Comienza nuestra ruta, como siempre, a última hora de la mañana y con tranquilidad, con destino al Parque Natural del Alto Tajo. Después de muchas vueltas y de pasar por varios pueblos interesantes, tanto por la peculiaridad del paisaje como por las gentes que observaban nuestro paso, encontramos por fin nuestro camino al ir a dar con el río Tajo, el cual seguimos hasta el salto de Balorque, donde surge la idea de un baño rápido ante la claridad del agua y su previsible frescura, por eso buscamos a continuación la playa del lago del mismo nombre, donde por fin nos tomamos un descanso y nos atrevemos con medio chapuzón. Tras disfrutar del color turquesa del agua, del aire fresco y la arena blanca, seguimos nuestro camino, esta vez sin rumbo, a encontrarnos con la mejor parte de la ruta, primero por un camino que desembocará en campos de trigo y maíz llenos de amapolas, y posteriormente en un castillo, el de Zorita de los Canes, al cual llegamos ya próximos al atardecer, y donde surgirá una nueva idea para nuestra próxima ruta. Desde aquí ya vuelta hacia Madrid, pasando primero por la ciudad visigoda de Zorita. A pesar de que ya nos dirigíamos a casa, todavía quedaban ganas de meterse por caminos de tierra, es en este momento donde vemos la espectacular tormenta que caía sobre la capital y el efecto que hacía sobre la luz del anochecer. Finalmente, para acabar el día, fuimos a dar al suelo entre un montón de arena, pero sin ninguna consecuencia grave.