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Ya lleva tacos
Dia 48. Lunes 05 junio 2017. Tashkent.

Hoy poca cosa remarcable, es el ultimo día juntos, ya que Yolanda tomará el vuelo de regreso a casa esta noche.
Salimos a pasear por la ciudad y sus grandes avenidas, y nos acercamos a la catedral ortodoxa que vimos ayer con intención de visitarla, pero Yolanda se tiene que quedar fuera al no tener un pañuelo con el que cubrirse la cabeza en el interior del recinto.





Hace años tuve una desagradable experiencia en la catedral ortodoxa de Alejandro Nevski, en Tallin, y aquí veo igualmente como un estúpido miembro de la iglesia trata de malas maneras a una señora que hace una foto a una de las imágenes del interior de la catedral.
Yo decido realizar una breve visita, pero como veo lo estrictos y desagradables que son los vigilantes de la iglesia me quitan las ganas de volver a entrar.


Siguiendo nuestra rutina nos queremos acercar al bazar y como está en la otra punta de la ciudad optamos por desplazarnos en el metro.


Hay que hacer un paréntesis para explicar su peculiar funcionamiento: primero hay que comprar por unos 15 céntimos unas fichas de plástico que se introducen en un torno, pero antes de poder acceder al andén hay un control policial donde todos, y quiero decir todos los usuarios del metro deben abrir sus bolsos o mochilas para que sean inspeccionados por los policías que vigilan los accesos.

Una vez en el andén nos sorprende la decoración, algo muy peculiar e interesante, pero mas peculiar es que esté prohibido realizar fotografías dentro de las instalaciones. Otra paranoia esquizofrénica de algún tarado. Y claro, como parezco tonto no se me ocurre otra cosa que hacer unas cuantas fotos con el móvil.


Con ello consigo que me den un grito desde lo alto de la entrada y un par de policías me vengan a buscar, pues me han visto hacerlas desde las cámaras de seguridad, me dan un broncazo de narices y me hacen borrar las fotos del móvil ante ellos, dejándome ir tras el rapapolvo pertinente.
Así que como podéis imaginar seguí haciendo fotos de escondido en el resto de paradas y estaciones, por lo que la calidad es muy mala debido a la situación en las que las hice.
Comentar igualmente que en todos los pasos subterráneos que hay para cruzar de un lado al otro de la calle hay sendos controles policiales del contenido del bolso o mochila, uno en cada entrada.







Logramos llegar al mercado sin más sobresaltos, y ahí pues lo típico, a ver paradas, productos y gentes del lugar, además de realizar las consabidas transacciones económicas de dólares a moneda local.











a veces los dibujos son imprescindibles para saber donde tienes que entrar, ya que las letras nos incomprensibles

El mercado nos llama la atención por su tamaño, al igual que por la arquitectura utilizada en la gran cúpula que alberga la zona de las carnes y productos refrigerados.





Como ya explique los billetes son de cantidades pequeñas y estas obligado a llevar montones de ellos para poder pagar, así que a pesar de la tremenda agilidad que tienen para contar billetes con una velocidad increíble, en las tiendas puedes encontrar contadores de billetes como en los bancos.

Comemos en el mercado, y tras dar un paseo y ver que será del todo imposible poder dormir la siesta en la hierba de unos fantásticos jardines dedicados a Tamerlan, tomamos de nuevo el metro para regresar al hotel. El sol y el calor aprietan de lo lindo.


Dedicamos un rato a hacer el equipaje de Yolanda y mirar a ver si se puede llevar algo de todo lo que yo estoy cargando, pero al final resulta que me quedo la chaqueta de verano que ha traído, pues al creo que me irá mucho mejor para el calor que la mía. Como aun me queda mucho camino decido no desprenderme de la ropa de abrigo ni los forros de la ropa de la moto, así que termino con otro trasto más. No aprenderé.
Después de cenar nos acostamos a dormir un rato, pero a las dos de la mañana estamos de nuevo en pie camino del aeropuerto, ya que su vuelo a Moscú sale a las 4:45.
La acompaño hasta la puerta de embarque, y eso significa tener que pasar dos controles de seguridad con scaner incluido solo para acceder a la zona de facturación, y logro pasarlos porque los de seguridad creen que iba a coger un vuelo, de lo contrario me habría tenido que quedar a 150 metros de la puerta del edificio.
Finalmente con la tarjeta de embarque en la mano antes de pasar el tercero de los cuatro escáneres de seguridad nos despedimos. Antes de salir del país le piden ver los justificantes de los hoteles en los que ha estado en el país, algo que hasta entonces dudábamos de que fuera tan importante como nos habían hecho creer.

Yo vuelvo de nuevo al hotel a ver su consigo dormir algo, y a ella le queda un montón de horas de avión y esperas de terminal hasta llegar a casa.

Nos veremos a la vuelta, que no tengo ni idea de cuándo será...
HOTEL GRAND ART 40$
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