Días atrás estuve en la exposición de un pintor que nos dejó el pasado año. Largo Torres Pato será siempre un artista. Y siento no haber tenido mas trato personal con él.
Este día de invierno, pese al cielo gris y una luz cenicienta en la atmósfera, invita a meterse por bosques dando poco gas. Tratamos de no ser intrusos sino parte de la vida que late por aquí.
A él y a su compañera Marga los conocí hacee un montón de años.Coincidió que en aquel momento había empezado a salir con mi primera moto, una madura que me llevaba diez años.
Rodeando el pazo de Coto Martín, evoco los claroscuros aquellos días.
Estos caminos me son familiares pero siempre se visten distinto.
La moto decide el rumbo y me dejo guiar.
Aparecemos en una pista paralela a un río.
Suena un rumor, se siente una vibración y nos recibe una oleada de vapor de agua. Algo así como la tormenta de inspiración de un artista.
Se trata de la fervenza (cascada) do Viñao.El impagable y vivificante frescor del ambiente no sale en las fotos.
Las botas pasan del suelo a las estriberas. Seguimos administrándonos esta terapia de moto por un entorno íntimo y expansivo a la vez.
Marga, su compañera.