Los humanos somos a la tierra como una colonia de hongos devorando una manzana y no pensamos más que en nuestro propio interés. En buena parte todas estas prohibiciones son fruto de las orgías que pertrecharon generaciones anteriores y que nos toca pagar a nosotros. Sin duda las generaciones venideras seguirán pagando la cuenta de las generaciones anteriores pero también la nuestra. La solución no vendrá de prohibiciones absurdas ecotalibanizadas, pero sí de la educación y la concienciación en la optimización de recursos y apoyada de restricciones, porque somos tan burros que si no nos animan a palos no cambiamos. Si nuestra única queja es que tenemos que cambiar juguetes de gasolina por eléctricos es para que nos den de guantazos. Si toca cambiar a la moto eléctrica creo que podré superar el trauma.