la conocemos.











A partir de aquí, nos llevará por caminos nuevos para nosotros.
En primer lugar a un bonito mirador.









Doble pareja.











Para bajar de ahí elegimos otro camino un poco más complicado que el que nos ha llevado a la cima. Mucha pendiente, barranqueras, 200 Kg. debajo del culo, total que a buscar margaritas.







Después de unos km. por buenas pistas nos encontramos con un montón de vacas bravas cuidando el camino por el que Cacheno pensaba llevarnos. Hoy no toca torear, así que a buscar otra alternativa, que aunque un poco mas complicada, siempre es mejor que quitarse el casco y ponerse la montera.







El Chato parece que se ha adaptado bien a su nueva montura.







Ya vamos bajando al valle y el calor aprieta fuerte.













Entre viñedos llegamos al pueblo de Cacheno, guardamos las motos a la sombra, nos refrescamos un poco y nos preparamos para el festín. Preciosa la bodeguita que tiene montada el amigo.








Manos a la obra.























Si no le echamos el alto a Cacheno todavía esta poniendo chuletas en la brasa.

Después de la comilona cafés, pacharanes (sin pasarse, que luego hay que volver a coger la moto) y charla, todo esto amenizado por música “de la de antes”, Leño, Barón Rojo, Scorpions...........



Alguno hasta se atreve a tocar la guitarra, otra cosa es sacarle sonidos medianamente escuchables.






Tres horas llevamos comiendo, bebiendo, charlando y viendo fotos de cuando Cacheno tenia pelo y daba saltos con sus antiguas motos.

Las horas se nos han pasado sin darnos cuenta y hay que volver para casa, así que se abre la puerta de toriles y nos despedimos de nuestro anfitrión.








En moto hemos hecho unos 125 km, pero hoy de lo que de verdad hemos disfrutado es de la hospitalidad de este grandullón.

Cesar, muchísimas gracias tio, mira que eres grande, pero aun así el corazón no te cabe en el cuerpo.

Un saludo y hasta la próxima.