Mas adelante sabréis el porqué del titulo de la crónica.

Cacheno nos tenía preparada una comida de Navidad en su guarida, pero antes tenemos que ganárnosla y dar la vueltecita en moto para hacer hambre.

Quedamos en el sitio de costumbre Eduardo, Cacheno, Chato y yo. Coincidimos con unos amigos endureros que tomarán otra ruta.





Nosotros tres nos tiramos al monte, Eduardo ira por carretera, la 800 todavía no tiene calzado adecuado, ya nos veremos más adelante.
Pocos km hemos andado y veo que estos dos no me siguen, doy la vuelta, parece que hay problemas.





Al Chato se le ha perdido la manguera del tubo de escape





¡Ah no! Que lo que le pasa es que se le ha salido la cadena, es que chico con esas ñapas que preparas me había dado la impresión que faltaba algo en el escape.





Seguimos adelante con el Moncayo al fondo.









Ya empezamos a ver en las condiciones que está el terreno hacia donde vamos, y enseguida estamos metidos de lleno en él.
















La moto del Chato empieza a hacer un ruido extraño y su mosqueo va en aumento hasta el punto de que se quiere volver a casa.
Lo convencemos para llegar hasta el pueblo donde hemos quedado con Eduardo.














Será algún rodamiento?, será el eje del piñón de ataque?, desde luego la cadena está un poco dañada de un percance de dias atrás, así que apuesto por comprar un bote de grasa de cadena y probar a engrasarla. Mano de santo, el Chato respira tranquilo y la avería se soluciona con pocos euros.





Nos separamos nuevamente de Eduardo y volvemos al monte.





A las primeras de cambio el Chato se pone a buscar margaritas.







No sabemos si mirar al camino ó a lo que nos rodea.












Vamos subiendo hacia cotas más altas y la nieve va ganando espesor, ya no hay roderas de vehículos, es una gozada ir abriendo pista y pisando nieve virgen con la única excepción de algún animalito que se nos ha adelantado.








Aprovechamos los rayos de sol en esta explanada y paramos un rato para gozar de estos paisajes haciendo un poco el gamba.




























Ya está bien de hacer el tonto, el camino por el que continuaremos se mete entre los pinos por una zona umbría, a partir de ahora haremos el gilipollas pero en serio.





Aquí prácticamente no entra el sol en todo el día, y debajo de la nieve hay una capa de hielo que patina que da gusto, pero eso lo descubro un poco tarde y cuando ya no tiene remedio.







Aunque no lo parezca se están riendo de mí.





Entre la pendiente del camino y el hielo, una vez que pierdes la inercia, cuesta muchísimo volver a emprender la marcha, y aunque no hay documento grafico, por segunda vez ¡¡a buscar margaritas!!. Menos mal que estos dos a parte de reírse me echan una mano.







Intentamos continuar de una manera o de otra, pero llega un momento que se está poniendo imposible, incluso para los profesionales como el Chato, la plancha de hielo de abajo no nos deja avanzar y la sudada es de órdago.









Al fondo, entre los pinos, el pirineo.





Y Cacheno con hambre.





Llevamos un buen rato metidos en faena y esto no avanza nada, ya son las 3 de la tarde, la pista tiene unos 20 km hasta salir donde nos espera Eduardo, la temperatura está bajando, yo he quedado con mi mujer a las 9 para cenar, Cacheno lleva la luz de matricula fundida, el Chato no ha traído la bufanda, en la zona hay lobos......................, si, ya se que son excusas tontas, lo reconozco, pero algo hay que decir.
Hasta dar la vuelta cuesta su trabajo.








Bajando la cosa va mejor, como es natural. Cuando pasamos por donde me he caído la primera vez, me quedo mirando el hielo y pienso para mis adentros:

- como se me habrá ocurrido ponerme a buscar margaritas aquí si con esta capa de nieve que hayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy,....... ostiaaaaaaaaaaaa !! CRACK !!, de nuevo al suelo, pues si que estoy espeso hoy, y ya van tres, y solo los gilipollas tropezamos dos veces en la misma piedra, y estos que van delante y no me han visto, y yo tocando el pito para que me oigan, y estos partiéndose el culo de la risa, y......... de ahí el titulo de esta crónica.

Ya que se lo están pasando tan bien, y se están riendo tanto, por lo menos que levanten ellos la moto y ya les hago yo la foto.






Seguimos descendiendo rodeados de buenos paisajes.








Una vez en la carretera nos reunimos con Eduardo.








Y visto la hora que es y que todavía nos quedan casi 80 km hasta casa de Cacheno donde tenemos pensado comer, decidimos coger carretera y manta.
















Una vista distinta del Moncayo.






Una vez en la guarida del grandullón el fuego se agradece, la tarde está fresquita.








No tiene mala bodega el pájaro.










Manos a la obra











No hace falta ni fregarlo.





Para rematar la faena Cacheno saca “4 hermosos y elegidos bichos 4”, que no me acuerdo como se llaman pero que tenían un tamaño bestial.












Y después de todo esto, café y chupitos.






Entre charlas y risas a mi costa comentando las jugadas del dia y mis tiradas en plancha en la nieve se nos ha pasado el rato sin darnos cuenta, yo creo que si no tuviésemos obligaciones todavía estamos allí, pero hace rato que ya es de noche y a nosotros todavía nos quedan 30 km hasta llegar a casa, así que despedida y cierre.





Ya no me queda más que agradecer una vez más la hospitalidad de Cacheno, muchísimas gracias por ser como eres tío, pero te voy a decir una cosa, la próxima vez, por mis OO que friega el Chato.

Un saludo y hasta la próxima.