Si se va a andar en moto se va a andar en moto, si se va a comer se va a comer, pero las dos cosas se incompatibilizan. Se pierde mucho tiempo buscando un restaurante, se esfuma el espíritu campestre y después te entra una modorra que sólo apetece dormir. Mi método suele ser siempre el mismo: por la mañana un desayuno fuerte y hago de vientre, al mediodía un bocadillo y fruta, y por la noche me atiborro y duermo como un ceporro. Me encanta esta rutina. Ah, y uno de los placeres más bonitos es que cuando salga el sol por el levante ya lleves unos kilómetros por delante.