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Veterano mototrailero
EL REGRESO
Ya comenté al inicio que cada uno tiene sus formas o maneras de abordar un viaje, y en concreto a la hora de preparara este al Nordkapp desde que comenzamos con el proyecto, Iñigo y yo, en octubre 2015, hasta su culminación, mediado junio del siguiente año, sufrió ostensibles variaciones.
El día pasado me decía Txistu que habíamos andado “con prisas”, y que un viaje de este tipo es mejor hacerlo contando con tiempo de sobra. Ellos (Bertol & Juan) retornan al Cabo Norte a mediados de julio aunque no tienen fecha definida de vuelta. Van sin prisas, a turistear sin la obligación de retornar para tal o cual dia; en realidad piensan dedicarle su mes de vacaciones.
No se si contemplarán por allí más cosas que nosotros, aunque seguro que lo harán mucho mas placenteramente, y sin los sobre esfuerzos que a nosotros nos ha exigido este viaje.

Ya dije que cada cual planea su viaje a su manera y si unos suben, o viajan como un cohete hasta el destino, y aprovechan el viaje de retorno para turistear; nosotros en cambio lo programamos al revés, es decir nuestra intención fue la de llegar al sur de Noruega en la mayor brevedad posible, y desde allí ascender contemplando en el transito todo lo contemplable. Una vez alcanzado el Cabo Norte pensábamos retornar raudos hacia casa, siempre claro está que todo nos fuera bien. Por ello dejamos “abierto” el viaje de retorno. Si hicimos unos planes y contábamos con los consiguientes tracks de ruta, aunque como digo eran "referenciales", puesto que hasta llegado el día difícilmente podríamos saber si serían o no viables.




La idea de transitar por Finlandia surgió de Jon, a mi me pareció gracioso acompañar a unos santos señores a visitar a Papa Noel, a Rovamieni. Entendía, claro está, un cierto interés por parte de Xabier de adquirir regalos para sus crías en tan significado lugar, aunque seguía sin entender el de unos hombretones por estrechar la mano y sentarse a ser fotografiados junto a Papa Noel.




El lugar no me convenció nada. A mi gusto era excesivamente comercial, me pareció incluso ridículo contemplar a aquellas gentes vestidas de navidad, escuchando dia tras día villancicos por los altavoces, rodeados de los abalorios habituales en esas significativas fechas, hallándonos como nos hallábamos a inicios de junio. Mis colegas, como digo, no tuvieron rubor alguno de retratarse y ponerse a charlar de motos con el figurante (actor) que en aquel momento representaba a Jo Jo jo Jooooo. Se lo pasaron en grande.
Finlandia resulto muy monótono. Haceros la idea de una enorme recta con badenes y arboles en ambas bandas entre los cuales cada cierto tiempo se llegaba a apreciar algunos lagos y casas. Si a esto le sumamos que la F800Gs de Inizaba no iba ya lo fina que tanto a él como al resto nos hubiera gustado, nuestra velocidad de transito era incluso inferior a lo legalmente permitido (120km/h) haciéndolo no solo monótono, si no realmente cansino. A algunos se nos cerraban los ojos mediada la mañana, y aunque tratábamos infructuosamente de mantenerlos abiertos luchando de mil y un maneras y conduciendo de pie sobre los estribos con las pantallas de los cascos alzadas, nos era prácticamente imposible mantenernos despiertos. Unicamente con la ingesta de Cocacolas o bebidas semejantes, paliabas durante un cierto rato la sensación de somnolencia. El café no hacia efecto al ser este bastante flojo; como lo definió Bidarri, “agua sucia”. Llegamos incluso a achacar estos microsueños a la constante lucha contra el viento racheado a la que nos veíamos impuestos, desde la mañana a la noche, y a la sensación de acune que transmitía el asfalto al hallarse este asentado sobre un hormigón tirado en capas. Sería por una u otra razón, pero los kilómetros se hacían muy de notar y costaba cada vez más el verlos pasar.


