A la hora de ponerme a escribir estas líneas no puedo olvidarme de los dos compañeros que nos han dejado estos últimos dias, así que haya donde estén y con todos mis respetos esta crónica va dedicada a ellos.


Poco a poco vamos dejando la enfermería vacía y ya solo nos queda por recuperar al amigo Chato, esperemos que pronto este de nuevo dando guerra.
Los otros 3 de costumbre empezamos el dia por el cauce seco de un rio.


















El dia inmejorable, incluso demasiado calor. Aunque al fondo se ve el Moncayo “fumando” y según dicen los viejos ………….”cuando el Moncayo fuma es que va a llover”.












Sin saber exactamente hacia donde tirar nos decidimos por una zona que hace tiempo que no visitamos.
















Lo que antes era un camino se ha convertido en una autopista sin asfaltar.








No hubiese estado mal hacerle caso a Cacheno y comprar algo para comer en el monte. Este rincón al lado de un pueblo abandonado era el sitio ideal para almorzar.
















Como no tenemos nada para comer nos entretenemos haciendo un poco el payaso.






Abandonamos la autopista y por un camino muy entretenido subimos a mayores alturas.










Una vez arriba y después de observar el paisaje ya podemos empezar a bajar.








Y lo haremos por este pequeño hayedo que señala Cacheno, por cierto, que sepas que es de mala educación apuntar con el dedo.






...........vale, así está mejor






El otoño ya se empieza a dejarse ver.
















Y llega la hora del colesterol.






Los viejos no se equivocan nunca, y después de almorzar empieza a llover, aunque el chaparrón gordo nos pillara ya en casa.











Y hasta aquí nuestra vuelta a los ruedos, 150 km para ir entrando en calor.

Un saludo y hasta la próxima.