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Ya lleva tacos
DIA 13. Lunes 01 de mayo 2017. Qazvin – Kazhan (Iran) 350 km

Hasta marcharme de este hotel me tiene que generar problemas, pues la salida del parquing es muy empinada y la rampa de cemento está mojada … sufro lo mio para salir de ahí, pero finalmente me alejo contento de dejar atrás el mal ambiente de ese sitio.

Mi destino de hoy es Kashan, y aunque paso por la ciudad de Qom decido no parar, pues si quiero llevar a cabo los planes de visitar mis objetivos debo descartar sitios de interés, aunque me fastidie.
Como no tengo ningún interés en visitar Teherán y su infierno circulatorio tomo un desvío que me llevará al sureste evitando la capital. Ya gestioné el visado de Turkmenistán en Ankara precisamente para no tener que ir a Teherán, aunque realmente fueron los únicos que contestaron a mis solicitudes de información.


Por el camino ninguna novedad destacable, grandes autopistas vacías o con muy poco tráfico, perfecto asfalto y conductores muy curiosos que se ponen a tu lado y circulan en paralelo km y km mientras te hacen fotos, te graban en video o te cuentas no se que historias que resulta imposible entender.

Tras varios sustos tomo la costumbre de girar siempre la cabeza antes de realizar un cambio de carril, pues realmente pueden estar mucho rato a tu lado y tenerlos en el punto ciego de los espejos y no tenerlos controlados. Ese es uno de los problemas de la curiosidad iraní.
Cuando circulo atravesando un pueblo y debo ir parando en los cruces y semáforos sigo teniendo problemas para engranar la primera, no logro hacer que entre bien, y las horas de autopista me hacen plantearme varias opciones, pues no puedo seguir así los miles de km que me faltan hasta recoger a mi mujer en Uzbekistán. Como ya he comentado, en Irán no hay motos grandes, así que descarto llevar la moto a un mecánico local, y toda otra opción sería desandar el camino andado hasta Ereván, donde un amigo me recomienda un estupendo taller Yamaha, o volver por el suroeste a Turquía y dejar allí la moto mientras paso los días en Uzbekistán, aunque el resto del viaje se daría por perdido.
Esos malos pensamientos y mis problemas con el “mal del viajero” hacen que no disfrute demasiado de la ruta, aunque poner gasolina y tomar te acompañado del personal de la misma me hace salir a la carretera con la ilusión más fuerte y me arranca una gran sonrisa de la cara.
Los peajes se suceden, y como podéis imaginar no le volví a hacer caso al policía que me prohibió la entrada, usándola constantemente. Los señores de las cabinas me suben la barrera sin permitirme pagar el importe, y lo más que quieren es darme la mano y preguntarme el origen de mi viaje. Incluso el resto de conductores se hacen a un lado para facilitar el acceso y de paso saludar o hacerme una foto.

Encuentro un corte de autopista motivado por una voladura en una cantera próxima. Toca parada, estirar las piernas, miradas curiosas y preguntas varias, de repente se oye el estruendo de la explosión y de nuevo los amables conductores con los que he estado charlando se transforman en locos al volante, corren a sus coches, y antes de que el personal autorice de nuevo la circulación ya están todos pasando por los arcenes y esquivando el coche que impide el paso. Increíble. Al pasar por la zona compruebo que la carretera ha quedado llena de piedras que saltaron desde la cantera, las esquivo como puedo pensando si no han tenido tiempo o no se han planteado retirarlas de la via.



Los paisajes siguen siendo áridos y monótonos, si buscas bosques no vengas por aquí, pero si al contrario desfrutas como yo de los desiertos pedregosos y polvorientos este es tu destino.



Como no podía ser de otra manera me cae un chaparrón por el camino, debe ser la primavera, pero aquí, en pleno desierto, no deja de ser curioso ver llover cada dia.



Cada pueblo o ciudad tiene su “avenida de los mártires”, recordando a los caidos en la larga guerra con el vecino sadam Hussein de Irak . Las fotos de algunos de los protagonistas que no volvieron adornan farolas y mástiles.




llego a Kashan y empieza mi búsqueda de alojamiento.


El GPS me llevan a la zona antigua, la medina, y tras varias negativas por parte de sus responsables logro encontrar un precioso sitio con una habitación con 4 camas.
No quiero compartirla, así que llego a un acuerdo con la responsable pagando algo más, pero realmente necesito relajarme, mi estomago sigue dando guerra. Me quedaré dos noches.





Llegar hasta el alojamiento en la moto ha sido difícil, pasar por este callejón estrecho ha supuesto quedarme encajado entre sus pareces y tener que dar gas para liberar las maletas

Salgo a trastear la moto, y tras varias ideas de mi amigo Toni que la tecnología logra acercar hasta este callejón logro dar con el problema del cambio. Resulta ser una tontería, antes de salir bajé la palanca del cambio, pues quedaba muy alta. Estos días debe haberse llevado algún golpe y hacia tope de bajada en el soporte del caballete lateral, impidiendo su correcto funcionamiento. Tras estirar el eje del cambio, empujarlo, subir, y buscar todas las variables logro dar con el estúpido problema que me tenía tan preocupado. Dejo para mañana el asunto del refrigerante.

Tras la tarde de mantenimiento a la moto salgo a pasear la ciudad sin rumbo, pues mañana dedicaré el día completo a las visitas culturales.




Callejeo hasta que doy con el bazar y su mundo de maravillas, y sigo paseando hasta que oscurece.










Finalmente busco donde comer algo suave, será la tónica del resto de mi viaje y todo lo que pude disfrutar de la gastronomía Iraní, arroz y pollo.

De vuelta al hotel me pierdo como un tonto, estoy totalmente desorientado, la zona no me suena de nada y la oscuridad no ayuda a orientarme, la medina es muy retorcida, así que tiro de aplicación maps.me y me lleva hasta mi destino.
Mañana más.
GUESTHOUSE ( No logro recordar el nombre) DOS NOCHES 2.200.000 RIALS (60$)
GASOLINA 170.000 RIALS ( 3,75€) 17 LITROS.
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