Esto se agravó durante nuestro transito por Suecia, al mejorar por allí las carreteras. Mas restrictivos que Finlandia, los suecos permitían solo los 110km/h de máxima a los cuales ni siquiera rodábamos. La idea de salir a transitar por carreteras generales o locales, sugerida en varias ocasiones por Iñigo, no era excesivamente atrayente teniendo en cuenta que Suecia es dos veces, si no tres, más larga que España y abandonada la seguridad de los 110km/h, rápidamente te martillean con los 70, 50.. Tras dos jornadas multihorarias viajando sobre nuestras maquinas prácticamente sin apenas detenciones, alcanzamos Jonkoping y tuvimos Suecia practicamente liquidada. Tres días después de hollar el Cabo Norte ya andábamos a un saltito de Dinamarca.

El agua nos acompañó una vez más alcanzada la costa sur sueca, antes siquiera de cruzar el tan fotografiado puente que une a Malmo con la isla que alberga a Copenhagen. El puente es una obra de ingeniería, y por el lado danes ultima en un largo túnel, uniendo así ambos paises, Suecia y Dinamarca, aunque eso si, tras abonar 28 euros.



Dinamarca para nosotros fue una enorme retención de trafico con copiosos chaparrones que nos dificultaron notablemente el transito. Por fortuna ultimando la mañana, mientras nos acercábamos a Rodby con la intención de coger allí un ferry que nos trasladase a Alemania (Puttgarden), el sol reapareció y nos brindó una agradable tregua. El montaje de Rodby era el mejor de los que hasta entonces habíamos contemplado a la hora de abordar los ferrys, evidencia el enorme flujo de vehículos que por allí transitan



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Desde Puttgarden a Lubeck apenas hay una hora aunque esta fuese más que de sobra para echar de menos el traje de agua que algunos nos habíamos quitado durante la travesía. Lubeck es bonita, al menos lo que tuvimos la fortuna de contemplar. Creo que estuvo integrada en la llamada Alemania del Este y fue ciudad hanseática. Coincidimos allí con el partido Alemania-Polonia, y los bares y restaurantes se hallaban copados de aficionados dsfrutando del encuentro al ser este televisado.


Cenamos bien y por fin pudimos tomar cerveza sin tener que velar por nuestras carteras. La siguiente jornada además no iba a ser excesivamente conflictiva. Íbamos a una población llamada Meinerzhagen en donde Jon tenia un buen amigo, dispuesto a acogernos. No estaba excesivamente lejos aunque en el transito deberíamos evitar algunas macrourbes si no queríamos vernos retenidos en los habituales atascos.
Perdimos a Bidarrai en la misma salida de Lubeck, aunque afortunadamente lo recuperamos rato después. El día transcurrió entre atascos, lluvias, y el pasar de las horas rodando por las famosas autobahn alemanas sin llegar a sobrepasar los 90km/h.... Agotador aunque de vez en cuando Xabier y yo hacíamos alguna pira y roscábamos el acelerador para recargar un poco las pilas y el ánimo. Llegamos a Meinerzhagen mediada la tarde, fatigados como era de esperar, tras varios intentos baldíos de rodar por carreteras de segundo orden para hacerlo mas ameno.
Peter y su mujer nos recibieron cordialmente, se apreciaba la excelente relación que mantenía con los Zabaleta. Cenamos en un pub comida tipica del país, y charlamos un buen rato con él antes de retirarnos a los aposentos. El día siguiente se preveía duro ademas había conseguido convencer a mis colegas de que viajáramos vía Luxemburgo hacia Orleans y Tours, en vez de cruzar un Paris siempre colapsado.
El sabado 17 de junio tras despedirnos de la pareja iniciamos nuestro transito aunque no tardaron en surgir desavenencias. A sabiendas el proceder de los Garmin y del google maps que se empeñaban en mandarnos por Paris, previsoramente yo habia colocado como destino Luxemburgo con la sana intención de una vez allí indicarle Troyes. Iñigo hizo lo propio aunque poniendo Troyes en el suyo como destino.

