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Ya lleva tacos
Día 9. Ovcar Banja - Curtea de Arges. 370 km. 9 h

Como aquí no se ve nada, mapa en google
Hoy tenemos por delante un día molón. Por una parte entramos en Rumanía, que no significa llegar al destino, pero es como conseguir un hito. Por otra parte haremos una de las carreteras famosillas de este país, la Transalpina. Finalmente terminaremos en Curtea de Arges que tiene pinta de estar chula. ¡Vamos allá!
Esta noche la hemos pasado muy cerca de la frontera, de hecho lo que se veía a la otra parte del Danubio era ya Rumanía. De todas formas no nos encantemos, en Rumanía tienen GMT+2, osea que perdemos automáticamente una hora al cambiar de país.
Teníamos que desandar el camino entre campos de ayer. Podríamos haber evitado cruzar por dentro del cementerio, pero qué cojones, no se puede circular entre tumbas todos los días.

Recorrimos algunas carreteritas hasta llegar a la frontera con Rumanía.

La frontera con Rumanía dispone de unas instalaciones bastante grandes, con hangares no sabemos para qué, pero junto a las garitas de entrada al país habían un montón de coches requisados en estado de abandono.
Como no había cartel de Bienvenidos a Rumanía, nos conformaremos con este:

Si bien la primera parte de esta etapa no tenía demasiado interés, nos sirvió para entrar en contacto con la realidad del sur de Rumanía (wild south, nos decían unos chavales que conocimos). Cualquiera que haya estado por ahí o haya oido/leido alguna crónica de viajeros por Rumanía habrá escuchado mencionar la cantidad de perros salvajes que hay. Tanto es así que realmente constituyen un peligro para la circulación. Al principio choca mucho. Asociamos un perro suelto a un pobre perro abandonado. Después de haber pasado cinco días aquí, más bien diríamos que son perros callejeros, al igual que aquí tenemos gatos y nadie se asombra. Deambulan por la civilización a ver si pican algo de aquí y de allá. La gente les da cosas y ellos sobreviven. También frecuentan los apartaderos de las carreteras. Se tiran el día allí tumbados esperando pacíficamente a que un coche se detenga y, si hay suerte, les de algo.
También los hay que se tumban en medio de la carretera o aquellos que odian las motos y salen como un tiro del bosque para espantarte...


En este lugar se mantiene todo lo que ya hemos contado sobre Serbia en cuanto al tipo de carreteras, negocios de reparación de coches, parque automovilístico, basura y estado de las carreteras... pero peor.
El estado del asfalto es lamentable, hasta el punto de que a veces era más cómodo circular por pistas que por ciertas carreteras. Los frecuentes agujeros, asfalto hundido, discontinuidades del pavimento, etc, me hacía imaginarme cómo habría sido si el viaje lo hubiéramos hecho en otro tipo de moto con suspensiones más cortas y duras...
En cuanto al parque automovilístico, aquí reina Dacia. Modelos actuales y otros desconocidos en nuestro país.
Finalmente el caos urbanístico llega a su máximo esplendor en esta parte del viaje. A los margenes de la carretera se combinan verdaderas mansiones con chabolas ruinosas llenas de basura, con proyectos de mansión inacabados, algunos de ellos desocupados, con una granja de burros, con un vertedero de neumáticos, con un desguace...
Vamos circulando despacito pero sin pausa hasta llegar a Bengesti, a los pies de la Transalpina.
Para poneros en situación, aquí en Rumanía hay dos carreteras famosas: la Transalpina (DN67C) y la archiconocida (y para algunos inpronunciable) Transfagarasan (DN7C). Ambas cruzan los Cárpatos de Norte a Sur

La que hoy nos ocupa, la Transalpina, es una de las carreteras más altas de Rumanía, con la parte más elevada en el Paso Urdele, a 2145m.
Desde 2007 está en obras para transformarla en algo más civilizado... a ver qué nos encontramos!

Esas nubes no presagian nada bueno... a ver si aguantan...

