Aunque en un principio andaba tentado de subirme a eso de las modernas tecnologías y colocar únicamente el video con media docena de comentarios a la hora de contar nuestra experiencia en la “Dos Mares”, finalmente voy a hacerlo “a lo clásico”, soltandoi una buena chapa, a sabiendas que en este foro aun quedamos gentes a quienes nos gusta leer los acontecidos y no únicamente contemplar los cromos y las películas.
La mayoría de la gente ya estaréis al tanto de lo que supone la “travesía Dos Mares”; el transito transpirenaico desde un lado al otro al cual se le ha incorporado una “tradición” consistente en la recogida de aguas en el Cantábrico para verterlas en el Mediterráneo o/y viceversa.
Las primeras noticias de gentes que cruzaron los pirineos por lo marrón, de banda a banda y motorizados se remontan, al menos en mi caso, a los años setenta del pasado siglo en los cuales un pequeño grupo de catalanes narraron en la revista “Motociclismo” el cruce los mismos a lomos de sus Bultaco Sherpa, por unos viales, la mayoría de ellos, actualmente vedados al tránsito motorizado.
Fue a mediados los ochenta cuando las gentes de “Solo Auto 4X4” anunciaron a bombo y platillo su primera “Travesía Dos Mares”, una aventura a lo grande en donde tuvieron cabida una veintena de todo terrenos y unas cuantas motos de enduro. Creo que aquel fue –si no alguien me corregirá- el primer viaje multitudinario off-road que se organizó en España.
Fueron unos pocos quienes pudieron apuntarse, y muchísimos mas quienes nos quedamos con ganas de haberlo hecho y seguimos su aventura con un enorme interés.
Mientras algunos colegas sueñan con irse al Cabo Norte, cruzar el continente americano de cabo a rabo, darse la vuelta al mundo en moto y en solitario, visitar la Isla de Man en la semana de carreras, en mi cabeza en cambio siempre pensaba en La Travesía dos Mares, en la pista de la Stella Alpina, o en rodar por los caminos de la Baja Aragón (Monegros). Los dos últimos ya había tenido la fortuna de hacerlos, así que cuando hace apenas unas semanas leí en el foro Maxitrail España que unos compañeros tenían intención de emprender la mencionada travesía, se lo comenté a mi mujer, y ella sin dudarlo me respondió: “Andoni, no te pierdas esta oportunidad; ¡vete!”.
Empecé a preparar las cosas puesto apenas contaba con una semana para la marcha, fue entonces cuando le comenté ilusionado a mi cuñado Ángel mis intenciones y cuando recibí otra gran sorpresa al comunicarme este que: “tendría que arreglar unos asuntos, pero si puedo, os acompaño”.
Andaba yo más feliz que un crio en las barracas cuando a falta apenas de cuatro días de la partida todo el plan se vino abajo. Unos de los compañeros tenía una afección vírica y los organizadores decidieron que la expedición se posponía “sine die”.
Mi gozo en un pozo. Fui en busca de Ángel y le comenté lo acontecido; él por su parte continuaba dispuesto a seguir adelante, únicamente me pedía una semana más de margen para darle tiempo a ultimar unos asuntillos y poder coger legalmente sus vacaciones.
Aproveché este tiempo para estudiar con cierto detenimiento los tracks disponibles, arreglar algunos de sus tránsitos un poco a mi gusto, y ultimar pequeños detalles como adquirir tarjetas de memoria para las cámaras, mapas topográficos (GR11) y cosillas similares.
Le acoplé también unos desmontables, procedentes de mi antiguo Lada Niva, a mi “tractor amarillo”, aprovechando uno de los soportes laterales de sus maletas, las cuales, en esta ocasión, decidí prescindir, arreglándome en cambio con el baúl trasero y una bolsa del tipo “sobre deposito” a la que fijé, con un pulpo y una red, en la trasera de mi asiento.
Introduje en mi Zumo 660 dos tracks diferentes, el originalmente previsto por mis colegas de Foro Maxitrail España, procedente este de Isaac, un compañero del foro Moterus , a quien desde aquí quiero enviarle unas enormes “GRACIAS” por el currelo que se pegó a la hora de prepararlo, y probarlo, puesto que apenas un par de meses atrás había abordado exitosamente este mismo transito acompañado de media docena de compañeros a lomos todos de maxi/megatrails ; y junto a este, un segundo track, procedente de Wikilok, de aires algo más endureros, el cual, si pretendes seguirlo fielmente es fácil que te vacíen la tarjeta Visa, al hallarse ya algo obsoleto, obviando(saltándose) unas cuantas señales prohibitivas de las actualmente existentes
INICIO
Arrancamos finalmente a las ocho de la mañana desde la gasolinera de Erletxes, a una quincena escasa de kilómetros de Bilbao, con la intención inicialmente de rodar por carretera hasta Hondarribia (Gipuzkoa). No llevábamos ni una veintena de kilómetros rodados para cuando empezó a llover y fue entonces cuando optamos por “subirnos” a la autopista A8.