Un buen rato después tras guiarles por varias carreteras secundarias por fin entramos en una autopista y como me indicaba en el Zumo que no teníamos que desviarse hasta una treintena o más de kilómetros cedí a Iñigo la cabeza del convoy para que fuera él quien marcase la velocidad a rodar y evitarme así el estar todo el rato confirmando por los retrovisores si me seguían o no. ¡A mala hora se me ocurrió hacerlo!.
A punto ya de llegar al desvió que indicaba mi GPS le adelanté, me puse en cabeza elgrupo y encendí el correspondiente intermitente para indicarles nuestro próximo abandono de la autopista. Iñigo volvió a adelantarme mientras me daba entender que no tenia interés de seguir por donde yo le indicaba, no tardé un un minuto en pasarle de nuevo, marcando el intermitente y dirigiéndome a la ya inminente la salida..., todo esto en medio del denso trafico con tres carriles ocupados.
Cuando rato después nos detuvimos a repostar, otra vez más todas las culpas recayeron sobre mi. ¿Porque habiamos salido por alli si en el suyo (Inizaba) le marcaba otra cosa?. Hubo de ser Jon quien me explicara que su hermano tenía otra ruta alternativa la cual al parecer atajaba y hacia innecesario alcanzar Luxemburgo city. Le dije que si en verdad era asi, pues adelante, que fuera él de guia. Siempre que no me llevara por Paris a mi me daba igual, todo ello mientras comentaban sobre un supuesto túnel de peaje existente en Luxemburgo el cual me dijo, pretendían evitar. Después de haber pagado los peajes de las autopistas francesas, los de tuneles y ferrys noruegos, el gravoso puente de Malmo y demás... ahora resultaba que la razón para evitar el transito por Luxemburgo era el peaje de un tunel.... Tenía su gracia, teniendo en cuenta que una vez cruzado a Francia nos iban a saquear con todos los desde allí existentes hasta llegar a Durango (Bizkaia).
Arrancamos mal humorados de la gasolinera, guiados por Inizaba, y apenas una treintena de kilometros después un cartel indicaba Luxemburgo 6 km, Metz (Francia). Para mi sorpresa Iñigo abandonó la cabeza del pelotón, cogiendole el relevo Bidarrai, mientras el trafico nos arrastraba atraves de Luxemburgo y al nada ya nos hallábamos en Francia, sin tener por cierto noticias del dichoso túnel.
Ibamos circulando por la zona de Champagne hacia Orlenas y tocaba ya repostar, mi marcador indicaba cumplidos (o a punto de cumplir) los 250 kilometros desde la última recarga; para mas inri en el último cartel señalizador indicaban que la siguiente gasolinera se hallaba a 56kms. Para esas horas llevaba yo ya un buen rato con ganas de mear y cada vez me costaba más mantener algún ojo abierto. Hacia practicamente cuatro horas desde la ultima parada, rondaban las tres de la tarde, y mi cuerpo requería urgentemente una dosis de energía si quería continuar. Le di largas a Xabier para indicarselo, y ralenticé mi ritmo para que los dos hermanos, ahora ya bastante retrasados, se acercaran, todo ello mientras dejaba fijo el intermitente derecho, hallándonos para entonces a un kilómetro +/- y del área de servicio.
Llegada la misma Xabier no entró, continuando imperturbable su marcha. Por mi parte yo no estaba por la labor de continuar así otros cincuenta y tantos kilometros, si mi moto era la de menor autonomía lo lógico era que me consultaran antes de saltarse la gasolinera. Llevabamos una quincena de dias recargando cada 250 porque ibamos a cambiar ahoira. Además desconocía si tenía o tenían intención de abandonar la autopista en alguna salida antes de la siguiente gasolinera, asi que ni lo dudé, y entré a cargar gasofa asegurandome mi transito. Los Zabaleta dudaron un instante, y finalmente continuaron tras Bidarrai. Podrían perfectamente haber seguido uno y quedado el otro, teniendo en cuenta que iban intercomunicados, pero no fue este el caso. Y alli nos separamos, a unos 1.200kms de casa.
