Hoy viendo un programa en la tele (que no tiene nada que ver con las motos) le han tocado dos entradas al partido Milan-Barça (en Milan) a un "chico harley", que había llegado en la moto al estudio. Con sus melenas y sus cueros moteros de tipo duro, el locutor le hizo el comentario simpático de si iría al partido en la moto. El tipo, que había puesto cara de vanidoso cuando le hablaban de su Harley y de lo que lucía en el parking, va y reconoce que lo mas lejos que había ido con la moto hasta Guardiola de Berguedà (algo mas de 100 kms de viaje...) Y que a la vuelta se le había puesto a pitar la alarma por algún mal contacto y no sabia como pararlo (con cara de; que mal rato pasé...).
Es curioso, pero le encuentro un cierto paralelismo con la historia de Silvente; Vivimos de y para la estética, y muchos de nosotros nos hemos olvidado de "vivir" las cosas. Y esto es extrapolable a tantos y tantos ámbitos de la vida.
¿Realmente trabajamos en aquello que nos gusta, o es a lo que nos ha llevado la vida? ¿Cuantos hemos cambiado un buen trabajo por uno que nos llene? ¿Hacemos lo que realmente nos gusta, o aquello que se espera de nosotros? ¿Cuantas cosas no hemos hecho por el "que dirán"?
¿Vivimos... o interpretamos la vida que se supone que debemos vivir?
Creo que el texto es muy crítico, pero lo es porqué es crudo y real. Y que muchos, de la misma manera que alardean demasiado sobre esto y aquello, y cuentan veinte donde sólo hay cinco, alardean de grandes aventuras o momentos épicos donde ni los ha habido ni los habrá.
¿os habéis planteado alguna vez si hay algún compañero de Motostrail que escriba fantasías sin ni si quiera haber montado nunca en una moto? ¿O cuanto hay de real o cuanto añadido en algunos relatos?
A mi personalmente no me preocupa demasiado, pero ya que está el tema en el aire...
Vssssssssssssss