Barro, sangre, sudor y lágrimas es el eslogan de este encuentro llamado Benduro. Lo organizan un grupo de croatas chalados y este año el lugar elegido quedaba bien cerca de casa.
Así que para allá que nos fuimos. No sin antes hacer un poco de bricolaje primero.
Y poco después. Murphy de los cojones.
Pero llegamos. El lugar de reunión estaba en una aldea llena de casas de estas, abiertas y esperando ser ocupadas.
Y nos contagiamos del amor del ambiente.
Como al día siguiente teníamos que hacer ciento nosecuantos kilómetros de bosques y marrones, qué mejor que ponerse bien pedo para echarle la culpa a la resaca si al día siguiente no te sale nada.
Revisando la dureza de gomas de la moto del guía. Caquitas.
A la mañana siguiente vamos a ver el percal. La casa sigue ahí.
Y vimos los gatos pardos de la noche anterior.
Y dos de la secta del Manchi.
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