Hoy mismo les pedí a los niños que hicieran unos recortes en plástico adhesivo. Con ese pequeño tesoro en la moto me dirigí a un mirador a 20km de casa.
Allí hay un elemental monumento a los colegas que se han ido.
Estéticamente es mejorable pero su espíritu esta ahí. Ademas desde allí hay buenas vistas.
Saco las pegatinas encargadas y las adhiero al casco con mucho respeto por todos y hoy por uno en especial..
Es un gesto. Quizás algo pueril...pero también era muy niño cuando me asombraba Angel con aquellas motos imposibles
¡Gracias campeón!