El miércoles por la mañana y con un tiempo maravilloso salimos de Coruña hacia tierras Babianas.
Tomamos la nacional hacia Baamonde, donde cogemos unas pistas hacia Baleira, donde paramos a comer, en el hotel Moneda, ya conocido por nosotros de otras ocasiones, y de allí hacia Ibias, donde los hermanos Cancio no pasaron sin fotografiarse junto al pueblo que lleva su apellido.
Despues de tomar un cafelito en Ibias, otra pista estupenda hacia Villablino, donde ya por carretera llegamos a San Emiliano, cansados después de hacer mas de trescientos Kilometros.
A la mañana siguiente, nos encontramos con que ya eran cerca de las nueve, y todavía estaba cerrada la cafetería para desayunar y enseguida entendimos el porqué. La temperatura era de 2 grados Bajo Cero. Y las motos a la intemperie, con los asientos congelados, … a quitarlos y darles un baño de agua calentita.
Una vez desayunados, tomamos una pista desde Pinos hasta el parque natural Las Ubiñas – La Mesa.
Y bajamos curveando por carretera desde los más de 2.400 metros de altura hacia Campomanes, camino del puerto de Pajares, con un par de pistas que intentamos hacer por el medio y que no salieron bien al no tener continuidad.
Despues de hacer una visita a la estación de esquí de Pajares y ver que no había posibilidad de hacer ninguna pista por allí, vamos a comer a Villamanín, donde nos recomendaron Casa Ezequiel, y la verdad es que no hemos visto nada igual en nuestra vida, como alguien decía por ahí, “ en dos palabras “ ¡¡¡ IM-PRESIONANTE!!!, y era el menú de la casa. Con lo bueno que estaba todo, y fuimos incapaces de comer ni la mitad de lo que nos pusieron.
Despues de comer, ruta hacia el Valle de Arbas y el embalse de Casares, con unas vistas maravillosas, donde hacemos una pista muy empinada y con muchísima piedra suelta, con vacas y caballos en medio de la pista, y que con mucha dificultad subimos, hasta que nos damos cuenta que al final hay una hermosa valla de espino metalico, y no nos queda mas remedio que encomendarnos a lo que sea, y bajar lo que no queríamos bajar, sobre todo sin tener ruedas con taco. Costó un huevo y parte del otro, pero bajamos sin caernos, casi un Milagro, ya que el Milagro llegaría al día siguiente, pero bueno, no adelantemos acontecimientos…
De allí, una carretera de curvas endiabladas y buen asfalto hacia San Emiliano que pasa por el embalse de Los Barrios de Luna. Todo una pasada, tanto las pistas, como las carreteras de montaña y los paisajes.
La F 800 se porta de maravilla, en pistas se nota el peso, pero es muy fácil de llevar sin hacer tonterías, sobre todo sin tacos, y en carretera tanto de montaña como nacional, es la leche, estable y rápida, y el consumo medio en todo el viaje fue de 4.7 litros a los 100.
Al dia siguiente, viernes, tiramos hacia el Puerto de La Ventana, con curvas y mas curvas, con la presencia de un cervatillo que cruzó corriendo por delante nuestro y que nos hizo despertarnos del todo, hasta llegar a Peña Ubiña, donde cogemos una pista a la derecha, ya que la de la izquierda no es transitable para los vehículos, que discurre por la montaña con unas vistas increíbles y que tras varios kilómetros nos baja hasta Ricabo. Desde allí vamos hasta Torrestío, donde cogemos una pista hacia el alto de La Farrapona, y de allí a Somiedo, donde comemos en una sidrería muy muy bien. Desde allí, subimos por una carretera que sube a la montaña, y que pasa por una especie de portal horadado en la montaña que parece como en las películas, que te traslada a un lugar desconocido.
Desde allí volvemos a bajar a “la civilización” y curveamos de vuelta hacia San Emiliano por el puerto de Somiedo hasta llegar a Cabrillanes, donde hacemos unas pistas antes de volver al hotel.
El sábado volvemos a subir el Puerto de La Ventana y la pista tan bonita que luego baja hasta Ricabo, desde allí un paisano nos recomienda subir al Gamoniteiro, Kilometros de subida y mas subida, asi hasta cerca de los 2.000 metros de altura que tiene al final de la carretera, donde se encuentra el repetidor de televisión. Las vistas desde allí son de otro planeta, los Picos de Europa, Peña Ubiña, …, las pocas nubes que había ese dia quedaban por debajo de nuestras cabezas, en fin, una pasada.
Volvemos hacia la carretera admirando el paisaje, y disfrutando de sus muchas curvas camino de unas hermosísimas pistas que nos llevarán hacia la estación de esquí de San Isidro en Riopinos, a pie de los telesillas.
Llegamos y nos hicimos las fotos de rigor, para comenzar a subir una especie de pista con tierra, arena y piedras, bastante complicada para nuestros neumáticos, pero que sin demasiada dificultad hacemos gracias a que es en sentido ascendente.La recompensa fue las bonitas vistas que se ven a casi 2.000 metros de altura y lo abrupto del paisaje.
Y como siempre que se sube, luego hay que bajar, y lo hicimos hacia la parte contraria a la que subimos, o sea, hacia Asturias, y lo que empieza de una manera mas o menos suave, se convierte en una pista con un gran desnivel, totalmente cubierto de piedra suelta que hacía casi imposible su bajada.Todas las complicaciones anteriores eran un juego de niños comparado con esto, y a la izquierda a un par de metros, una caída de “cohones”. Todavía no se como bajamos mis compañeros y yo sin caernos, pero después de haberlo conseguido, todavía hoy lo tenemos presente, derrapadas de adelante y detrás a 5 por hora,… increíble, me vi en el suelo varias veces, imaginando además donde pararía. En fin, una aventura.
Continuamos viaje hacia el embalse del Porma después de comer en un restaurante del camino sin mayor pena ni gloria, para volver de nuevo hacia la comarca de Cuatro Valles y de allí hacia el Lago de Barrios de Luna, con sus curvas de buen asfalto y mejores vistas, para llegar ya a descansar al hotel y poder cenar convenientemente después de una buena ducha.
El domingo por la mañana salimos hacia Villablino con el tiempo lluvioso, pero fue mejorando algo y decidimos ir a comer a La Balouta, en los Ancares, asi que tomamos unas pistas hacia Pelliceira y otra hacia la Balouta, donde comimos como siempre allí, de manera ESPECTACULAR.
Lo mismo que un sonoro trueno nos indicaba que el tiempo cambiaba a peor, con lo que salimos de allí con el diluvio universal, que nos acompañó hasta cerca de Lugo, y menos mal que de allí a Coruña volvió a lucir el solete para acabar de secarnos.
Espero que os guste la crónica.
Salu2.