Muy buenas tengan ustedes!
Este pasado fin de semana, mi XT se despidió del asfalto.
Por cuestiones familiares tenía el fin de semana libre y no me lo pensé dos veces, me reservé hotel en medio del Parque Natural, y pasé el mejor fin de semana motero de mi vida (que espero se quede en nada con los siguientes...)
La idea original era hacer 521 km, pero entre perdernos, encontrarnos, curiosear y hacer el tonto en Cuenca, nos fuimos a 700 km!
Lo primero, hacer el equipaje. Ligerito a más no poder ya que sólo tengo un top case de 31L. Total, para hacer una noche fuera no hace falta mucha cosa...
Lo siguiente, el hippy ese, para no pasarnos nada interesante por alto. Ya tendríamos tiempo de no hacerle caso...
Y nos ponemos en marcha!
Salimos de Madrid 3 motos: XT660, F800GT y SV650, pero llevamos una escolta mañanera de 6 motos más: GS500, 2xFZ6, GSXR600, GS1200 y 990SDK. Un grupo bastante variopinto y heterogéneo, pero lo importante es llevar todos el mismo rollo. Yo le estrujo lo que puedo para que no se me aburran...
Planificamos la primera parada en Sacedón, bar España, mundialmente conocido por utilizar el sistema métrico vasco: bocadillo = barra, montado = barra sin los picos...
En Sacedón perdemos a dos escoltas mañaneros que tienen obligaciones que atender y regresan hacia Madrid.
Los que vienen sobrados de caballos y faltos de tiempo se adelantan con la condición de esperarnos en un cruce para enseñarnos un atajo en busca de la playa de Cañamares.
Tirando fuimos hasta que decidí que ya nos habíamos alejado del track del GPS, de la playa de Cañamares y de toda la civilación lo suficiente como para retomar el camino original.
Nos dimos la vuelta y tiramos hacia Cañamares, donde nos encontramos al resto de la escolta preparándose para irse de vuelta.
Después del malentendido, nos despedimos, y el resto del día rodamos el núcleo duro del viaje.
Durante el sábado nos hizo un tiempo sencillamente perfecto para rodar en moto. Máximas de 25º y fresquete por la mañana y por la noche; aunque yo no iba a dejar pasar la oportunidad de pegarme un chapuzón en la playa-piscina-río. El agua estaba helada de cojones, y me costó un rato encontrármela cuando fui al servicio de caballeros (aka árbol) antes de subirme a la moto. Pero vamos, un ratito al sol antes de entrar en el agua para hacer temperatura, y que no se diga!
Entramos y salimos de Fuertescusa con la única intención de ve esto:
Ese es el paisaje que abunda en el Alto Tajo y la Serranía de Cuenca: hoces, ríos y verde. Precioso todo.
Como suele ocurrir con las fotos y los vídeos, el material audiovisual nunca hace justicia, y menos a una zona, cuyo principal atractivo es dejarse llevar por unas carreteras alejadas de todo, escasas de tráfico y en un paraje idílico.
Es increíble el contraste cultural que te puedes encontrar en la provincia de al lado.
La diferencia de ritmos de vida puede generar situaciones como las que paso a relatar.
Paramos en un pueblo, si no recuerdo mal Puente Vadillos.
Nos sentamos en la terraza de un bar a pie de carretera. Estamos completamente solos.
Pedimos un manchado, un café con leche y dos solos con hielo; y nos plantan dos cafés con leche y dos cortados.
Subimos al Castillo de Beteta. No es famoso por nada, sin embargo valió la pena.
Desde Beteta enfilamos camino Molina de Aragón, aunque no llegaríamos hasta el mismo pueblo ya que retrocederíamos hacia el nacimiento del río Cuervo.
Pasamos unos cuantos km con un asfalto rugoso un tanto extraño. Yo lo primero que noté es que la cabrona de la moto se negaba a entrar en las curvas. Debía agarrar aquello entre poco y nada... Y lo segundo que noté es que como se me ocurriera intentar corregir la trayectoria en la curva, el restulado era irme por fuera por cojones, así que empecé a circular bastante despacio... Mientras que me saltaban las pegatinas una 690SM, una Street Triple y un scooter rojo
Al loro como iban... Se ve que ellos no tenían problema con ese asfalto o lo conocían bien!
Tomamos dirección Peralejos de las Truchas y aquí el asfalto, por llamarlo de alguna manera, se pone ya imposible. Para mi XT y sus 230 mm de recorridos de suspensiones tirando a blandas, tanto delante como detrás, esto no es más que ponerse de pie para no reventar la espalda y gas! Pero el de la F800GT, con paquete y maletas las viene pasando putas.
Es lo que tiene enmelonarse con ir a sitios tan inaccesibles...
