Hace 22 años que voy en moto y hasta hace unos pocos siempre lo hice solo. Para mí la moto ha sido algo individual e íntimo. Rodar solo, disfrutar solo, sufrir solo, decidir solo. No me gustan los piques ni tener que esperar, me gusta el ritmo y poder parar cuando yo lo desee. Pero hace cinco años mis circunstancias cambiaron, el tiempo se paró y con él también mi moto. Así que le dije adiós al asfalto y opté por lo marrón. La paternidad me permitía escapar durante una o dos horas, en lugar de las diez que me podía tomar antes. Y, por casualidades, conocí a un grupo de gente que me eligió como amigo. El ir en moto pasó a ser algo colectivo, a disfrutar y sufrir en compañía, pasé del onanismo a la orgía sin mañana. De eso hace ahora cinco años y muchas noches durmiendo al raso. Kilómetros al unísono, aprendiendo y conociendo el trail, el enduro de pastel o como coño se le quiera llamar a esto que hacemos. Disfrutando de la aventura con plena confianza en mis amigos. Vivir y aprender cosas nuevas es la esencia de la vida. Y no he parado durante estos últimos años. Aprendo a ir en moto, a apañármelas con lo mínimo, a arreglar y no comprar, aprendo a ser proactivo y no quejarme, aprendo a compartir y a ayudar, a que me la sude lo que piensen los demás. Me lo paso bien con esta gente. Hace 5 años a uno se le ocurrió el nombre de Grand Enduro Slovenia. Este video quiere celebrar ese 5º aniversario de barro y piedras.