Cuando unos días antes Ángel me comentó que su moto no andaba mucho y lo de rodar por el asfalto a “ochenta/noventa por hora”, yo creía que sería algo referencial para indicarme que iríamos tranquilos, pero no que esa fuese en realidad la velocidad máxima a la que íbamos a tener que rodar durante todo el viaje. Parece ser que la DR400 de mi cuñado llevaba el desarrollo corto además de ir calzada con neumáticos de cross, con los cuales, como bien sabeis, no es “recomendable” rodar sobre asfalto.
Nos hallábamos aun en la periferia de Donostia cuando pinchó su rueda trasera. Conseguimos afortunadamente llegar a Renteria, y allí, en una gasolinera procedimos a cambiarle la cámara la cual curiosamente se había partido por su mitad, muy posiblemente por le elevada temperatura que cogen este tipo de neumáticos a la hora de rodar alegres en lo negro. Personalmente me había provisto de unas cámara del 19´ y 17´; las correspondientes a mi Transalp 700, mientras que mi cuñado únicamente contaba con una del 21´ en sus alforjas al creer erróneamente que mi moto llevaba atrás (como es su caso), una llanta del 18. Finalmente le colocamos las del 19´ que disponíamos y arrancamos hacia Hondarribia para recoger unas muestras de agua salada, tal como la tradición obliga; un agua que tres días más tarde verteríamos en el Mediterráneo al ultimar nuestra travesía.
Iniciamos nuestra aventura Off en Endarlatza, en la misma frontera de Gipuzkoa con Navarra trotando por el antigua trazado del tren chiquito del Bidasoa, un camino sencillo, completamente plano, con varios túneles , cuyo transito completamente a oscuras guiados por los focos se hace los realmente extraño. Rellenamos al poco los depósitos en Bera (Vera del Bidasoa) y cogiendo una pista que nos acercó a la venta del alto de Lizarrieta ubicada esta” al otro lado” de la frontera en los terrenos de Sara, para seguidamente retornar desde allí a Navarra descendiendo por asfalto hacia Etxalar.
Encontramos el punto de continuación off, y nos adentramos por la pista aunque apenas metida segunda nos percatamos de la existencia de un pequeño cartel indicando la prohibición del tránsito de coches y motos. Retrocedimos entonces unos metros y a regañadientes bajamos hasta Etxalar por asfalto, lo atravesamos sin detenernos y continuamos entonces carretera arriba hasta que volvimos a entrar en lo marrón. El agua no paraba, el piso mayormente se hallaba húmedo, pero no excesivamente resbaladizo, y por ello, sin arriesgar en absoluto, mientras la pantalla del casco se colmaba de gotas, y de paso se empañaban completamente mis gafas, rodamos por allí tratando de no de no perder tiempo ni sufrir algún estúpido percance. Fueron estos unos tránsitos bonitos, rodeados de hayas, barro oscuro, rodadas encharcadas, ramas caídas, todo ello mientras la lluvia no cejaba y la niebla nos envolvía poco a poco. Una verdadera pena que la cámara de video ubicada sobre mi casco “se inundase” y que decidiese no grabar nada durante toda la mañana puesto que seguro hubiesen sido unos cortos dignos de contemplarse.
Llevábamos un buen rato sorteando entre barrillo cuando, descendiendo ya hacia Elizondo, nos hallamos con un árbol volcado sobre el camino impidiendo nuestra continuación. Hacía falta una motosierra para solventar la papeleta así que optamos por buscar otra salida, la cual encontramos, apareciendo un rato después a media cuesta entre Amaiur y Otsondo.
Cruzamos por el Col de Izpegi una vez más la frontera, dirigiéndonos primero a Baigorri, y luego a Banka. Tenía desde allí varias posibilidades estudiadas, y finalmente opté por retornar a Ibañeta (Navarra) vía Lindus, por la misma estrada que meses atrás Txistu nos guió a un convoy del foro Euskal Trail Motards.Con algo de suerte incluso podríamos llegar a Orreaga “a la hora de comer”.
