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Ya lleva tacos
Pues aquí va.
Son sensaciones y sentimientos contrapuestos. En esta ocasión la alegría y la ilusión por partir de nuevo, chocan con el sentimiento de dejar lo que yo más quiero en casa. Este viaje, lo haré con otra persona que no será Rut y os puedo asegurar que si me embarco en esta aventura es porque ella siempre vio en mi, las ganas de viajar a África a bordo de mi motocicleta. Cuantas veces, en esas solitarias carreteras del Sahara, nos adelantaban individuos anónimos pertrechados con mil cachivaches y camino de nuestro Sur? Totalmente sensibles al viento, al Harmattan, totalmente expuestos a todo y a bordo de esas dos ruedas que lo significan todo.
En alguna ocasión, en alguna frontera o en alguna embajada, coincidíamos con alguno de ellos. Eran personajes con otra mirada. Una mirada cansada, llena de vida, curtida diría yo. Siempre he pensado que si circular por estas carreteras vigiladas por el diablo era peligroso, encima de algo tan sensible a una brizna de viento, debía de ser lo todavía más. No se, quizás el siempre haber visto al personaje motero como un verdadero aventurero o quizás el tenerlo en los genes sin yo saberlo o las imágenes de verdaderos monstruos del manillar a bordo de auténticas máquinas de romper huesos, hacía que yo siempre quisiese realizar ese viaje soñado, una añoranza a algo desconocido, sentirme un verdadero aventurero o por lo menos parecerme a alguno de esos individuos que he encontrado en estos años de aventurillas africanas.
Mi mujer siempre dice que cuando vengo de hacer algo intenso con la moto, mi mirada es otra, dice que irradio alegría, siempre dice: .... "hoy te lo has pasado bien eh??".
Y resulta que llego la oportunidad de poder hacer realidad mi sueño, o más bien a alguien en mi misma situación, se le ocurrió buscar a otro soñador que lo acompañase. Encontré el anuncio en un foro de viajeros por África. Decía algo así como que busco a alguien que me acompañe en un viaje a Dakar y en moto. Delante de mis narices, tenía la manera de poder llevar a cabo mi sueño, un viaje que, seguramente por miedos, nunca me atreví a realizarlo en solitario. Hable con Ruben, el ideólogo de toda la historia y en un primer momento no lo vi claro. Dejar a Rut un mes entero no me apetecía nada, y así se lo hice saber a Rubén.
Fueron pasando los días, las semanas y algún mes, siempre mirando el anuncio por si lo retiraba o por si escribía que ya tenía un compañero fiel y leal que lo acompañase. Ese hueco me pertenecía y todavía no era consciente de ello. Lo hablaba con Rut casi cada semana, y ella no hacía más que animarme y empujarme a realizar mi sueño.
Mañana empezará el viaje, la preparación ya dio ayer sus últimos coletazos. La moto ya está lista, el equipaje preparado y si os he de ser franco, estoy como fuera de toda esta historia, desubicado. Conozco el motivo. Es un sueño, mi sueño, y no poder compartirlo con ella me rompe el corazón en mil pedazos. Aunque el viaje este repleto de aventuras, de descubrimientos, de vivencias, de idas y venidas, aunque acabe pensando que yo soy uno de esos individuos anónimos que se patean África a lomos de una moto, no dejaré ni un solo día de pensar en que ella tenía que estar detrás mio, agarrada a mi cintura como tantas otras veces.
Hoy, cuando le he dicho que quería volver a escribir, que hablaría con vosotros para poder hacer aquí la crónica, ha sonreído y me ha dicho ..... no pares nunca de escribir, será mi manera de tenerte aquí y de explicármelo.
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