... y llover no llovió, pero a poco de empezar el ascenso nos metimos dentro de las nubes. Estos caballos no están apurados, pero a nosotros nos jode las vistas 



Y conforme seguíamos subiendo la cosa se ponía peor, hasta el punto de dificultar la conducción. Además, la gente iba extremadamente lenta. Tanto era así que me costaba mantener el equilibrio. ¡Tampoco es para tanto!

Parada técnica a ponernos los chubasqueros arriba, que eso de ir por dentro de nubes te deja mojado... y con la chaqueta de verano peor.

Llegamos a la parte de arriba, ahora sí, lloviendo un pelín. ¿Qué le vamos a hacer?

Urmila haciendo amistades

Qué majetes estos burros, cómo saben dónde se ponen

¿Sabéis la afición que tienen los burros y caballos de rascarse frotándose contra coches y motos? ¿Imagináis las consecuencias para la moto? Pues desde aquí arriba me tocó bajar corriendo gritando como un pastor para que dejasen en paz a la Tiger! Menudo espectáculo 

Qué lástima de día chungo que nos ha salido... con las vistas maravillosas que deben haber desde aquí


Pero el show debe continuar, así que seguimos nuestro camino. Empieza el descenso.
En la siguiente foto podéis ver un poco como es la carretera. No es recomendable hacer conducción deportiva, ni aunque el día fuera bueno. De repente te puedes encontrar una discontinuidad en el asfalto, un agujero, un estrechamiento después de una curva sin visibilidad... divertida, diría yo.

Después de unos cuantos kilómetros de descenso con niebla, llegamos a la parte baja donde, al menos, podíamos ver lo que teníamos delante, que seguía siendo la mar de bonito


Qué barbaridad! Es inevitable parar a comer

Cocina con vistas, oigan.


La Transalpina sigue hacia el Norte, aunque la parte más chula es la que hemos hecho, además esto nos alejaría de Curtea de Arges y todo lo demás que queremos ver por el Sur, así que tomamos una carreterita que conecta con la E-81 para bajar a Curtea. Bueno, pues esta es la peor en cuanto a asfalto de todo el viaje. DN-7A llaman a esto. Íbamos detrás de un 4x4 de policía que se conocía cada bache y eso nos salvaba. De repente reducía como un loco y no sin motivo, porque igual te encontrabas un trozo de asfalto roto de estos que metes llantazo y rompes la rueda... fue el único sitio donde llegamos a hacer topes con amortiguador.
Ahora sí, el entorno precioso, por lo visto aquí es legal la acampada libre y había mucha gente. También veríamos algo que será muy frecuente en Rumanía, gente vendiendo frutas del bosque en los margenes de la carretera

Ojo al manojo!


Finalmente abandonamos esta carreterita y la verdad es que lo agradecemos. A lo tonto nos estamos fundiendo el día y es que nos están saliendo unas medias muy bajas. ¿Pero qué mas da?
Volviendo hacia el Sur Urmila pide parar porque se está sobando (ya van muchos días de dormir poco, imagino). Nos detenemos en una presa a hacer un café con el camping gas aprovechando la tranquilidad y la soledad

... pero dura poco. De pronto, un par de coches con dos familias se detienen, bajan del coche y empiezan a hacer fotos espitosos, mirando aquí y allí... y ven la moto. Ayyyy qué has hecho?
Se me acerca el padre y me dice en Rumano si, entiendo yo, los niños pueden subirse a la moto. Yo accedo y cuál es mi sorpresa cuando el que se monta es él
. En otra situación me hubiera mosqueado, pero teniendo las llaves en mi poder y viendo lo joviales que eran no me preocupó en absoluto. Hasta se puso el casco con mi permiso.

Luego vinieron los niños, y las mozas... y otra vez los niños


Y cuando quedaron saciados, prosiguieron con su camino como un rayo. Turismo express lo llamaría yo. Seguro que los cogemos en el próximo apartadero, decía Urmila.
Pasados unos minutos nosotros también continuamos y efectivamente adelantamos a la familia feliz que nos saludó efusivamente.
[continúa]
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