Porque teníais razón: estoy empezando a pensar en cuándo volvemos a salir con la moto, en qué camino sería accesible, en qué habrá tras aquel monte…y me lo paso fantástico.
Tengo la suerte de tener cerca a mi buen amigo Celestino, el de la XR 400, que además de cederme el garaje de su casa, comparte los martes conmigo monte a través, invitándome a descubrir que Calatayud y comarca es mucho más que lo que yo pensaba que era.
Aquí el susodicho en traje de campaña:
El martes nos pertrechamos temprano de los bocatas de rigor, y salimos al campo. “Esta vez será todo por pistas”, miente mi amigo. Lo de miente lo digo porque si eso son pistas, qué serán las trialeras…
La salida apuntaba hacia una ermita a más de 1400 m de altitud, el Santuario de la Virgen de la Sierra.
Nada más salir, huimos como apestados de la carretera, aunque en los 200 m que pisamos le doy al mango a la dr, y en un momento estira y casi se pone a 100. Este motor debe ser más de lo que aparenta. Lo que pasa es que aún no he descubierto que esta moto tiene más de tres marchas…
Campos y huertos quedan atrás, y una rambla llena de agua y pedruscos cede ante los pinares por los que ascendemos.
Llegados a este punto, nos encontramos con las primeras nieves. No me arrepentiré de haberme puesto el tres cuartos.
Y al poco, la nieve se hace una constante. Al loro porque debajo está helada.
Llegamos arriba. El paisaje merece la pena.
La niebla ha bajado y está nevando a la par que sopla el viento.
Hace un frío de oo, las manos se nos hielan y hay que recurrir al tubo de escape para calentarlas. El bocata de tortilla cae rápido, pues no se puede estar mucho rato allá arriba. Foto con el automático.
Aún así, aprovechamos que se ha levantado un poco la niebla y allá abajo se vislumbran los lagos.
Para dar la vuelta a la moto en cuesta la cosa está complicada. Descubro que siempre que estoy en apuros Celes aparece con la cámara de fotos…
Iniciamos un descenso rápido, sin repetir el ascenso, y el paisaje cambia rápido. Confirmado que mi amigo no puede ver las carreteras, me mete por un “atajo” monte a través, en el que no tardo en verme atrapado.
Los pedruscos hacen que la moto se me vaya para todos los lados y la pendiente no ayuda. Me quedo clavado. Celes tendrá que rescatarme del apuro. Esta vez no le he hecho caso en lo de gasss…
De todos modos, no será por piedras. Esto es un cursillo acelerado de conducción off road, y eso que dice que no es nada…
En alguna confusión buscando el camino correcto, vamos a aparecer de nuevo en medio del monte. El paisaje ha cambiado, el rojo lo llena todo.
Atravesamos subes y bajas por pistas arcillosas que invitan a darle al acelerador. Parece mentira que hace un rato nos encontráramos en medio de una nevada y pelados de frío.
Entre pinares la pista inicia el descenso. Empiezo a sentir el cansancio, estoy algo más torpe.
Cerca de la civilización, nos encontramos con los primeros paseantes y el ganado nos recibe cerca de Calatayud. Saludamos a todos y bajamos gas, respetuosos con los que nos cruzamos.
Llegada a casa. Unos 90 km de todo tipo de paisajes. Es sorprendente la variedad de momentos y situaciones en sólo unas horas. Estoy cansado, y eso que la ruta debe ser “light”. A mí ya me vale. Me he encontrado mucho más suelto y he sentido que iba más rápido. Consciente de mis límites.
Por la noche, antes de dormirme, vuelvo a sentirme como si fuese en la moto, en medio de los pedrizales, un poco nervioso. Me recuerda cuando estaba empezando a esquiar, esa tensión que no te abandona, mezcla de cansancio físico y tensión nerviosa.
Me lo he pasado muy bien.
Saludos a todos.