Otoño, noble estacion donde el sotobosque la recibe con alfombra de oro, con su silencio mezcla de sombras y luz tenue, esperando que el viento recoja las hojas caducas de arboles erguidos al cielo...

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Entornos magicos de leyendas de otros tiempos, donde uno "redescubre" noble paz en este desapego espiritual...

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Madre naturaleza,desarrollo ciclico en sus estaciones recordandonos que continúa de forma imparable...

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Lluvia minuciosa, agua vertical, esencial taoismo de nuestros entornos naturales, donde si haces tregua de paz comprenderas que no molesta...

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Tarde tendida a lo largo del río, decorando riberas de nuestros montes, gran entorno de piel de toro, afortunados aquellos que la disfrutamos...

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Silenciosos espacios de tiempo, donde sin hablar uno comprende mucho...

Un saludo.
Medel.




Cierto es que el día no invitaba. Aún así, hicimos un esfuerzo por estrenar la temporada de otoño, en todo su esplendor. Ni la lluvia, ni el frío ni el barro nos iban a parar esta vez. No hay nada como desear algo con todas tus ganas ; los impedimentos y las trabas desaparecen al instante.

Si bien lo dimos todo para disfrutar, no estábamos sólos ; la naturaleza estaba de nuestra parte, mostrándonos lo mejor del otoño.

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Hay veces en las que no puedes evitarlo y entras en el juego. El bosque, su río. Apagamos motores y, bajo la lluvia, nos fundimos con el entorno para disfrutarlo con todos nuestros sentidos. Y es que el otoño tiene algo especial ; su luz, la melancolía, el anuncio de la proximidad de una nueva temporada, ...

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Como niños chicos, nos acercamos al río tal y como si no hubiésemos visto uno en nuestra vida. Y en cierto modo, así era. Jamás lo vimos de ese modo, en esas circunstancias. Mientras que todos irían a resguardarse de la lluvia, nosotros nos deteníamos sin que nos importara mojarnos aún más.

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Un poco más adelante, el trayecto sinuoso del agua truncaba nuestra ruta. Pero ello no supuso más que una nueva oportunidad para parar y observar todo cuanto nos rodeaba.

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El río nos hipnotizó por completo. El silencio y la lluvia hicieron todo el trabajo mientras nosotros permanecíamos inmóviles, absorbiendo la vida que nos transmitía el agua.

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Cuántas veces nos habremos quedado en casa por pensar que el día no invitaba a pasear por el campo con nuestra moto? Para la siguiente vez, me lo pensaré dos veces antes de dar la negativa. Quizá el que parezca el peor de los días resulta ser una grata sorpresa y nos regala una experiencia como la aquí relatada. Quién sabe? Y eso es lo más bonito de la vida ; nunca sabes cuándo será el mejor momento para disfrutarla. Por ello, sólo puedo decir que es mejor no dejar escapar ni la más mínima de las oportunidades.

Si una imagen vale más que mil palabras, disfrutad entonces del vídeo...



Un saludo,
Beltrán