Tres colegas y dos días para hacer un recorrido por la mal llamada Costa da Morte. Hoy por hoy rezuma vida y esplendor.
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La cosa empieza en la Playa de San Miro, solitaria y hermosa. Allí mismo ya pillamos la primera pista del día.
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Un enlace entre fincas costeras nos lleva a un dolmen. En dos patadas derribamos 3500 años de historia.
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En la población marinera de Malpica, el espíritu pandillero no mejora…
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Aunque los malotes no tenemos dron, nos las arreglamos para hacer tomas similares desde el minarete de Nuestra señora del Faro.
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Hablando de faros, el de punta Nariga se sitúa en un entorno especial. Y hasta tuvimos el acierto de dar con un secreto petroglifo.
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Más carreterillas costeras para alcanzar una muy estética que lleva al cabo O Roncudo.
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Vuelta para comer en Corme y pista hacia el caribeño arenal de Balarés...
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...y allí, en el primer metro de arena moto al suelo menos mal que no fuimos al Sahara.
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Nada como la marisma del río Anllóns en Ponteceso para aspirar y disfrutar del aroma a mar en moto.
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En Laxe, visita a la emotiva escultura de “La espera” dedicada a las mujeres e hijos de los marineros. Después aparecen a su lado otras dos estatuas espontáneas.
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Tras visitar en Camelle lo que queda de la casa y obra de un solitario artista alemán llamado Man, pistemos el camino que se dirige al cementerio de los Ingleses. Allí reposan los restos de los náufragos del vapor militar Serpent.
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Proseguimos la pista hasta el imponente cabo Vilán. Cae la tarde y en Muxia pasamos la noche.
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Desayuno e inevitable visita al Santuario da Virxe da Barca y al contiguo monumento de A Ferida (la herida) relacionado con del desastre político y ecológico causado por el hundimiento del petrolero Prestige.
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El cabo Touriñan es el auténtico "finis terrae" pero gracias no tener la fama del suplantador, se siente tranquilidad y no bullicio. Recorrer en moto el istmo de su península es un placer.
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Nemiña es una playa idílica y la pista que la recorre, lo confirma. La de Lires y su ensenada no se queda atrás.
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Dejamos estas pistas de tierra costeras y ya nos encaminamos al cabo Finisterre que como era de esperar es un hervidero de gentes. Cierto que cada persona llega allí por diferentes motivaciones. Con todo gana verlo a cierta distancia.
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Quedan cosas por ver y caminos por rodar, pero el reloj es muy tozudo. Visita rápida a la cascada de Ézaro (hoy poca agua deja salir la presa) y al monumental hórreo de Carnota, muestra del poder eclesial.
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Finalmente, el mirador de Lira es testigo de la despedida entre nosotros. Luego rodaremos juntos por Muros, Noia y cerca de Santiago nos dispersamos hacia nuestras tribus respectivas.
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Excelente ruta a la vez que recomendable, motos fiables y grandes compañeros de viaje.
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¡Hasta otra!
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Iniciado por wooze
