Hola a todos:
Después de algunos meses observándoos desde un pequeño agujero en la pared, he decidido dar el salto y presentarme. Soy el tío Matt, natural de Fraggle Rock. Un Fraggle que, como muchos de vosotros, se ha aventurado a salir de la cueva y a intentar descubrir el mundo de “ahí fuera”.
Empecé hace 18 años (¡su madre, cómo pasa el tiempo!), cuando contaba otros tantos, a hacer mis primeras expediciones solitarias más allá del horizonte que se atisbaba desde la puerta de la cueva. El tren, primero, el avión y los autobuses, después, me han servido hasta ahora de vehículos para alcanzar metas cada vez más lejanas. No son muchas, no creáis, porque siempre vuelvo pronto a la roca, donde tengo mis raíces echadas.
En mi última escapada me adentré unos días por un país tan desconocido como alucinante, en el que sólo las carreteras más importantes han sido asfaltadas y puedes atravesar sobre ruedas el salar más grande del mundo. Me refiero a Bolivia. Allí pensé que era una pena no unir mis dos aficiones favoritas: montar en moto (de carretera, tengo una Yamaha Thundercat 600) y viajar por lugares poco “civilizados” (si es que alguien piensa que lo nuestro es lo civilizado…).
Fue así como, al cabo de unos meses de haber regresado a Fraggle Rock, me compré una XT660R, a la que he calzado con tacos Michelin y estoy tratando de domar para embarcarla en futuras aventuras, todavía por definir. Quizá empiece por Marruecos, por aquello de la proximidad y luego… el destino dirá, aunque no me importaría emular al Che (en su faceta motera, claro) y atravesar mi querido continente Americano. Claro que, para eso, hace falta tiempo y dinero (más lo primero que lo segundo, os lo aseguro), pero no voy a dejar de intentarlo. Mientras tanto, voy cogiendo poco a poco experiencia por caminos y pistas de la zona centro de la península, también por descubrir.
No me enrollo más por hoy. Será un placer aprender de vosotros.