Siguiente parada, nacimiento del río Cuervo. Salimos a las 10:00 de la mañana de Madrid y ya son las 20:00. Yo estoy realmente fundido, así que no me adentro mucho... Me contento con llegar a las cascadas y vuelta.
Ya estamos cerca de Tragacete que es donde hemos cogido el hotel.
En la recepción del hotel tenemos que sortear una nueva barrera: la idiomática.
En la Cuenca profunda debe de haber un dialecto gutural que poco o nada se parece a mi andalú materno, o a mi madrileño de adopción... La cosa es que nos hicimos con las llaves de las habitaciones y conseguimos entrar.
Tuvimos la mala suerte de dar con el hotel feúcho, teniendo uno enfrente muy bonito y con bar y terraza. Pero bueno, si te alojas en el feo, tienes las vistas del bonito, al que fuimos a cenar y desayunar.
Cenamos comida de la zona: ajoarriero, morteruelo y cerveza Dawat. Todo más conquense que una casa colgando de una piedra.
Por la mañana, esperamos desayunando a la escolta de vuelta, una CBR600F que a nuestro encuentro a las 10:45 lleva ya 200 km.
Comenzamos a descender de esta maravilla de la naturaleza, en dirección Ciudad Encantada, haciendo una pequeña parada en El Tobar a echar unas fotos.
En la Ciudad Encantada hay que pegarse un pateo curioso y yo no estoy por la labor, así que atendiendo a la recomendación del guía, me meto en una pista forestal de un par de km para asomarme a un mirador.
Mientras, unos recorriendo la Ciudad Encantada y otros esperando en el bar.
Cerca de la Ciudad Encantada llegamos al Ventano del Diablo, con unas vistas realmente acojonantes al río, de aguas turquesas pero cristalinas, y mucha gente haciendo barranquismo por la zona.
Un poco de fauna local asomada al Ventano:
Desde aquí a Cuenca, unas curvitas y una sucesión interminable de aburridas rectas.
El tema de parar en Cuenca estaba un poco en el aire y terminamos echando allí el día prácticamente.
Hicimos la intentona de pegarnos un chapuzón en el río, pero lo han privatizado. Además que no pago yo por helarme los huevos en aguas turbias...
Así que nos hicimos los guiris y subimos al centro de la ciudad a buscar sombra para comer.
Cuenca es precioso, me sorprendió bastante la verdad.
Desde Cuenca a la Comunidad de Madrid escogí una ruta lo más divertida posible, pero la verdad es que resultó ser un puto truño infumable a poco más de 30º que llegó a subir el domingo, nada que ver con el sábado... Así que no doy tregua y nos cascamos 100 km en hora y algo sin parar.
En Albalate de Zorita echamos unos refrescos y nos informan por WhatsApp que tenemos comité de bienvenida esperando en Fuentidueña del Tajo, así que cambio el GPS y para allá que vamos. Esta vez, y porque ya se nos hacía un poco tarde, cogimos algo de autovía.
A estas alturas quiero hacer dos incisos sobre los amigos que nos esperaban en Fuentidueña.
1. Nacho, tuvo recientemente un accidente tirando a grave. Su vida no corrió peligro en ningún momento pero se rompió las dos manos y una se la tuvieron que operar. Le ha costado bastante superarlo y volver a subirse a la moto. Ha sido este mismo año.
2. Miguel, estaba previsto que nos acompañara durante todo el viaje, pero se pasó el sábado entero trabajando, y el domingo por la mañana también. Además, nos tenía preparada una sorpresa para el viaje y nos la tenía que dar costase lo que costase (por ejemplo, una rutita por Chinchón a más de 30º...)
Y la sorpresa era que el muy cabrón se ha comprado una VFR 800 preciosa y nos la quería presentar!
Hacemos rutita por el sur de Madrid y un ritmo sosegado que Nacho está todavía en reinserción, Miguel no conoce mucho la moto, y los demás venimos fundidos del viaje.
Paramos en Chinchón, una de mil veces, pero nunca nos había dado por subir al Castillo.
Y nos despedimos hasta la próxima.
Ahora toca un período de sequía ya que me voy de vacaciones y supongo que mis amigos, el que más y el que menos, también se quitarán de en medio unas semanas.
Por cierto, no quiero dejar pasar la ocasión de haceros una recomendación.
Es de estas cosas que aprendes por las malas, a base de equivocarte.
Cuando llevas la chaqueta de verano, que es más cortita y no cubre los guantes, y te pones guantes de verano, que son cortitos y no se alargan hacia el brazo, y conduces bajo el sol de julio durante unas 20 horas durante el fin de semana, ocurre lo siguiente:
Así que ya sabéis, cremita solar hasta para ir en moto!
V's y GAS!