En esas andaba yo para cuando me di cuenta que mi cuñado no me seguía. Esperé un poco, y viendo que no aparecía retrocedí un par de kilómetros hasta hallármelo otra vez con la rueda trasera de su Suzuki pinchada. Volvimos a desmontarla apreciando que ahora el pinchazo se hallaba en su parte interior, es decir, en la zona que se hallaba en contacto con los radios. Sacamos completamente la cubierta y sellamos aquello con un par de vueltas de cinta americana, reparamos con un parche de bici la cámara y tras montarla, al proceder a inflarla, notamos que las cosas no iban bien.
Comentamos entonces que quizás la bomba de mano que llevábamos era demasiado pequeña y no conseguía impulsar suficiente presión de aire, así que se me ocurrió lo de utilizar uno de los sprays antipinchazos para inflarla y permitirnos así acercarnos a una gasolinera a talonar bien la cubierta. Nos la teníamos tan felices cunado el primer spray hizo: ”pifff…”• y no sacó espuma alguna. Vaya chasco. La verdad que el pobre era algo veterano puesto que llevaba cerca de diez años en mi propiedad; por fortuna contábamos con otro spray recién comprado. Tras agitarlo lo enchufamos a la válvula y al nada, tras hinchar la rueda parcialmente empezó a verter espuma por todos lados.
Ya la habíamos jodido; seguro que habíamos pellizcado la cámara al meterla… Vuelta soltar todo, espuma por doquier, todo pegajoso… En realidad lo acontecido fue que el parche que habíamos colocado se había medio despegado por problemas con el pegamento utilizado.
Le comenté entonces a mi cuñado la opción de llamarle a Ekaitz (su hijo) y que este se acercase con el remolque, volviésemos a casa, reparásemos el pinchazo, comprásemos de paso unas cámaras nuevas y emprendiésemos la ruta en un par de días “como Dios manda”. Ángel me miró asombrado y dijo: ¡qué coño, la aventura es la aventura! ¡¡Pásame la cámara esa del 17´!!
Montamos finalmente la misma y no tardamos en llegar a Orreaga (Roncesvalles). Comimos allí un enorme bocata de txistorra rondando ya las cinco de la tarde y reemprendimos la marcha dirigiéndonos ahora hacia la fábrica de armas de Orbaizeta, a la cual llegamos, un buen rato después, con esas sensación de “hallarnos en pecado” y con bastantes dudas sobre la permisividad o no del trafico motorizado en este tramo.
Un poco moscas con el track proveniente de Wikilok decidimos no meternos en más líos y guiarnos en adelante por el de Isaac, el cual, tras unos monte arriba y monte abajo, atravesando por preciosos paisajes nos condujo un tiempo después a las inmediaciones de Otsagabia desde donde nos dirigimos primeramente a Orontze a repostar, llevando justo entonces ciento cincuenta kilómetros recorridos desde nuestra partida de Bera.
Como la Suzuki llevaba su depósito original andábamos un poco justos de autonomía y decidimos que durante toda la travesía mantendríamos esa tónica de repostar cada 150kms para evitarnos así malos rollos al respecto. Regresamos al poco a Otsagabia en donde cogimos una nueva pista que nos trasladó a las inmediaciones de Vidángoz dejando así el valle de Salazar atrás para acercarnos al del Roncal. Pasamos al rato por Burgi en dirección al valle de Ansó , a la Jacetania oscense. Rondaban las 20,30h cuando finalmente llegamos a Hecho, un coqueto pueblo en donde dimos por ultimada aquella primera jornada.
2ª jornada HECHO-VIELHA
Me desperté temprano y aproveche para pasear por Hecho (Val d´Echo). Según parece toda aquella comarca ha sido muy visitada desde tiempos remotos. Leí que un principio fue un condado cedido por el rey Sancho de Pamplona a uno de sus hijos (¿Jaime?) el cual, tras la muerte de su padre, lo convirtió en un reino, el de Aragón.
Salimos por una tortuosa carretera en obras que al rato nos llevó a las inmediaciones del túnel de Somport, próximos a Castiello de Jaca, desde donde nos adentramos por una estrecha carretera colmada por cierto de señales de prohibición. No pintaban bien las cosas y tal como esperábamos al final de la misma hallamos la pista buscada con una barrera levantada y un cartel en el cual mencionaban algo de “horas de visita”.