Entré a repostar y justo cayó una tromba de agua impresionante, aproveché aquel diluvio para ir al servicio, adquirir una Coca-cola de medio litro, la cual prácticamente me la bebí de golpe, y ya de paso para comprarme un helado. Con la que caía no estaba con ganas de salir a rodar, no me agradaba en absoluto lo acontecido, aunque para esa alturas ya estábamos un poco de vuelta abajo, así que eche mano a un paquete de cacahuetes que portaba en el baúl, y me puse a charlar con un motero que poco antes nos había adelantado, hasta que la lluvia remitió. El chaval acababa de comprar la moto en Metz de 2ªmano, una Honda CB650 preciosa, y en apariencia en muy buen estado, me dijo que había pagado 3.800euros. Me comentó también que iba para Paris, y al día siguiente a Bordeaux.
Le conté sobre nuestro viaje y lo recién acontecido, y que por mi parte no creía difícil el conseguir alcanzarlos debido al ritmo pausado en el que viajaban mis colegas, ademas di por supuesto que se detendrían en la siguiente gasolinera. Él se ofreció a acompañarme.
Salimos juntos del área de servicio, puse mi Africa a bastante mas allá de lo legalmente permitido sobre lluvia en Francia, perdiendo pronto contacto con el chaval, y me puse a comer kilómetros, disfrutando del momento. Cincuenta y alguno mas kilómetros después, entré en la siguiente gasolinera, y al no ver moto alguna aparcada por allí salí del área como un cohete para reincorporarme a la autopista. Llovía y amainaba, y cuando podía le roscaba bien a gusto. Para esas alturas di por hecho que mis colegas se habrían bajado de la autopista.
A dos horas y 250kms del anterior repostaje volví a detenerme a rellenar el depósito de mi Africa, eran exactamente las cinco de la tarde, hora esta habitual de mi ingesta del Sintrom (un farmaco diluyente de la sangre utilizado habitualmente por gentes con afecciones cardíacas), asi que saqué un tetrabrick con cappucino de la bolsa sobre el deposito que previsoramente había adquirido a la mañana, y cumplí con el tramite. No llovía y me puse allí mismo, en la calle, a reservar una habitación en la ya cercana Tours, me hallaba apenas a 350 kms y me encontraba bien para hacerlos.
El hotel que habíamos utilizado días atras durante la subida se hallaba al completo, así que me busque otro que contara con alguna seguridad para mi moto, tuviera ascensor (estaba cansado de tener que subir varios pisos acarreando el equipaje) y una hermosa cama. Poco antes de las 20h entraba en mi habitación del vetusto hotel de L´Europeen de la plaza general Lecrec, en el centro mismo de Tours. La moto quedó aparcada sobre la acera, en la puerta del mismo, según me indicaron que hiciera en recepción. Una vez asentado, les envié al resto de la partida un mensaje con mi ubicación para su tranquilidad. Transcurrida una hora recibí otro de Jon indicándome que ellos se habían detenido en Orleans. A sabiendas que todo iba bien, no tardé mucho en conciliar el sueño.
Al día siguiente, pese a ser domingo me sirvieron el desayuno para las siete de la mañana, veinte minutos después abandonaba el hotel, y para las 14h ya estaba en Mungia (Bizkaia), apenas fueron setecientos kilómetros de trayecto. Cansado, satisfecho y feliz de haber regresado a casa sin problemas. Mediada la tarde recibí las notificaciones del resto indicando la llegada a sus casas.
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