Pasito a pasito, con el escaso tiempo que le dedico a la moto ahora, voy avanzando en la ruta que me trazé hasta Villamanrique de Tajo.
Domingo frío, frío, y ánimo escaso, pero, supero la pereza y me marcho un rato con la avispa. Cojo carretera con los guantes calefactables enfundados, y, bien abrigado, no cojo campo desde donde pensaba; Me alejo más por carretera, y empiezo desde Chinchón, llego a Valdelaguna, y desde ahí todo nuevo.
Lamentablemente, Valdelaguna me ha obligado a pisar terreno no deseado. De acuerdo con el GPS el camino existía pero se encontraba arado, y con la ventaja de la confianza de saber que un poco más allá seguía el camino, he ido por el margen de dos tierras para alcanzar la pista.
He encontrado dos caminos de los más ratoneros que estoy deseando subir de nuevo; Hay cortas zonas con piedras con pendiente, pero, ¡que gozada de 220 kg que mantienen a la moto por su caminito! Al dejar el asfalto y cambiar los guantes por unos finos las manos se quedaron heladas pero con los km de caminos se calientan, y el sol del día es para disfrutarlo. No se mueve nada el aire y aprovecho una parada para beber agua y sentir el sol en la cara un ratillo.
Me quedo sorprendido de las zonas cerradas y de bosque que encuentro. Así mismo de lo atento que debo ir del GPS, pues veo pista y me confío en que hay que seguir, pero no, hay mucho desvío.
Al llegar a este cruce con la carretera, la ruta sigue de frente, pero me planteo si ya ha sido bastante por hoy. Quedan 14 km hasta Villamanrique. Decido dejarlo para otro día, bajarme de la moto, echar otro trago de agua, disfrutar del sol, y prepararme para la segura fría vuelta. Y efectivamente lo es: con la sierra de Madrid al fondo, el aire es frío, no aguanto la visera levantada, y los guantes esos que compré son increíbles
Seguiré en otro rato.