Bastante mosqueados nos hallábamos por allí contemplando nuestras alternativas cuando vimos pasar a un Alfa Romeo, con cuatro “jubilados”, pista arriba a toda pastilla, y un poco más tarde casi no atropella un Renault Laguna que seguía el rastro del anterior. Al final preguntamos a unos lugareños quienes nos comentaron que por allí se podía subir tranquilamente: ¡Si todo el año por ahí pasan coches!, incluso nos hablaron de un horario de misas…
Con cierto resquemor emprendimos nuestro camino pausadamente para no levantar excesivo polvo y tratar de minimizar nuestra presencia. En eso andábamos cuando el Garmin nos indicó que realizásemos un girode160º. Se encontraban justo allí unos cuantos cicloturistas reunidos en alegre charla, y les preguntamos si se podía seguir, o no, monte arriba (había otra barrera igualmente levantada) y ya de paso, sobre el estado en que se hallaba el camino. Su respuesta nos tranquilizó bastante al indicarnos primero como proceder para llegar a donde pretendíamos y animarnos seguidamente a continuar puesto que “con esas motos seguro que pasais…”.
¡¡Jodé con la pistita!!, más de veinte kilómetros de inagotable subida plagada de piedras de todos los tamaños imaginables. Vamos, lo más parecido a un Museo geológico al aire libre, algo que a lomos de una enduro, o una trail light apenas cuesta abordar pero con una bicilindica con llanta delantera del 19,´ y un cuarto de tonelada de desplazamiento, es, sin duda, bastante más complicado y realmente agotador.
Llegamos finalmente arriba con apenas un par de paradas por el medio y mi cuñado mirando a mi Honda con unos ojos bastante distintos a los que la miraba apenas de víspera. Creo que desde aquí hubo un antes y un después a ese respecto. Y digo esto porque a partir de aquí ya solo se sonreía de oreja a oreja cuando me veía atravesar las zonas, llamémosles “complicadillas”, a lomos de mi Transalp. Creo incluso que me lanzó un piropo al comentar en voz alta que se veía que dominaba muy bien la moto y que en cambio él, con el peso que tenía (75k) sería incapaz de subir por semejante pedregal con ella. Bueno, yo espero que aquello fuera un piropo, y no que en realidad me estuviese llamando “gordo”.
Me comentó entonces que no le agradaban las sensaciones que le trasmitía la Suzuki con las alforjas que portaba; que variaba un montón su comportamiento, especialmente de atrás, y no le convencía en absoluto sus maneras. Curiosamente la poca carga que yo llevaba en mi Honda, y su disposición, no me supusieron problema alguno durante toda la Travesía, es más, creo incluso que le ha ayudado un poco a la hora de traccionar en las zonas más difíciles, no haciéndome ni un solo extraño la zaga en estos cuatro días.
Tardamos aun un buen rato pisteando hasta aparecer por las inmediaciones de Biescas. Repostamos ya en la entrada y tras buscar en la urbe infructuosamente unas cámaras de repuesto continuamos nuestra ruta, ahora hacia Broto, y en sus inmediaciones nos desviamos por una entretenida carretera ascendiendo hacia las nubes.
Llegados al lugar en donde en teoría el track volvía a lo marrón, concretamente por el Cañón de Añisclo, nos hallamos allí con mogollón de coches aparcados, numerosos paseantes… y una señal de dirección prohibida de casi medio metro de diámetro, ¡vamos, como para no verla! Esta vez no lo dudamos, disfrutamos de las vistas y continuamos monte arriba por el asfalto deteniéndonos al poco en una agradable posada a reponer fuerzas.
Superado el trámite alcanzamos pronto Plan y cogimos allí una preciosa pista con la que disfrutamos enormemente por la belleza de la misma. Tiempo después repostábamos junto a Castejon de Sos e iniciábamos un nuevo transito Off , apenas este reseñable, el cual nos condujo hasta el Col de Fadas, para volver a desviarnos de nuevo y luchar ahora con unos pastores eléctricos en la zona de Montanuy , consiguiendo finalmente aparecer, no sabemos ni por donde, en la Noguera Ribargorcana , por el borde del parque natural dela Madaleta, y tras atravesar sobre asfalto algunos túneles alcanzamos finalmente Vielha, pasando ya las ocho y media de la noche, justo cuando un viento fresco hacía su aparición.
Afortunadamente contábamos allí con Gustavo, quien además de facilitarnos el alojamiento y darnos la oportunidad de saborear la exquisita cocina de su afamado restaurante, nos agasajó con una entretenida conversación, narrándonos numerosas anécdotas de esa veintena de años que lleva viajando “por los extranjeros” en moto, habiendo ya visitado los cinco continentes e infinidad de países. Hubiésemos continuado allí escuchándole toda la noche, pero teníamos que descansar un poco para poder afrontar con garantías la siguiente etapa, así que rondando la una de la madrugada nos despedimos de él y regresamos al hotel enormemente contentos porque nos regaló una cámara del 18´ válida para la DR de Ángel.